14 de mayo de 2008
Testimonios
Yo descubrí a Lionel Messi
En septiembre de 2000 yo trabajaba para el FC Barcelona detectando chavales jóvenes y con talento en Suramérica.
Por: Carles RexachLuego de visitar Brasil y Paraguay, sin demasiado éxito, me topé en Montevideo con un amigo argentino quien de inmediato me recomendó a un joven llamado Lionel Messi: "Charly, tenés que viajar a Rosario para verlo jugar, es un fenómeno". Pregunté su edad pensando que era un jugador de 18 años, pero me dijo que solo tenía 13. Pero la insistencia y el entusiasmo de Horacio Gaggioli, un experto en fútbol infantil, provocó cierta curiosidad en mí. Por eso le propuse organizar un viaje a Barcelona con los padres del chaval, naturalmente pagado por el club, para probar sus condiciones futbolísticas durante 15 días. Así se hizo.
La primera vez que vi a Messi en persona no le di importancia a su físico esmirriado ni a la baja estatura ya que la cultura del Barcelona siempre ha sido buscar primero la calidad técnica del jugador. Nos ocurrió lo mismo cuando probamos a ‘Pep‘ Guardiola, hace varios años: era un chico delgadito, muy poca cosa y, con el tiempo, se convirtió en el símbolo del club. Messi y su familia se alojaron en un hotel cercano al Nou Camp y nosotros le montamos un partidillo a las 5:00 p.m., en el campo de entrenamiento, con rivales uno y dos años mayores que él, para ponérselo difícil.
Llegué algo demorado y Messi ya estaba jugando de media punta, bien adelantado porque en este tipo de pruebas se busca que el chaval toque muchas pelotas y demuestre su clase. Ese día no lo olvidaré jamás: demoré casi 20 minutos en darle toda la vuelta a la cancha y llegar al banquillo porque andaba dos pasos y me paraba, caminaba otro tramo y volvía a frenarme para admirar las cosas que hacía con el balón. Era impresionante la rapidez y precisión de sus movimientos, los regates, y los cuatro goles que convirtió en breve tiempo. Lo tenía todo.
Cuando finalmente logré sentarme en la banca, le dije a un asistente: " Ya lo podéis fichar". A los 13 años, Lionel ya se mostraba valiente. Tenía el balón todo el rato y dejaba parados a los rivales con una facilidad asombrosa. Parecía que hubiese jugado siempre: no estaba nada asustado, ni nervioso de jugar con gente que no conocía y esto fue lo que me decidió a ficharlo. Claro que primero hubo que sortear varios problemas: Messi era extranjero y no podía jugar en las ligas menores, había que conseguirles trabajo a los padres y además los grandes clubes ven a un chaval tan joven como un proyecto muy lejano entonces los directivos nunca quieren arriesgarse. En ese momento me puse tozudo y les dije: "Este chaval juega mucho mejor que los demás, tiene un talento diferente y si no, ¡de qué hablamos!".
Pero cuando Jorge, el padre de Messi, iba al club para firmar, lo hacían volver al día siguiente o un día después. Pasaron tres semanas y Jorge estaba tan desesperado que una noche, en el restaurante del club de tenis Pompeya, me dio el ultimátum: "Si no arreglamos pronto, yo me tengo que volver a Buenos Aires". Yo lo tranquilicé de la única manera que se me ocurrió: tomé una servilleta y escribí: "Yo, Carles Rexach, me comprometo a firmar al joven Lionel Messi, siempre y cuando hablemos de las cantidades pactadas previamente". Ahora, cada vez que me encuentro con Messi, él me agradece y yo le contesto siempre lo mismo: "¡Que yo no te descubrí, hombre, que tú te descubrías solo!".