30 de abril de 2014
Entrevista
Alejandra Orozco, la modelo de tallas grandes
Fue reina de belleza y modelo talla 8, pero se cansó de no comer y quiso demostrar que podía seguir su carrera. Hoy es modelo pero talla 14. Esta caleña quiere hacer historia y convertirse en la mejor modelo de tallas grandes de Colombia.
Por: Fotografías de Alejandra QuinteroComenzó a modelar a los 18 años, ¿cómo la descubrieron?
En esa época estudiaba Ingeniería Industrial y trabajaba, al mismo tiempo, abriéndole mercado a una bebida energética en Cali. Un periodista, José Jordán, me vio en el Éxito y me dio un número de teléfono para que llamara y preguntara por una persona que necesitaba una niña como yo para un comercial. El señor al que llamé no tenía idea de qué le estaba hablando. Me pareció sospechoso. Me dijo que tranquila y me pidió que fuera a verlo con mis papás. Le respondí que mejor viniera él a buscarnos a Chipichape.
¿Y qué pasó?
Llegó Jorge Hernán Orozco, el señor con el que había hablado, en compañía de José Jordán, el periodista que me contactó. Me propusieron que concursara para ser Señorita Valle. Yo no quería porque, aunque era delgada y alta —mido 1,78 metros—, no estaba tonificada ni sabía caminar en tacones —no los usaba entonces—, y faltaban solo tres semanas para el concurso. Ellos me convencieron a punta de bla, bla, bla. En el reinado no me fue bien. Era muy tímida y las demás niñas estaban muy bien preparadas, pero pasé ‘deli’, aunque sentí mucho estrés. Luego fui Miss Mundo Cali y en Miss Mundo Colombia obtuve el título de la más fotogénica.
¿Y cómo dio el salto de reina a modelo?
En el concurso conocí a Carlos Armando Buitrago, un talentosísimo diseñador caleño. Nos volvimos amigos y él me metió en todos sus desfiles. Luego conocí a otras diseñadoras —Johanna Ortiz y Renata Lozano— y ellas me llamaron para que desfilara en sus pasarelas. ¡Esa época fue deliciosa!
¿Cuánto pesaba y qué talla era entonces?
Cuando participé para ser Señorita Valle pesaba 63 kilos. En Cali eso no estaba mal, al fin y al cabo las altas éramos escasas. Pero cuando llegué a modelar a Bogotá, me dijeron que tenía que bajar ¡8 kilos! Al final logré llegar a 58 kilos y tenía 58 centímetros de cintura. Era talla 8. Con todo y eso, más de una vez no pude trabajar porque no cabía en la ropa. En esa época lo que estaba de moda era que a las modelos se les vieran los huesos y los tendones.
¿Cómo se sentía en ese momento con su físico? ¿Qué le decía la gente?
Algunas personas me decían que me seguían sobrando un par de kilos. Otras me decían que pobrecita, que parecía enferma, que estaba en los huesos, ojerosa y con los pómulos muy salidos. Recuerdo que Johanna Ortiz me dijo una vez en un Cali Exposhow que tenía que subir un par de kilos porque estaba muy flaca.
¿Se cuidaba mucho?
La verdad no. Estaba joven y no me engordaba. Además tuve un cambio muy fuerte. Pasé de una vida sedentaria a un corre-corre todo el día. Como vivía sola, al desayuno comía únicamente fruta, salía corriendo y, la verdad, es que a veces no tenía tiempo para almorzar. Caminaba mucho. Pero cada día por medio, por la noche, comía pizza y era feliz. ¡Ese era el final feliz de mi día!
¿Cuánto pesa ahora y en qué talla está?
En este momento peso 83 kilos y estoy en talla 14. Estoy en proceso de volver a mi talla, sin estrés y sin culpa. Estoy así porque me desordené en diciembre y las festividades de este mes se me juntaron con la luna de miel. Y no olviden que diciembre termina la segunda semana de enero…
¿Con qué talla se siente cómoda?
Me siento divina entre la 12 y la 10, aunque en la 10 se me empieza a dañar la cara. En estas tallas tengo el cuerpo como me gusta: con curvitas pero tonificado. Cuando bajo mucho me veo vieja y cansada.
¿Por qué quiere modelar ahora tallas grandes?
Me encanta el modelaje. Me parece maravilloso que estén de moda las modelos plus, porque me permite seguir trabajando en algo que amo sin tener que adelgazar peligrosamente a una talla en la que no me siento cómoda conmigo misma. Para modelar talla 6, como una modelo “normal”, tendría que privarme de mis antojos. Ahora puedo comer lo que me gusta porque hago ejercicio para mantenerme. El modelaje de tallas grandes permite que me vea como me gusta, me siento más cómoda y sin padecer por la dieta. Me parece dolorosísimo estar sufriendo por la comida, que es uno de los placeres más grandes que existen. La agencia Dorothy Combs de Miami fue la que me contactó. Se especializa en modelos de tallas 10 a la 20, todo un mercado en expansión.
¿Le gusta el trabajo de alguna modelo en particular?
