18 de abril de 2017

Sexo

Erika Lust, la mujer que hace el porno más deseado del mundo

SoHo habló con la mujer que ha impulsado el porno femenino y que acaba de alcanzar su producción número 100. Erika Lust es la productora de porno reconocida porque sus películas desatan deseo y erotismo sin necesidad de mostrar en todo momento los genitales de sus actores.

Por: María Elena Ramírez
Erika Lust | Foto: Erika Lust

De los siete libros que hay en la mesa, Tiffany toma el que tiene en su carátula la silueta de un culo redondo, grande. Jugoso como un durazno. Hay duraznos por todas partes tal vez porque es la primera vez que Tiffany tendrá sexo anal. (Siete preguntas y respuestas sobre el sexo anal)

Lleva puesto un body negro de encaje. Ella es delgada, de piel blanca y tiene pecas en la cara, las piernas y hasta en el culo. Poco después llega un hombre desnudo, quien la acaricia suave y lento. Los gemidos están presentes pero no se comparan a los de las peliculas de porno tradicional. No hay exageración ni llamados a Dios. Se trata de una escena de porno feminista que parece una pieza de cine francés.

His Was First In My Ass es el nombre de la película que protagoniza Tiffany. Fue hecha por la sueca Erika Lust, una productora y directora de cine para adultos. Además de ser pionera del porno feminista, está en contra de los estereotipos que han marcado las películas de porno tradicional como los hombres gruesos y musculosos, las mujeres tetonas y culonas gracias a los implantes de silicona y sobre todo que las actrices sean un objeto sexual en esas producciones. 

Su primer corto ‘The Good Girl’ consiguió más de dos millones de visitas en un mes. Lo que le hizo pensar que más gente buscaba porno diferente. Para el año 2012, la sueca obtuvo dos de los premios más importantes del cine para adultos. Su película Cabaret Desire, ganó el Feminist Porn Award como mejor película y el premio Cinekink del público.

SoHo habló con Erika y nos contó que el porno feminista no es lésbico y mucho menos carece de placer. Además cuenta que decidió volverse guionista y productora de cine para adultos porque en su adolescencia vio porno pero siempre se sintió incómoda. Lo que ella busca es resaltar el erotismo femenino y los roles de género que se han perdido en la industria tradicional. También expresa que las mujeres no reconocen que ven porno porque se sienten estigmatizadas y señaladas como si eso fuera un delito. (Los increíbles detalles del porno para ciegos)

¿Cuál es la definición más clara y acertada del porno feminista?

Es otra manera de referirse al porno alternativo, independiente y ético, que tiene un punto de partida muy claro: la igualdad entre hombres y mujeres en cuanto a la representación del placer y los roles de género. Es por eso que ‘feminista‘ es una etiqueta que lo define bien, pero eso no quiere decir, como algunos creen, que este sea un tipo de porno para mujeres, o que muestre el sexo de una manera muy ‘soft‘ o blanda. Al contrario: esta nueva ola de cine adulto busca el riesgo y la diversidad en todas sus formas inimaginables.

¿De dónde surge la idea de hacer porno y por qué?

En mi adolescencia había visto porno alguna vez, y siempre me había hecho sentir muy incómoda, aunque en aquel momento no sabía exactamente por qué. No era una cuestión cultural: yo nací y crecí en Suecia, donde la educación sexual es bastante buena y hay un diálogo abierto sobre estos temas.

Fue cuando llegué a la Universidad cuando me di cuenta de por qué no me gustaba la pornografía que había visto, y fue gracias a Linda Williams y su libro "Hard Core: Power, Pleasure, and the "Frenzy of the Visible"". Nunca había leído nada parecido. Williams realizó el primer trabajo que realmente estudiaba la pornografía como un género con su propia historia, como una forma cinematográfica en sí misma y como una parte muy importante del discurso contemporáneo sobre la sexualidad. No se dedicaba a juzgar o censurar el porno, sino que analizaba la narrativa de la pornografía convencional.

