9 de octubre de 2008
Entrevistas
Juan del Mar cuenta por qué decidió desnudarse
Después de las fotos del Tino Asprilla en nuestra primera edición de SoHo Mujeres, el único que se le midió a posar totalmente desnudo fue él. Bienvenido. Uno de los hombres más sexies de Colombia está aquí, solo para nosotras.
Por: Marta Orrantia. Fotografía: Diego Cadavid 2008Juan del Mar lleva toda su vida haciendo todo lo contrario a lo que le dicen. "Estudia Administración", fue la orden que le dio su papá, y él obedeció a medias porque llegó de Boston con un grado en Mercadeo y una especialización en Bellas Artes. "Trabaja en los negocios de la familia", le dijeron a su regreso, y a los dos años renunció para siempre y luego de un tiempo en las Islas del Rosario, regresó a Cartagena a poner un restaurante. Ahora, a los 38 años, volvió a portarse como un niño necio y decidió posar desnudo para la segunda edición de SoHo Mujeres.
¿Por qué se le midió a hacer estas fotos?
Porque creo que todos somos igualitos. Yo no creo que seamos diferentes unos de otros.
¿Y qué es lo que lo asusta?
La parte social. La parte de mi mamá, que tengo ahí encima. Pero por el resto estoy tranquilo, en definitiva yo no creo que nadie tenga nada más grande que nadie…
Eso no es cierto. Sí hay gente que tiene cosas más grandes…
Sí, pero en esencia es lo mismo. Hay que gozarse lo que uno tiene, lo que le tocó.
¿Y no siente que está mejor dotado que muchos?
No sé, no me la he medido con los otros… Eso es lo que hay (risas).
¿Por qué aparece en estas fotos "vestido" de torero? ¿Porque así es usted ahora?
Sí, pero también porque los toros tienen esa parte misteriosa, erótica. Estaba entre eso y el mar, así que las fotos son en la plaza de toros y en la playa de Punta Canoa, en Manzanillo.
Usted pasó de los restaurantes a la música, a la actuación, a los toros… ¿Cómo es eso?
Empecé con los restaurantes porque esa fue la educación que recibí en casa. La religión de la casa era la mesa. Mi mamá cocinaba y nosotros, mis dos hermanos y yo, atendíamos. Así que abrí un restaurante y a los ocho meses ya había abierto otro y al año ya tenía tres, y cuando ya me estaba yendo bien ahí sí tomé la decisión de cumplir todos mis sueños: actuar, cantar, ser modelo, hacer comerciales de televisión…
Y torear…
Sí. Uno tiene que ser consecuente. Los hombres somos unos guerreros, cazadores y de eso vivimos. Y en el toreo he encontrado eso, un arraigo a lo que somos. La gente dice "pobrecitos los animales", pero usan los zapatos de cuero y comen carne, eso no es ser consecuente. Y todas esas cosas que dicen los antitaurinos, que al toro le hacen no se qué, eso es mentira. A mí me parece que es una pelea muy justa.
¿Qué sintió la primera vez que entró en un ruedo?
Mucha emoción. Mientras más me cogía el toro, más quería estar ahí. Siempre fui cazador, desde niño me enseñaron a comer lo que pescaba cuando iba a las islas. Hacíamos pesca submarina, con arpón. Así nos criaron.
¿Es así de instintivo con las mujeres también?
Me gusta una mujer que me huela bien. Puede ser como sea, me gustan todas, pelaítas, viejas, todas, pero que huelan bien. Para mí eso es lo más importante. Yo en eso soy muy animalito. Yo puedo saber si me gusta una persona solo con olerla. Su pasado, su presente, su futuro, para mí eso no tiene sentido.
¿Qué hace en una tusa?
Me la gozo. Sufrir en el amor es bonito también, sentir cosas que en otro momento no sentiría. A mí la parte cursi del amor me encanta. Lo que uno piensa cuando está entusado, las cosas que se le ocurren, lo que uno escribe… Uno se siente vivo, siente que al corazón también le pasa algo.
¿Hace cuánto no tiene novia?
Hace tres años.
¿Es mujeriego?
Sí.
¿Cada cuánto se acuesta con una mujer?
Depende. Hay mujeres con las que me acuesto cada mes y mujeres con las que me acuesto cada día. Son épocas.
¿A veces se lo piden y usted les dice que no?
¡Claro! Y me encanta decir que no. Desde que era un adolescente, a veces digo que no, porque mientras más se niegue uno hay más deseo, y esa energía le llega a uno…
¿Y a usted le dicen que no?
También, y también me gusta.
¿Usted es celoso?
A veces, cuando la mujer quiere que uno sea celoso. Los celos son como un jueguito. Es decirle a la otra persona que uno la quiere y que está interesado en ella.
¿Qué tan sexual es?
Bueno, como digo, eso va por épocas, pero además no todo tiene que ser sexo en la vida. A veces hay empatías que no tienen que ver con el sexo.
¿Cómo así?
Yo creo que por eso hay tanto hombre que se ha vuelto marica. Creen que la única forma en que se pueden demostrar su cariño es mariqueándose y no es así. Yo puedo tener amigos con los que me puedo abrazar, me puedo dar un beso… no tiene que ser sexual. Es cariño, es amor. No tiene que llegar a ser lo otro. ¿Por qué hay que llegar al extremo de dárselo a otro hombre para demostrarle cariño?
