12 de diciembre de 2006
Testimonios
Contra los villancicos
Me cansé, estoy mamado de los Villancicos y quiero que usted sepa por qué.
Por: Guillermo Díaz SalamancaHace varios diciembres que he querido saber qué coño es la tutaina tuturumá. He soñado con esa palabra. ¿Cuántas noches me he despertado sudoroso y me desvelo tratando de descifrar lo que significa? He visto a miles de niños y personas mayores cantando ese villancico que suena hasta chévere, pero al que nunca he entendido.
Una mañana muy temprano, cuando los rayos del sol comenzaban a entrar por mi ventana, me dije "tal vez Juan Gossaín me saque de dudas, él que es escritor y periodista es posible que sepa qué quiere decir tutaina tuturumaina". Muy presto me vestí y salí en búsqueda de Juan. Cuando me recibió, su mirada me daba a entender que él había pronunciado esa palabreja muchas veces, porque al final Juan tiene cara de ser villanciquero. Con su particular tono de voz me fue diciendo "es posible que la tutaina tuturumaina sea un vocablo que solían usar los persas y los medos en esas legendarias batallas en las que se trenzaron y que él haya llegado a ser motivo de alegría según fuese el resultado de la confrontación".
La verdad, salí de allí aún más cavilante. ¿Tutaina tuturumá? Será un vocablo chibcha pero en medio de tanto aborigen que hay en esta Colombia, a quién preguntarle, ¡si existiese el diccionario chibcha! Además, nadie en la zona T o en la zona G compraría un diccionario chibcha. ¿Te "imagiiinas" un estudiante del Moderno o del "Ci en yi", leyendo el diccionario chibcha
, ¡qué oso..."arica"! Entonces, había momentos en los que mi ánimo se desvanecía por la sencilla razón de que los sabios de hoy al final no creo que tengan idea de qué significa tutaina tuturumá. Se imagina el lector que yo vaya hasta donde Uribe Vélez y le diga en medio de un consejo comunitario: "Presidente, en mi pueblo se agotaron las tutainas tuturumainas y nadie nos ha querido ayudar para que haya más" y que él, en medio de la infinita sabiduría que tiene para responder cualquier cosa, me diga "hijito, José Obdulio, hable con el director de Invías para que le pongan las tuturumainas bien puestas, en el lugar que es y como debe ser. Que no le traigan tuturumainas viejas".
Embutido en mis pensamientos sobre este tema me di a la tarea de esculcar otras cosas que tengan que ver con las navidades y allí sí que he encontrado curiosidades. Por ejemplo: ¿cómo puede uno llegar en un burrito sabanero hasta Belén? ¿De dónde son los burros sabaneros? De Sabana de Torres, de Sabanalarga, de la Sabana de Bogotá. ¿Y acaso a un burro le alcanza el tranco por largo que sea para llegar hasta Belén? ¿O será que el burro iba hasta Belencito, Boyacá, o hasta Belén de Umbría o hasta Belén de los Andaquíes? Vaya lío. Y agreguénle el "tuqui tuqui tuqui tuqui, tuqui, tuqui tuqui tá", palabrejita esta que anima al burrito para llegar. Qué clase de burro es este que cuando le dicen tuqui tuqui apura el paso. Tendrá alguna cercanía con tuqui tuqui lulú. Caramba, el lío es cada vez mayor.
Metí una vez más las manos en mis bolsillos y con la mirada perdida como escudriñando en lontananza me fue rumiando mi desencanto, pero una lejana música navideña me sacó de mi introversión. A lo lejos sonaba "lana nanita nana nanita nana nanita ea, mi Jesús tiene sueño, bendito sea, bendito sea…" Y me detuve a escuchar el villancico y me dije: "Tal vez nana sea la abuela, pero y quién era la abuelita del niño Dios? Poco se habla de ella. ¿O sería que en el pesebre había alguna Yurani? Porque a las Yuranis les dicen Nani, ¿O sería que en el pesebre había una Diana? Porque a las Dianas les dicen Nana? ¡Qué rollo!
No había pasado esto del todo cuando sentí deseos de tomar un refresco y al entrar a la tienda oí en una vieja radio de tubos, sonar una melodía que aumentó mis inquietudes "beben y beben y vuelven a beber los peces en el río por ver al Dios nacido". Qué mano de peces tan bebedores. Con razón hay peces que parecen jinchos, pero ¿será verdad que los peces beben? Tomar agua de mar debe ser terrible y qué me dicen de tomar agua del río Bogotá. Esos peces deben estar más intoxicados que los del Polo Democrático con la Alcaldía de Bogotá. Quién vio a los peces bebiendo y en dónde suelen beber los peces y en qué río. Pero es que además beben y beben y vuelven a beber.
A esas alturas ya tenía serios líos con la tutaina, con la nana nanita, con el burrito sabanero y con los peces bebedores. Era suficiente ya, ¿o no? Bueno y qué importa si esa música nos recuerda la Navidad.
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