Admiro a todas las modelos. Las mujeres, no importa cómo nos veamos, tenemos inseguridades y complejos. Y las modelos tienen que dejar de lado los suyos y desfilar con la actitud de “mírenme, soy perfecta”. Y eso no es fácil, se necesita mucho carácter. Mucho más las modelos de tallas grandes que muestran una belleza que está muy lejos de los parámetros de la sociedad actual. Tenemos que amarnos mucho para arriesgarnos a enfrentar la crítica y la presión sin miedo, con tal de defender un ideal. En mi caso ese ideal es decir que todas las mujeres somos hermosas. Altas, bajitas, flacas, gordas, trigueñas, blancas cuajada, de facciones finas o fuertes, con curvas o sin ellas, etcétera. Queremos vernos como somos, de carne y hueso, sentirnos bien con nosotras mismas y que nadie nos diga cómo tenemos que ser. Nos llenamos de poder y decimos: ¡soy como soy y soy hermosa! Tal cual.
¿Cómo se cuida?
Como estoy en el proceso de regresar a mi talla, mezclo el trabajo en el gimnasio con clases de tenis. Reduje el consumo de azúcar, en general, y de harinas en la noche. Trato de comer más sano. En lugar de pedir pizza, por ejemplo, como ceviche o un carpaccio. Busco una opción deliciosa para que la dieta no sea una tortura. Si me antojo de un postre y no tiene versión dietética, simplemente me como un pedazo pequeño y así calmo el antojo. Cuando vuelvo al peso en el que me siento bien como de todo, no me privo de nada, eso sí, agrego muchas porciones de fruta y verdura, me tomo un jugo de vegetales en ayunas y hago mucho ejercicio. El que más sufre con mi adelgazada es mi esposo porque se suspenden las horneadas en la casa.
¿Le gusta cocinar?
¡Amo la cocina! ¡Me encanta desde niña! Con mis amiguitas el plan era hacer galletas. Mi tía, que vivía en Bogotá, me mandaba los moldes y los bloques de chocolate para hacer los bombones que no se conseguían en Cali. Cuando crecí, me peleaba el control del televisor con mi hermanita para ver La cocina italiana de Biba y Cocinando con Nick Stellino, eran mis programas favoritos. Ellos hacían comida casera italiana y cocinaban muy parecido a mi mamá y a mi abuela, a ojo y con lo que había, sin complicarse y sin recetas estrictas. Ahí empecé a experimentar diferentes comidas y me volví experta en hacer la pasta fresca, los raviolis, ¡las salsas me fascinan! En los restaurantes, todo lo pido con salsa extra y siempre busco los platos con más salsa.
De la comida valluna qué es lo que más le gusta…
La comida valluna, bien hecha, ¡es la mejor del mundo! Un combo de marranitas con aborrajado es mi debilidad. Y un tamal con bastante salsita con arroz es ¡buenísimo!
¿Y en cuestión de postres qué le gusta?
¡Me encanta hornear! Hago de todo: alfajores, tortas, empanaditas en hojaldre, profiteroles. Me encanta ensayar nuevas recetas y ponerme en la tarea de perfeccionarlas. Cuando hago blondies o brownies, mi chocolaterísimo esposo me mira con ojitos de corazón. La verdad no les había parado bolas a los brownies antes, porque me gustan más los postres cremosos como el cheesecake. Pero cuando nos conocimos, hace seis años, él me pidió que le hiciera unos. Entonces empezó mi conquista del Everest. Modifiqué mi receta hasta que hice unos que le encantaron. Ahora, cada vez que prueba un brownie en las pastelerías más especializadas, saca pecho y dice que los míos son mejores. Eso es maravilloso para mi ego.
¿La obsesionan las calorías?
Soy mecatera, pero no me obsesionan las calorías. Trato de tener mecatico sano en la cartera para que el hambre no me ataque cerca de una pizzería. Sé medirme con lo que como. Cuando estoy recuperando mi peso, sé qué me engorda y qué no. Así que solo evito algunas cosas.
¿En la comida cuál es su mayor placer culposo?
El pan con mantequilla. ¡No paro de comer hasta que se acaba! Además me lo como con técnica, para cada parte tengo un proceso.
¿Le gustaría hacer algún proyecto relacionado con la cocina?
En este momento estoy viendo la posibilidad de hacer un programa de televisión de comida casera y sencilla, sin complicaciones, como la que conocí, pero igual o más rica que la de un restaurante.
¿A qué se dedica en este momento?
En un día normal me paso a las 5:00 a.m., más o menos, a la cama de mi hija y hacemos perecita. Luego nos alistamos, la llevo al colegio y sigo derecho al gimnasio. Regreso a mi casa y le dedico el resto del día a Anmava, mi marca de ropa. En este momento tengo una línea de básicos y una de verano, y estoy empezando a experimentar con alta costura con la ayuda de Carlos Buitrago. Y mi día termina cuando recojo a mi hija del colegio, el resto de la tarde es de ella.
ESTILISMO: LUCíA SOTELO / PRODUCCIóN: LUCY MORENO /POSPRODUCCIóN: www.LUISBARRETOcarrillo.com
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