25 de enero de 2023
Historias
Una semana en Bumble: el amor en los tiempos de las apps de citas
Una periodista de SoHo se metió durante varios días al mundo en el que 91 millones de personas buscan el amor o solo pasar el rato. Lo que encontró le puede servir de guía para que no cometa errores imperdonables.
Por: Soho.coNo estoy segura si son las presiones sociales, las películas y novelas con las que crecimos y aún seguimos viendo disponibles en las plataformas digitales, si son las ganas, las rupturas amorosas, la idea de conocer la mayor cantidad de personas o la simple curiosidad, cualquiera de ellas cabe entre las razones por las que alguien decide sumergirse en el mundillo de las aplicaciones de citas.
En la inmensidad del Internet aparecen ellas. Esas polémicas plataformas a las que se unen millones y millones de personas alrededor del mundo en busca del amor de su vida. Los que las usan con este propósito, pueden pensar que este anhelado ser está detrás de una pantalla.
Si me preguntan, en lo personal, no soy muy fan de las aplicaciones de citas. Puede que cualquiera piense que estoy ‘chapada a la antigua’, pero creo que conocer a alguien, para lo que sea, de la manera más casual posible, es ganador. No solo para salir, tener una relación, adoptar un perrito y buscar ‘un final de cuento de hadas’ —algo que, según yo, es poco probable que suceda en la vida real—, sino para conocer personas en general.
Aunque existen romances sacados de una película de esta época en la que la virtualidad es el inicio de todo, también hay trágicas historias en las que de sueño se pasa a la pesadilla. Nunca terminamos de conocer a alguien realmente y en redes sociales esto se pude llegar a intensificar. Pero bueno, la idea no es contar titulares de noticiero de mediodía.
La verdad es que eso de conocer personas que se eligen por mandar la foto a un lado o al otro o por una corta descripción que defina si me cae bien o mal me dificulta la existencia de formas absurdas.
Sin embargo, para juzgar algo se debe conocer a fondo. Por ello, decidí caer en el mundo virtual y abrir un perfil en estas aplicaciones, exactamente, en Bumble. Mi curiosidad de ver aquello que los usuarios ven, me hicieron entrar en este mood.
Para aquellos que poco o nada conocen, esta es una aplicación que prioriza a las mujeres. Esto quiere decir que ellas son las que dan el primer paso, ya sea para buscar pareja, amigos o establecer relaciones profesionales.
Antes de dar el paso de las relaciones análogas a las virtuales, hablé con Marcela Millán, vocera de esta app, quien cuenta que esta metodología ayuda tanto a hombres como a las mujeres, pues ellos no tienen la presión de hablar primero y ellas tienen la posibilidad de elegir si inician la conversación en el tono que ellas quieran. Además, para ella es “la nueva normalidad, pues las personas priorizan sus límites. Esta es una de las tendencias de citas en el 2023″.
Viviendo en el mundo de las citas virtuales
Lo primero que hice fue registrarme, después de seguir los pasos, poner fotos para mi perfil, mi edad, lo que me gusta, lo que no me gusta, lo que hago en mi tiempo libre y lo que buscaba en la sección de citas, empecé a ver perfiles. Se me pasó por alto poner límite de edad entonces mis opciones iban desde los 20 años hasta los 57 aproximadamente.
Algo que entendí días después, pero que no corregí, por lo que seguí navegando en el mar de posibilidades que hay en este mundo del... ¿amor virtual? Siendo sincera, no estaba buscando un romance para llevarlo al altar ni un fugaz momento de placer. Estaba viendo las miles de personas que hay. Sus gustos, sus objetivos, la vida que mostraban y lo que tenían para decir. Me creen, ¿cierto?
Me encontré con personas colombianas y extranjeras que buscaban un amor a la antigua, un momento de lujuria, un compañero de cine, una mujer perfecta, una madre para sus hijos, una compañera de viajes, alguien con quien pasar un solitario domingo, aún no lo saben, entre otras opciones.