Mi mente hizo un "click" y entendí por qué ese tipo de porno no me representaba. Así que decidí entrar en esta construcción del discurso sobre la sexualidad contemporánea y ofrecer una alternativa para aquellos que, como yo, no se sentían cómodos con lo que la industria les estaba ofreciendo. Además, como cinéfila, sentí la necesidad de realizar un tipo de cine adulto con valores cinematográficos y estéticos. Algo que al menos no me ofendiera al verlo, como ocurre con muchas de las producciones que ocupan los Xtubes.

De todas maneras quiero matizar que yo no considero que esté dentro de la industria del porno. Yo formo parte de un nuevo tipo de cine adulto que se esfuerza por crear un cine realista y artístico, estéticamente cautivador, donde hombres y mujeres se representan como colaboradores en el sexo fomentando la cultura del consentimiento. Algo que no tiene nada que ver con la mayoría de lo que la industria realiza.

¿Considera usted que la industria pornográfica tradicional tiene la culpa de que el porno sea mal visto y cómo lo que usted produce puede cambiar esa percepción?

Es evidente que cuando se habla de pornografía, en general, la mayoría de la gente piensa en un tipo muy concreto: aquella que nos muestra mujeres sobreactuadas, artificiales y subidas en tacones kilométricos posando constantemente para la cámara mientras su pareja (habitualmente masculina) la utiliza como una muñeca para generarse placer a sí mismo. Es un porno centrado en el pene, egoísta y, en muchas ocasiones, preocupantemente violento. Esto es lo que se define como porno ‘mainstream‘, y no debemos colocarlo como un representante fiel de lo que este género puede ofrecer.  

Es difícil cambiar esto, porque estamos hablando de una industria que mueve cerca de 100 billones de dólares a nivel global. Así lo decía Peggy Orenstein en su libro "Girls & Sex: Navigating the Complicated New Landscape", en el que también evidenciaba que los productores de este tipo de contenidos sólo tienen un objetivo: "excitar a los hombres lo más fuerte y rápido posible para obtener beneficios". Y continuaba: "Eso significa erotizar la degradación de la mujer. En un estudio de comportamiento en el porno más popular, cerca del 90% de entre 304 escenas aleatorias contenían agresiones físicas contra las mujeres, quienes casi siempre responden con neutralidad o placer".

Si no podemos luchar contra esto, ¡creemos alternativas capaces de confrontarlo! Eso es lo que me propuse cuando empecé, y es por lo que sigo luchando hoy en día.

Usted cuestiona el papel de la mujer como objeto en las películas porno ¿Cómo hacer que la mujer sea la protagonista y no un elemento sexual?

Simplemente, teniendo en cuenta el placer femenino, no como una herramienta para conseguir la eyaculación masculina (que parece ser el fin último de la pornografía ‘mainstream‘), sino como un fin autónomo en sí mismo y en armonía con el placer del hombre (si hablamos de un porno heterosexual, claro).

No caer en la estigmatización de la mujer se puede evitar de una manera muy sencilla: tratándola como un ser humano con sus propias necesidades, deseos y capacidad de decisión en el sexo. No es cuestión de que sea siempre la protagonista, sino de que el trato y la representación que se le da no sea denigrante y, por otro lado, una malísima influencia para los ojos inexpertos que puedan estar consumiendo esas imágenes. De ahí que la mirada femenina sea tan crucial. (Mia Khalifa de actriz porno a cocinera)

¿Puede un hombre hacer porno feminista y cómo?

¡Claro que puede! De hecho, hay muchísimos hombres a los que tampoco les gusta lo que ven en el porno tradicional y quieren unirse a esta nueva ola de cine adulto.

No hay que confundir términos. Que estemos luchando por crear una pornografía con valores artísticos y una representación menos estereotipada del sexo no apela sólo a un género, sino a todas las personas que busquen algo diferente. Aquellos que, en un mundo de sobreinformación y sobreexposición de los contenidos audiovisuales en Internet, busquen una distinción de calidad, de trabajo. En este sentido, evidentemente que los hombres pueden hacer un porno con valores feministas, porque eso sólo quiere decir que hacen un porno basado en la igualdad y que se separe de la violencia y negatividad sobre el sexo del porno tradicional.

¿Cuáles son los valores que quiere resaltar con las películas hace?

