La depresión: entre el tabú y el peligro

Andrés ha vivido momentos difíciles en su vida: la pérdida de su madre a causa de un cáncer, una relación larga que le hizo mucho daño y la insatisfacción con su vida profesional, son solo algunas de ellas. Al enfrentarse a estas situaciones, se sentía agobiado y angustiado, lo que le hacía pensar que no podía sobrellevarlas con entereza. Al no saber qué hacer ni cómo controlar todo lo que pasaba, entró en una depresión.

“Hagas lo que hagas sientes que algo no va bien, aunque no lo puedes identificar. Es un estado de desasosiego que te priva de calma. Dejas de dormir. Esto es una enfermedad que se desarrolla en la cabeza, por lo mismo es muy difícil vivir con ella, hay un punto en el que uno deja de ser lo que era y se va convirtiendo en otra persona”, expresa. Sumergido en una profunda tristeza, llegaron a su mente imágenes suicidas. Para él, “así como vivir es un instinto, también lo es evitar el sufrimiento, es como entrar en una última fase”. Andrés expresa que estas ideas van y vienen.

Por eso, un día, sumergido en una fuerte crisis, el pensamiento recurrente de acabar con su vida quiso materializarse y decidió intentarlo. “La depresión duele, no es una frase cliché. Sentirse así hace mal, lo sientes en el pecho, en la cabeza, en todo tu cuerpo. Ese malestar siempre será así”, dice.

Sin embargo, ver el dolor que le causaba a su padre y pensar por solo un momento que la vida también se componía de momentos alegres (aunque él no los sintiera hace mucho), se convirtió en algo valioso. Andrés encontró la fortaleza que necesitaba en las pequeñas cosas, que hicieron que las adversidades parecieran más pequeñas y fáciles de enfrentar.

En ese momento y aceptando que requería de ayuda profesional, buscó la asesoría de una psicóloga y también se apoyó en sus amigos.

Lo que le pasó a Andrés (nombre falso que se usó para preservar la identidad de quien dio el testimonio) es más habitual de lo que muchas personas creen. Y es que el suicidio sigue siendo aún, según los expertos, un tema tabú para la sociedad actual.

Además, las estadísticas hablan. Conforme a los datos publicados por el Instituto de Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INML- CF), en el año 2021 se registraron en la ciudad de Bogotá 374 muertes por suicidio, para una tasa de mortalidad de 4.8 por cada 100.000 habitantes, mostrando un incremento de 17 % respecto al año anterior. Y, para el primer semestre del año 2022 (dato preliminar), se han presentado 219 casos.

Al igual que en años anteriores, el suicidio se da con mayor frecuencia en los hombres, con 158 casos, en relación con los 61 casos que se registran por el lado de las mujeres. De acuerdo con un informe de la agencia sanitaria de la Organización de Naciones Unidas (ONU), las enfermedades mentales crecieron más entre las mujeres que entre los hombres y en los jóvenes más que en los adultos; esto es un llamado de atención para todos y emplaza a los países a mejorar el apoyo que prestan a este tipo de afecciones.

Indicios

Así como cualquier enfermedad, la depresión grave, que es la que puede desencadenar en un suicidio, tiene sintomatología; no obstante, hay que tener en cuenta que esta no siempre es evidente, por lo que es importante estar atentos a cualquier señal para prevenir una tragedia:

Presencia de pensamientos o planes de autolesión en el último mes o actos de autolesión en el último año.

Alteraciones emocionales graves y constantes.

Sentimientos de desesperanza.

Violencia.

Conducta poco comunicativa y/o aislamiento social.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el suicidio es la segunda causa de muerte de los jóvenes entre los 15 y 29 años, por lo que, si conoce a alguien que esté planeando hacerlo, es importante que sepa cómo abordar la situación:

Diálogo con empatía. Lo primero que puede hacer es iniciar una conversación con esa persona y tener presente que está ahí para escuchar y no para juzgar.

Permita que la persona exprese sus sentimientos.

Siempre que sea posible, respete su intimidad, hay muchas cosas que no se quieren contar.

Háblele de forma directa sobre el suicidio, exprese preocupación y no prometa confidencialidad frente al tema.

Tome seriamente la situación y evalúe el grado de riesgo. Aconseje sobre buscar ayuda profesional y a dónde puede acudir.  

Procure no dejarlo solo y retirar aquellos objetos que puedan suponer un riesgo para su vida.

No ignore la situación ni se muestre consternado. Tampoco entre en pánico, no use frases como “todo estará bien” ni busque hacer parecer el problema como algo trivial.    

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