¿Entonces usted es de los que les demuestra cariño a sus amigos?
Claro. Si uno se reprime todo ese cariño, la manera de reprimirse es que se estallen por el culo, digo yo. Y mientras más cerca esté uno de demostrar cariño, más lejos está de ser marica.
¿A usted no le dicen que es marica?
A mí me vacilan. Porque llevo el pelo largo, porque tengo aretes, porque me gusta llorar… yo me siento muy femenino.
¿Le gusta llorar?
Para mí llorar es casi orgásmico. Ese segundo llanto, cuando uno agarra aire, es como cuando uno se está viniendo.
¿Siempre le ha gustado llorar?
A mí me pegaron todos los días de mi vida. Mi mamá, mi papá, mi hermano mayor. A mí me encantaba que me pegaran porque me encantaba llorar.
¿Por qué llora ahora?
La felicidad me produce mucho llanto. La emoción. Ver una buena faena de un torero que sea amigo mío…
Volvamos a su infancia. Usted dice que le pegaban, que lo regañaban… ¿Ahora no están orgullosos de usted?
A mi mamá le hubiera gustado que fuera diferente, todavía me lo dice. Que fuera una persona más formal… Ella todos los días me dice que se equivocó criándome.
¿Qué hacen sus hermanos?
Mi hermano mayor es médico y mi hermano menor vive en China. Estudió Lingüística, es loco con las lenguas y se fue a aprender mandarín. Todos somos completamente diferentes.
¿Cuál fue la enseñanza más importante que le dieron en su casa?
"Que hablen bien o mal, pero que hablen", eso me lo dijo mi papá cuando yo tenía 13 años, cuando comenzaron a hablar mal de mí. Fue como un permiso de hacer todo lo que quise en la vida.
¿Qué decían de usted a los 13 años?
De todo. Que era creído, que era mariquita, todo lo que un niño puede decir de otro.
¿Lo critican mucho todavía?
Una vez estaba toreando en Manizales y cuando estaba haciendo el paseíllo la gente me chiflaba. Ese día indulté el novillo.
¿Por qué cree que la gente lo chifla?
Porque es un oficio para el que se necesita entrenar desde niño y yo no lo hice así. De pronto también les da rabia porque es algo muy difícil de hacer. Yo lo hago porque me gusta. Hay personas que se la pasan diciendo: "Me gustaría", y no lo hacen.
Usted habla mucho de eso, de cumplir sueños… ¿Cuáles le faltan por cumplir?
Muchos. Por ejemplo, yo quiero irme a navegar un rato. Quiero hacer cine. Quiero torear en las plazas de primera. Me gustaría torear en Bogotá, en Cali, en Manizales, en Medellín…
¿Quiere casarse?
Por ahora no. Estoy feliz como estoy.
¿Y de hijos?
A mí me encantan los niños, pero soy como egoísta con mi tiempo, por eso también me cuesta trabajo tener novia.
¿Cuál es el peor defecto de una mujer?
La arrogancia.
¿Cuánto ha durado su relación más larga?
Tres años, creo, pero no estoy seguro. Yo con el tiempo tengo una pelea rara. No tengo noción del tiempo. Yo no lo cuento, ni uso reloj. De pronto porque yo tengo una vida que no necesita de eso. Por el día voy a la playa y por la noche trabajo.
¿Qué hace en la playa?
Depende. Si hay olas surfeo, si hay brisa hago windsurf, a veces hago kitesurf, si el mar está tranquilo nado y pesco…
¿Cuál es su plan de una noche?
Trabajar. Los últimos 12 años de mi vida he trabajado casi todos los días. Pero si hay una noche que no tenga que ir a trabajar, me gusta ir a cenar, si se puede ir a bailar también, pero máximo hasta la una, para que al día siguiente funcione.
¿No se emborracha?
No. Yo no tomo. Era marihuanero y ya ni eso me gusta. Fumé 20 años de mi vida todos los días, y ya me aburrí, porque me atonta la marihuana.
Dicen que los toros dejan muchas cicatrices. ¿Es verdad?
Sí, pero a mí me gustan mucho las cicatrices. Yo estoy lleno de cicatrices. No solo por los toros, sino por todo lo que he hecho. Para mí son como trofeos.
¿Dónde tiene su cicatriz más grande?
En la espalda. Me la hice en el mar. Ahora quiero una en la cara. Así como hay gente que quiere tatuajes, yo quiero cicatrices.
¿Lo piropean mucho?
Sí. Yo cada vez que estoy triste me voy para la playa, me echan tres piropos y se me quita. Y si me los echa un hombre, también los recibo. Una vez me dijeron que yo era el indio Catalino de Cartagena.
¿A qué le tiene miedo?
Tengo pánico escénico. Cuando toreo me da más miedo el público que el mismo toro.
¿Y estas fotos no le dan pánico escénico entonces?
No sé, de pronto las veo impresas y descubro que sí.
¿Y entonces por qué las hizo?
Porque soy así. Porque me gusta la controversia.