Mi filosofía particular para un nuevo cine adulto se basa en cuatro ideas principales: el placer femenino también importa, el cine adulto puede tener valores cinematográficos y artísticos, debe haber variedad en la representación de cuerpos, razas y edades, y el proceso de producción debe ser ético. Esta es la base sobre la que se construyen mis películas, y las de otros cineastas que comparten la filosofía de este nuevo cine adulto alternativo.

¿Cómo puede el porno ser una herramienta de educación?

Puede serlo, aunque no es la principal función del porno, como no es la principal función del cine en general. Lo que puede hacer este nuevo cine adulto es inspirar nuevas maneras de practicar sexo, descubrirte prácticas o tendencias que quizás quieras probar en tu vida privada, ayudar a las personas a que dejen atrás sus tabús, a que disfruten de su sexualidad. Lo importante es que no transmita mensajes peligrosos de violencia, racismo o falta de consentimiento, que es lo que nos encontramos muchas veces en Internet.

¿Por qué es importante para usted la estética en lo que produce?

Supongo que porque soy una gran cinéfila y no entiendo el cine si no es una forma de arte. Creo que la excitación no sólo es más efectiva cuando la dotas de un contexto, de una situación concreta, sino también cuando juegas con lo erótico de la imagen. En contra de lo que piensan los productores de porno ‘mainstream‘, más centrados en amasar su fortuna que en otras preocupaciones artísticas, todo lo que rodea al acto sexual contribuye a un ambiente que puede resultar mucho más excitante para el espectador. La puesta en escena es importante. 

¿Cuál es el rol que juega el hombre en el porno feminista?

El mismo que el de la mujer: el de persona.

¿Invitaría a Nacho Vidal a una de sus películas y por qué?

No creo que Nacho Vidal y yo compartamos la misma visión del sexo, el erotismo o la pornografía. No al menos por las muestras de su trabajo que he podido ver. Aun así, admiro su iniciativa ‘No hay huevos‘ con Chrysallis, una asociación de familias con menores transexuales. Valoro mucho su implicación con ese proyecto, creo que lanza un mensaje muy importante. (Lo que sabe de las mujeres... Un actor porno)

¿Por qué cree que las mujeres se están independizando en el sexo?

Es un proceso natural. Pese a que aún vivimos en un mundo profundamente sexista, hace décadas que las mujeres conquistamos el espacio público, y con ello conseguimos muchos derechos que nos pertenecían como seres humanos. La cuestión sexual siempre ha sido una cuestión sociocultural, y como tal, avanza con el tiempo. Los estereotipos y los prejuicios se modifican de forma natural, aunque ha hecho falta mucha lucha, educación y rebeldía para conseguir que esa modificación se haga efectiva.

¿Por qué las mujeres no reconocen en público que han consumido pornografía?

Por miedo a ser estigmatizadas, principalmente. Para los ojos de una sociedad conservadora, una mujer que consume pornografía, se masturba o tiene muchas relaciones sexuales sigue siendo tachada directamente de ‘puta‘. Algo que no tiene ningún sentido. Esto es algo que ha cambiado un poco con el tiempo, pero aún se puede ver claramente en nuestra vida diaria.

¿Por qué cree que los hombres predominan en esta industria?

Fácil: porque mueve mucho dinero y porque a la mujer se la estigmatiza. El dinero así como el poder ha estado en manos de los hombres históricamente.

¿Qué efecto tiene el romanticismo de sus películas con el porno?

Algunas de mis películas son románticas y otras no. La diversidad es fundamental en lo que hago. De hecho, uno de mis compromisos en el porno es con la diversidad de escenarios, tendencias sexuales y situaciones. Ahora bien, lo que sí intento que haya en todas mis producciones es conexión, que no es lo mismo. Cuando dos personas conectan sexualmente, cuando se nota que se desean mutuamente, el erotismo traspasa la pantalla y convierte una película con sexo en un espectáculo maravilloso de pasión y lujuria. Y eso no quiere decir que cuando acaben se vayan a casar. Quizás no se vuelvan a ver nunca más, pero lo que es seguro es que ese momento lo han disfrutado al máximo sin necesidad de faltarle el respeto a nadie y poniendo siempre por delante el consentimiento de ambos. (El porno en cifras: todo lo que no sabía de la industria del cine para adultos)

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