Mientras miraba perfiles también vi sorpresas propias de la vida en Internet. Por ejemplo, un colombiano —de esos que no puede esconder su nacionalidad con solo verlo—asegurando que era canadiense. Un adicto al chocolate que aseguraba que su único interés era comer esta delicia hasta el fin de sus días. O un talentoso sujeto que podía llorar para hacerse el dramático y sacarse el codo.
Había varios filósofos inspirados en frases de desmotivaciones.com. Unos cuantos con problemas de amor propio asegurando que “malo en el amor y en la vida”, “creé esto para no ir a comer solo” o “no te voy a enviar fotopenxs ni nada al respecto” en sus descripciones. Mientras otros cargaban un fuerte ego en sus perfiles, que evidenciaban en ese corto espacio como “200 caracteres no son suficientes para describirme” o “podré convencer a tus padres que soy lo mejor para ti”.
También, encontré algunos con fuertes exigencias como la edad, la estatura, la ideología política o la alimentación. Por ejemplo, aquel joven que aseguraba que “si no comes desgranados no puedes salir conmigo”. Aparecen otros conquistadores que creen engañar con frases como “ya me enamoraste con tu hermosa sonrisa” o “no me fijaré en tu aspecto físico, solo en tus sentimientos” o algunos con traumas como “o salgo con Lauras o Valentinas”. Quién sabe el sufrimiento que esconde aquel ser humano.
Pero lo que más llamaba mi atención eran las fotos. Tantas posibilidades de tomarse fotos y solo algunos de los 1100 caballeros que me dieron like en la semana que estuve en la plataforma y de los que me aparecían en las opciones, pasaron la prueba que la mayoría de las mujeres piden desde el fondo de su ser.
Aunque no hablo por todas, en conversaciones femeninas, un tema que resalta en “lo que que callamos las mujeres” es la forma en la que se toman fotos los del género opuesto. Vale destacar que cada quien es libre de hacerlo como quiera, pero en estas plataformas puede ser lo que defina un giro a la derecha o a la izquierda.
Por ejemplo, las temibles fotos en el espejo resaltaron como si fuese un requisito. Esto fue algo que comenté con varias personas y todas llegaron a la conclusión de que era algo que, si no se mejora completamente o se hace en casos específicos, debe ser prohibida.
Como recomendación, para los que les interese, eviten fotos en el espejo como si fuera un potenciador sexual o que esto hará que las damas se enloquezcan viendo su silueta envuelta en gotas blancas en el vidrio, la taza del baño o la cama destendida como paisaje.
Es cierto que varios de nosotros, me incluyo, fuimos víctimas de esta tendencia varios años atrás, pero es que si no es un espejo que valga la pena, simplemente no lo haga. Soy partidaria de que puede haber algunos momentos en los que lo vale. He visto caballeros que saben cuándo se puede tomar una foto en el espejo. ¿Lo básico? Una con marco decente, fondo aceptable, cero muecas bad boy y vidrio limpio.
En mi exhaustiva investigación también vi varios sujetos que por alguna razón desconocida tapaban sus caras o que exageraban sonrisas o el zoom. Algunos otros tenían la galería de cada momento de sus vidas, las famosas fotos de espalda, con la cara agachada o mirando al más allá.
Otros tenían fotos de estudio y algunos más con la familia, la pareja o los amigos, algo que dificulta el principio básico de la aplicación, pues no se sabe cuál es... Qué tal uno se fije en el de la derecha y termine siendo el de la izquierda o el del centro. La primera cita podría ser un fracaso o un golpe de realidad.
Al final, podemos decir que unos cuantos días después de haber descubierto el mundo de las aplicaciones de citas, “para gustos, los colores”. Hay quienes estarán de acuerdo conmigo y otros más que defenderán a capa y espada sus fotos en el espejo. Cada quien con lo suyo y sus gustos en la virtualidad. Yo, de momento, seguiré en el mundo de las citas ‘analógicas’. ¿O será que me doy otra pasada por Bumble?