14 de julio de 2022

Viajes

¿Cómo llegaron un avión y un barco hasta el pico de una montaña en La Calera?

El ‘gomoso’ detrás de esta idea relató cómo fue convertir la aeronave en un hospedaje en su finca y además contó cómo son las visitas guiadas paranormales que hace por las haciendas de Bogotá.

Por: Karen García
El Holandés Errante
El Holandés Errante | Foto: Captura de pantallas de instagram / @elholandeserrantecalera

En la vereda Santa Helena en el municipio de La Calera (Cundinamarca), justo en el pico de la montaña, se encuentra El Holandés Errante, un avión Fokker 27 proveniente de las Naciones Unidas que hoy sirve de hospedaje para miles de personas.

El fundador del curioso proyecto se llama José Manuel Echeverría, tiene 51 años y, además de ser piloto, es arquitecto y fue profesor de ingeniería industrial. Hace unos años descubrió que le apasionaba reconstruir las cosas usadas y descompuestas. Comenzó restaurando ceniceros hechos de piñones, después siguió con carros de bar, troles de aviones y así sucesivamente.

Un día, la persona que le suministraba los objetos defectuosos le dijo que había un avión tirado en el parqueadero El Playón, en Bogotá. Por cuatro meses buscó al dueño del parqueadero hasta que finalmente dio con su paradero. El sujeto le vendió ‘la chatarra’ por 10 millones de pesos. Luego inició el proceso de logística para llevarlo hasta su casa en La Calera.

Contrató un servicio de camabaja y dos grúas por 3 millones de pesos. Lo movieron por la noche y cuando llegó a la finca en la madrugada, usaron grúas para ubicarlo en una estructura metálica que se había construido. En ese punto, comenzó todo el tema de restauración. Fue un proceso de meses. Apoyado por sus trabajadores, Echeverría gestionó la pintura, las instalaciones hidráulicas y sanitarias, entre otros detalles que le costaron alrededor de 4 millones de pesos adicionales.

El piloto quería conservar la esencia del avión, así que con las piezas de colección que le proporcionó el capitán Pizarro, quien es el padre del fallecido copiloto que iba en el avión HK1400 de Avianca, que fue derribado en 1990 por Pablo Escobar; pudo darle ese toque que le faltaba con instrumentación real.

Después de una crisis económica, alguien le comentó que existían plataformas digitales para promover hospedajes y, en una noche desesperada, acomodaron el avión para tomarle fotos y así se involucraron con el mundo de los canales de comunicación digital. Una vez en la web, para el siguiente puente, logró sus primeras reservas y desde entonces cada fin de semana hay nuevos huéspedes.

El hospedaje cuenta con camas térmicas, un baño completo, papel especial, cocina, simulador, DVD, videojuegos, computador, calentador y otros elementos que le costaron 15 millones de pesos, es decir, que en total la restauración del avión le salió por un poco más de 30 millones de pesos. Inversión que recuperó al año.

La historia de ‘El Holandés Errante’ (el avión)

El Fokker 27 nunca voló en Colombia, no se sabe cómo llegó. Sin embargo, los aviones tienen su respectiva hoja de vida. De este vehículo se sabe que salió de producción el 25 de enero de 1965, pasó por varias aerolíneas canadienses, americanas y europeas.

Se sabe que la Antigua Confederación Suiza lo donó y pasó a ser parte de los convenios de Naciones Unidas hasta que lo convirtieron en un transporte humanitario. Luego de eso pasó a una aerolínea canadiense hasta que llegó a Panamá.

Su hermano gemelo se estrelló el 31 de octubre en un centro comercial de Panamá y aunque no hubo heridos, les exigieron a todas las aerolíneas salir de los aviones de esa época. Fue entonces cuando ‘El Holandés’ llegó a Colombia y terminó en El Playón.

El aerodeslizador (el barco)

Queriendo iniciar otros proyectos, el arquitecto encontró tirado en Subachoque un aerodeslizador, un aparato ruso de color azul aguamarina que se utiliza para transportarse sobre la nieve, el agua dulce y otras superficies. El vehículo pertenecía al presidente de Aviatur, Jean Claude Bessudo, después pasó a una familia naviera que lo consiguió en remate luego de que le negaron los permisos para dirigirse hasta el Lago Ontario en Estados Unidos.

La familia lo trajo también en camabaja a Colombia, estuvo en el aeropuerto El Dorado por mucho tiempo mientras pasaba su proceso de legalización, cuando lo aprobaron se lo llevaron a Cartagena, no obstante, el barco no estaba apto para el agua salada y eso le daño los motores. Luego de tres meses y un poco más, lo trajeron nuevamente hasta Bogotá y quedó tirado por 11 años.

“Mi idea es restaurarlo, ya va en un 90 %, falta muy poco, ha pasado mucho tiempo y la fibra de vidrio se afecta mucho con el agua y el sol, entonces esperamos poder adaptarlo pronto, llegó la pandemia y no ha sido fácil terminarlo. Queremos que sea exclusivo, diferente, puede que no sea un hospedaje, sino más bien un atractivo temático. El barco ha sido más retador que el avión. Me costó 20 millones de pesos, es decir, el doble que el avión y solo traerlo, valió 8 millones de pesos. Incluso tuvimos unos inconvenientes y nos tocó dejarlos unos días por una calle pública en La Calera y un jefe de policía me llamó para que le asegurara que no se trataba de una nave espacial. La gente se tomaba fotos y bueno, ya pronto será un nuevo atractivo comercial en nuestra finca”.

“El reto más grande es que nadie te cree, dicen ‘está loco’, ‘¿cómo se le ocurre?’; 15 días antes de cerrar la negociación llevé a mi hijo a ver el avión y estaba un habitante de la calle viviendo ahí, había muchos gatos, olía mal y mi hijo me dijo: ‘¿pero papá que le ve usted a esta basura?’ Entonces tratar de convencer a las personas de que la basura vale y es un tesoro, es muy difícil”, explicó Echeverría.

Visitas guiadas paranormales

La pasión del piloto por los sucesos extraños y extraordinarios no tiene límite, así que ha incursionado poco a poco en hacer visitas guiadas por las haciendas. Según Echeverría, existen todo tipo de historias curiosas por estas tierras y, por eso, tiene la iniciativa de crear un tour con los interesados en recorrer las haciendas ‘paranormales’, empezando desde Santa Bárbara.

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