9 de mayo de 2022

Opinión

El paro armado y las elecciones

¿A quién beneficia y a quién afecta el paro armado del Clan del Golfo a tres semanas de la primera vuelta presidencial? La actuación del presidente Duque y la preocupación por la seguridad tienen incidencia en las campañas de Petro y Gutiérrez.

Por: Ricardo González Duque
Camiones quemados en el paro armado del 6 de mayo de 2022.
Las pérdidas hasta el momento superan los 13 mil millones de pesos. | Foto: Fotos suministradas por la ATC

Días de terror vivieron los habitantes de casi 100 municipios en 11 departamentos de Colombia donde el Clan del Golfo confirmó una frustrante realidad en la guerra del narcotráfico: “a rey muerto, rey puesto”. La captura y posterior extradición de ‘Otoniel’ a Estados Unidos no significó el fin de esa banda criminal, como de forma apresurada y equivocada anunció a final de 2021 el presidente Duque, quien fue un simple espectador de este horror desatado.

En la noche del domingo los criminales de las autodenominadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia (nombre contradictorio para un grupo armado de extrema derecha que utiliza el apellido de un líder de izquierda) anunciaron que daban por terminado el paro armado por decisión propia y no por presión de las Fuerzas Militares, que a diferencia de otras ocasiones no fueron efectivas para repeler casi 200 acciones armadas del grupo narco, entre asesinatos, quema de vehículos, bloqueo de vías y confinamiento de los ciudadanos.

Los pueblos fantasma que se vieron de jueves a domingo en la Costa Caribe y en Antioquia solo recuerdan épocas como las del gobierno de Andrés Pastrana hace 20 años y es que pesar de que con su acostumbrada soberbia la actual administración lo niegue, en Colombia es claro que hoy existen zonas vedadas para la actuación de la autoridad.

El caos fue de tal magnitud que llegó incluso a las páginas del periódico The Guardian en Reino Unido que tituló ‘’Es el terror total: Cartel colombiano toma represalias por arresto de capo” y en el artículo agregó: “Todos están confinados en sus casas y nada, ni siquiera una ambulancia, se mueve (…) El Estado no tiene control aquí, por lo que en cualquier momento los grupos armados pueden crear problemas y desestabilizar toda la región”.

El más grave hecho de orden público de los últimos años contrasta con la promesa de Seguridad Democrática que intentó reencauchar el uribismo en las elecciones de hace cuatro años, por eso llama tanto la atención que integrantes del Centro Democrático como María Fernanda Cabal, Juan Espinal y el mismo expresidente Uribe, compartieran estos días las imágenes e informaciones de la comunidad afectada por los confinamientos y la quema de sus vehículos, lo que ubica a ellos que respaldaron a Iván Duque en 2018 entre los que ahora consideran que hay ausencia de presidente en Colombia.

Esa falta de liderazgo ya se había visto hace un año durante el paro nacional cuando el presidente fue una vez a medianoche a Cali, casi que a escondidas y regresó después para visitar los barrios más pudientes de la ciudad y no los lugares donde hubo asesinatos. Ahora Duque suma su desconexión: mientras un centenar de municipios estaba paralizado, él charlaba de la “cuarta revolución industrial” con el cofundador de Apple. Cuando se dio cuenta de la gravedad de lo que ocurría, apeló a decir que eran “hechos aislados” y finalizó asegurando que el Clan del Golfo “trata de mostrar una fuerza que no tiene”. Una nueva versión del “de qué me hablas, viejo”.

Fueron muchas las respuestas para Duque, pero tal vez la más diciente fue una en carreteras de Córdoba donde un ciudadano grabó un video: “Un mensaje pal’ presidente: ocupándose de problemas en otros países, en guerras que no le incumben, y vea que la guerra está en este país”.

El paro armado se metió en la campaña electoral y cada sector lo utilizó a su antojo, desde Gustavo Petro que ironizó diciendo que en Córdoba ni siquiera se podía ir al Ubérrimo, la finca de Uribe; hasta el mismo expresidente que publicó un video de un bus quemándose acompañado de la frase “Enseñanzas de Petro y Santos”. Sus dos obsesiones. Federico Gutiérrez solo apuntó a decir que algunos estaban defendiendo a ‘Otoniel’ y le sumó la obviedad: “el Estado debe estar para proteger a la gente”

No haber frenado a tiempo la arremetida criminal que se organizó en cuestión de horas después de la extradición de ‘Otoniel’ y demorarse en la respuesta del Ejército y la Policía para enfrentar al Clan del Golfo, reforzó además la peligrosa teoría que hace carrera en el petrismo de una supuesta alianza entre los paramilitares y la fuerza pública.

El paro armado del Clan del Golfo tiene consecuencias políticas a tres semanas de las elecciones porque fortalece la percepción del desgobierno de Duque y aunque puede revivir la agenda de seguridad en la que es tan fuerte la derecha, el desprestigio del presidente afecta a Federico Gutiérrez que es el candidato continuista. Eso, naturalmente, le da fuerza a Petro.

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