5 de mayo de 2022

#MamásYMás

La mamá que llora el asesinato de Santiago Murillo desde hace un año

‘Huérfilo’ es el neologismo que estudia la RAE para ponerle nombre al dolor que sienten quienes pierden a un hijo. Milena entra en esa dolorosa categoría, una mamá que perdió a su hijo en una protesta y escribió una de las crónicas más tristes de SoHo.

Por: Soho.co
Milena Meneses con su hijo Santiago Murillo.
Milena Meneses con su hijo Santiago Murillo. | Foto: Foto familiar

Por: Milena Meneses, mamá de Santiago Murillo

Ese sábado 1 de mayo Santiago estuvo todo el día con nosotros, su papá y yo. En la mañana barrió y trapeó como siempre tenía que hacerlo y hacia el mediodía salimos los cuatro, con su novia, a comprar el almuerzo. Horas después llegó una de mis clientas y él le pidió el favor a su papá que los llevara a donde su pareja, así que se cambió, se puso su ropa de montar cicla, su casco y pasó por mi lado mientras yo estaba aún con mi clienta. Me dijo: “Chao ma’, voy donde Estefanía, mi papá nos va a llevar”. Esas fueron sus últimas palabras para mí y la ultima vez que lo vi.

Santiago fue un niño deseado y planeado durante dos años; dejé de planificar para desintoxicar mi cuerpo por 6 meses y concebirlo de la manera más adecuada. Un 24 de diciembre, una fecha tan especial, Dios me premió con el mejor regalo que una madre pueda recibir. Fue un honor que mi hijo amado naciera el mismo día del niño Jesús, el amor de mi vida que llegó a mis 20 años después de tener un hogar que decidimos completar.

En el momento en que mi hijo se despidió esa tarde, por mi mente pasó decirles que se quedaran para que fuéramos a comer pan de nutella después de que yo me desocupara y no sé por qué no se lo dije. Finalmente salió con su novia a las 4:45 p.m. y yo mientras tanto terminaba mi trabajo. Siendo aproximadamente las 5:30 p.m. salí a la papelería a solo unos pasos de donde unas unas 3 horas más tarde mi niño iba a recibir el disparo.

Uno de los viajes de Santiago Murillo con su mamá
Uno de los viajes de Santiago Murillo con su mamá | Foto: Foto suministrada A.P.I.

En la calle todo estaba cerrado, pero estaba tan desconectada de lo que estaba pasando que solo pensé que era raro. De regreso a casa me puse a ver Peaky Blinders y fue muy extraño todo porque después de las 8:00 p.m. estaban en la escena donde le disparan a la chica al corazón. Yo pensé en lo terrible que sería que le quitaran a uno el amor de su vida de esa manera.

Fue muy cerca de donde cayó mi hijo en esa horrible noche, 19 años y 9 meses atrás, que yo recibí la mejor noticia de mi vida. Desde ese momento en el consultorio todo fue perfecto. El médico casi de inmediato paralizó mi habla y todo mi ser cuando me dijo: “¡Tienes una cara de embarazada! Lo vamos a comprobar”. Temblando me acosté en la camilla, él puso el equipo en mi vientre y volvió a hablar: “Mira a la pantalla. ¿Ves ese punto de luz brillante? Es su corazoncito, felicitaciones”.

Salí de allí en un mar de lágrimas de felicidad, ansiosa y nerviosa a darle la noticia a mi esposo, me sentí un poco mal porque mientras se lo contaba no paraba de llorar. Pasé mi embarazo de la manera más tranquila y perfecta, nunca sentí los malestares que suelen presentar muchas madres, me lo disfruté siempre, cumplí todos los antojos. Mi única responsabilidad era cuidar mi embarazo tranquilamente y así fue.

El 24 de diciembre de 2001 a las 5 a.m. empecé a sentir unas contracciones suaves, yo estaba a solo unas cuadras de la Clínica Minerva. Pasadas las 7 a.m. decidí irme caminando con mi esposo y en el recorrido pasé por la Catedral, recuerdo que hasta tuve tiempo de mirar el pesebre y pedirle a Dios que el niño naciera sano.

Cuando llegué a la clínica empecé a sentir los dolores más fuertes por lo que desesperada pedí una inyección, pero ya era tarde, era el momento del parto. Hacia las 10:45 a.m. nació mi ángel, su carita era totalmente blanca como si acabara de salir del algodón y un poco traslúcida, se le alcanzaban a notar algunas venitas. Pero más que eso, inmediatamente vi en su rostro a su padre. Fue la única vez que lo vi igualito a él.

Le di su primer beso en la sien y fue como besar terciopelo, aun lo siento en mis labios.

Finalmente fue mi esposo quien lo cargó primero, pesó 3.500 gramos y midió 52 centímetros. A la familia solo la dejaron quedar hasta las 7:00 p.m. por lo que quedé sola con mi bebé, así que esa noche en el apartamento de mis suegros fue la celebración de las dos navidades incluida la de mi Santiago. Mi suegro terminaba de preparar un cojín de lechona y el abuelo solo tomaba aguardiente Tapa Roja.

El dolor que había sentido en 2001 durante el parto iba a ser muy diferente que el que empezaría a experimentar ahora. Mientras seguía viendo la serie y mi celular estaba en silencio, sonó el citófono, no sé bien a qué hora, pero me dijeron que había llegado mi hermana. Era inusual. Ella entró y me dijo que Santiago estaba en la clínica y yo no entendía por qué, solo me puse un jean y salí corriendo.

