31 de octubre de 2024
Gastronomía
Jorge Rangel: del Caribe Colombiano a las cocinas de Holanda, una vida a fuego lento
El chef colombiano conquista en ‘Selva’ el restaurante del hotel Nhow Ámsterdam RAI que tiene el mejor rooftop de la ciudad.
Por: Redacción SohoDesde un rincón de Holanda, Jorge Rangel, un chef de 35 años oriundo de Barranquilla, Colombia, revive los sabores de su tierra mientras mezcla técnicas e ingredientes europeos. Su historia, sin embargo, está lejos de ser solo la de un joven latino que alcanza el éxito en el extranjero. Es una travesía de transformación, de duelo, de perseverancia y, sobre todo, de un amor profundo y creciente por la cocina.
A los 13 años, Jorge vio cómo su mundo se sacudía cuando su padre falleció inesperadamente. Aquel evento marcó su vida y la de su familia. A su madre y a su hermano, el destino los llevaría hasta Holanda, un país de climas fríos y costumbres diferentes, pero que les brindaba una nueva oportunidad. Adaptarse fue, al principio, un reto monumental. “Yo era un adolescente y había dejado atrás amigos, recuerdos y la calidez de Barranquilla. No fue nada fácil, pero mi mamá nos enseñó a enfrentar las cosas con valentía,” recuerda Jorge.
Al principio, el idioma fue su principal obstáculo. La barrera lingüística hizo de su adaptación un proceso lento y frustrante. Jorge relata que durante meses, los días parecían una batalla constante. Sin embargo, dentro de esa misma lucha, encontró un refugio inesperado: un pequeño restaurante de su ciudad adoptiva que le ofreció su primer empleo como lavaplatos. “Era el único trabajo que pude encontrar. No tenía experiencia ni sabía mucho neerlandés, pero no me importó. Lo acepté porque me dio algo a qué aferrarme en medio de toda esa confusión,” confiesa.
Aunque aquel primer trabajo se limitaba a lavar platos, Jorge comenzó a observar con interés lo que sucedía en la cocina. Los chefs preparaban los platos con una pasión que él desconocía, y poco a poco, entre olores y sabores desconocidos, se fue gestando en él una curiosidad que jamás había experimentado. Fue entonces cuando comenzó a realizar algunas tareas menores como cortar ingredientes y organizar la cocina al final de la jornada. “Para mí era emocionante; no sabía que algo tan sencillo como cortar verduras podía ser un mundo en sí mismo,” señala.
El interés de Jorge crecía cada día, pero había una barrera emocional que también debía romper: su propia madre veía con escepticismo su deseo de ser cocinero. “Mi mamá siempre había tenido esa idea de que la cocina era cosa de mujeres, que un hombre no debía meterse allí. Al principio se preocupaba y pensaba que estaba perdiendo el tiempo,” comenta Jorge. Pero la persistencia y el empeño con que se lanzó a aprender la convencieron con el tiempo de que este no era un simple capricho.
La historia de Jorge como cocinero fue forjada, entonces, a fuego lento y de manera autodidacta. Sin formación académica formal en gastronomía, se valió de la observación y de la paciencia de los chefs que, viendo su esfuerzo, le enseñaron técnicas, sabores y hasta el rigor que exige el trabajo en una cocina. “Aprendí en la práctica y de a poco fui ganando más responsabilidades. Me daban tareas más complejas y eso me motivaba a dar lo mejor,” explica.
Un día, sus supervisores le pidieron preparar un plato especial para una cena importante. Para él, era un desafío, pero también una oportunidad única. Optó por un carpaccio de res, un plato simple en su esencia, pero que requería de precisión y buen gusto. Cuando vio el plato servido y los rostros satisfechos de los comensales, Jorge supo que había encontrado su camino. “Esa noche sentí algo que no puedo describir. Era como si cada cosa que había vivido me hubiera llevado hasta ese momento,” recuerda con nostalgia.
Su entrega no pasó desapercibida, y con los años fue ascendiendo en el restaurante, ocupando eventualmente el puesto de junior sous-chef. Allí, Jorge pudo explorar su propio estilo, fusionando toques latinos con la sutileza y el minimalismo de la cocina europea. “Trato de poner un poco de mi historia en cada plato. Aunque estoy en otro continente, siempre busco la manera de integrar algo de mi identidad,” cuenta. Para él, la cocina es un lenguaje universal, uno que ha aprendido a dominar y que le permite contar su historia sin necesidad de palabras.
Su camino hacia el Nhow Ámsterdam RAI
El chef colombiano ha encontrado un nuevo hogar en el restaurante Selva, ubicado en el hotel Nhow de Ámsterdam. En los últimos meses, su carrera ha experimentado un notable crecimiento gracias a esta experiencia, donde ha podido aportar su visión y creatividad a un menú que celebra la riqueza de los sabores latinoamericanos. Su pasión por la cocina se refleja en cada plato, fusionando ingredientes frescos y técnicas innovadoras que han capturado la atención de los comensales.
Selva, conocido por su ambiente acogedor, ha ganado reconocimiento en la escena gastronómica de Ámsterdam, destacando por su enfoque en la sostenibilidad y el uso de productos locales. Este restaurante se ha convertido en un punto de referencia para los amantes de la buena comida, ofreciendo una experiencia que va más allá de la simple degustación, invitando a los visitantes a explorar una narrativa culinaria que resalta la diversidad cultural de América Latina. La presencia del chef colombiano ha fortalecido esta propuesta, aportando un toque auténtico y contemporáneo a la oferta gastronómica del hotel.
El restaurante se inspira en los ecosistemas diversos de América Latina, lo que se refleja en su decoración natural y su menú innovador que rinde homenaje a los ingredientes autóctonos. Con una propuesta que cambia estacionalmente, Selva busca brindar a los comensales una experiencia culinaria que conecta con la tierra y sus tradiciones. Este enfoque no solo resalta la riqueza cultural de la cocina latinoamericana, sino que también promueve una relación más consciente entre los consumidores y los alimentos que disfrutan, creando así una experiencia gastronómica que es tanto deliciosa como significativa.
Sin embargo, su travesía no ha estado exenta de dificultades. Ser un chef inmigrante en un país con una cultura culinaria tan distinta puede ser desafiante. Jorge ha tenido que enfrentar prejuicios y momentos en los que su nacionalidad fue motivo de desconfianza. “Ser latino en este medio es a veces complicado. Sientes que tienes que esforzarte el doble para ser tomado en serio. Pero eso también me ha enseñado a no rendirme y a demostrar que mi trabajo habla por sí mismo,” reflexiona.
Hoy en día, Jorge sueña con abrir su propio restaurante. Anhela crear un espacio donde pueda ofrecer una experiencia que fusione las raíces de su tierra natal con las técnicas que ha aprendido en su viaje por Europa. “Mi idea es que la gente, al probar mis platos, sienta un poco de Barranquilla, un poco de mi historia. Quiero llevar esos sabores y esa calidez a cada persona que se siente en mi mesa,” explica con entusiasmo.
Por ahora, sigue trabajando en el restaurante que se convirtió en su hogar desde aquel primer día, puliendo sus técnicas, innovando y soñando en grande. Su meta, sin embargo, no es solo el éxito profesional. Para él, cocinar es una forma de sanar, de reconciliarse con su pasado y de honrar la memoria de su padre. “Creo que cada plato que preparo es un tributo a todo lo que he vivido y a las personas que me han apoyado. Esto es más que un trabajo; es mi vida y mi legado,” concluye.