Santiago era incapaz de comprar ropa o cambiar de estilo en su cabello si yo no lo acompañaba y si estábamos enojados buscaba la forma que contentarme para que estuviera con él, siempre necesitó mi aprobación para ese tipo de cosas. Yo también le pedía su opinión o simplemente él me hacía saber cuando algo no me quedaba. Teníamos un gusto similar. Pienso que por eso sintió que juntos podíamos sacar una línea de chaquetas en jean y camisetas pintadas a mano, ese era su proyecto aquí mientras viajaba a cumplir su sueño de viajar a Suiza a estudiar Bellas Artes. Siento que él era mi versión masculina y yo era su versión femenina.

La pesadilla estaba por comenzar. Llegué a la clínica y las enfermeras me miraban pero no me decían nada, solo estaban esperando al médico. Mientras llegaba, se me acercó un funcionario del CTI a preguntarme algunos datos y yo inmediatamente entré en pánico porque cuando mi mamá murió en la clínica por un accidente de tránsito, así llegaron ellos. Entendí que algo muy grave había pasado.

Uno de los momentos que recuerdo con más cariño a su lado fue en mi último cumpleaños juntos, el 22 de octubre de 2020. Esa noche fue solo nuestra. Pedí para mí un jugo y para compartir unas alitas de pollo. Pensé que como ya en dos meses cumpliría 19 años, él tomaría algunas cervezas, pero ¡oh sorpresa! Porque pidió media de aguardiente. La conversación lo ameritaba, me dijo: “ma’, ¿cómo conquisto a una niña?”.

Santiago con su mamá
"Siento que él era mi versión masculina y yo era su versión femenina" | Foto: Foto suministrada A.P.I.

Yo quedé encantada de darle todas las recomendaciones de cómo tratar a una mujer. Estuvo tan feliz, pero yo lo estaba más de que me contara muchos de sus secretos, emociones y me pidiera consejo.

Santiago había recibido el disparo a las 8:45 p.m. del 1 de mayo de 2021. Minutos después llegó el médico, quien me hizo sentar en el consultorio para comenzar a explicarme; me dijo que el niño había llegado con un impacto de bala y que lo habían ingresado a cirugía, que habían hecho todo por salvarle la vida, pero que no había sido posible. Esas palabras eran irreales para mis oídos, así que en medio de mi dolor comencé a pedirle a mi mamá y a mi hijo que me llevaran con ellos.

“Que me maten porque me voy con mi hijo. Me tienen que matar a mí, me pegan un tiro a mí”, eran mis gritos que se escuchan en el video de un medio de comunicación de Ibagué que estaba a las afueras del hospital. Había varias personas en el pasillo esperando y vieron mi reacción, alguien, que después supe que era la novia de Santiago, se me acercó de frente a abrazarme y yo simplemente la empujé. Había además un policía y me fui hacia él para buscar el arma en su cuerpo y a rogarle que me disparara, se fue corriendo. Me dirigí al celador para hacer lo mismo, así que me cogieron entre varios y me empezaron a dar algo de tomar casi a la fuerza mientras llegaba mi esposo.

En ese mismo momento él debía estar entrando al apartamento a comer y a cargar su celular que estaba apagado y al no encontrarme presintió algo malo. Me contó que lo conectó temblando y apenas lo prendió le entró la llamada que le avisaba que Santiago estaba en la clínica, así que lo primero que pensó fue que se había accidentado en la cicla. Cuando llegó y supo la noticia, me abrazó para calmarme, me miró a los ojos y me dijo que no lo podía creer, tanto así que le pidió al médico que se lo dejara ver para cerciorarse de que fuera nuestro niño.

El médico le mostró una foto que no me dejaron ver a mí, pero mi esposo se negaba a creerlo, así que lo llevaron al quirófano con la promesa de que no podía tocar nada. A su regreso me miró, estaba en shock, impactado, lo único que hizo fue abrazarme y llorar conmigo. Al rato llegó el funcionario del CTI, visiblemente conmovido, quien nos separó delicadamente para llevárselo a la Fiscalía. A mí me llevaron a casa, estaba encapsulada, retraída, alejada de la realidad.

Ha pasado un año desde esa noche, pero los que siguen los procesos judiciales relacionados con los asesinatos del paro aseguran que el de Santiago es el que está más avanzado. El mayor de la Policía Jorge Mario Molano, señalado de haberle disparado a mi hijo, está siendo judicializado por homicidio. A pesar de eso, ha habido algunos hechos de corrupción por los que el Ministerio Público ha llamado la atención, como que el mayor esté en un centro de reclusión para policías y no en una cárcel y porque las audiencias se han demorado más de la cuenta lo que podría tener efectos negativos en las pruebas y en los testimonios de los testigos. Temen por la seguridad de ellos, no vaya a ser que los desaparezcan.

A Santiago:

Hace algunos meses hicimos nuestro primer viaje sin ti y fue muy doloroso hacerlo. No es como la gente cree, que el dinero o los lujos llenarán ese vacío tan agobiante, es todo lo contrario, es como un puñal recordándonos que todo eso era para ti pero tú ya no estás. Ya nada se disfruta sin tu presencia. Organizarlo todo es una tortura sabiendo que no disfrutarás con nosotros, hacer las maletas es horrible porque tú siempre pedías mi consejo para organizarla.

Duele desde la planeación, recordarte cómo eras tú quien con tu entusiasmo, energía y emoción nos contagiabas y ayudabas con todo, recordar cómo desde la noche anterior no podías dormir de la emoción y eras el primero en levantarte para partir. Esos viajes ya no serán.