13 de julio de 2006

Cómo es casarse...

Con una sacerdotisa

A los curas les dicen padre, pero como a Laura no le pueden decir padre ni madre, y menos madrecita, la gente la llama hermana o reverenda.

Por: Luis Henry Posada
| Foto: Luis Henry Posada

A los curas les dicen padre, pero como a Laura no le pueden decir padre ni madre, y menos madrecita, la gente la llama hermana o reverenda. La ordenaron hace unas semanas, pero desde que la conocí yo sabía en lo que me metía, algo más extremo que casarse con una monja; ser cura era su sueño desde que era una niña. Ahora que lo logró, la gente ha hecho mucho escándalo, pero a mí eso no me importa. Todavía no hay un templo de su iglesia, la Iglesia Apostólica Católica Nuestra Señora de Guadalupe, aquí en Medellín, así que ella oficia la eucaristía donde pueda, muchas veces aquí mismo, en nuestra casa, en una capillita que organizamos en el corredor de la entrada. Yo trato de acompañarla, todos los domingos a las once de la mañana, pero como dicto clases muchas veces no puedo. En esos momentos no soy su esposo sino un feligrés más de su comunidad, incluso me confieso con ella, pecados de obra, palabra, pensamiento y omisión, y no es nada incómodo porque ella me conoce tan bien que me aconseja mejor que cualquier otra persona… y no me pone a lavar los platos como penitencia. La biblioteca de la casa está llena de libros de Laura: seis biblias y cuatro libros de la liturgia diferentes, además de toda clase de obras de teología. Le encanta rayar las biblias cuando está estudiando y las tiene llenas de anotaciones en los márgenes. Nuestro clóset está repleto de casullas, camisas clericales y estolas, y cada vez habrá más porque todavía ni siquiera tiene suficientes como para dejar de vestirse de civil.

Cuando nos conocimos, ella era anglicana y yo católico, pero igual de creyentes ambos. Así que, para conquistarla, yo sabía perfectamente por dónde empezar: no era sacándola a rumbear y tomar, sino acompañándola a misa los domingos en la Iglesia Anglicana. Después nos pasamos a la Iglesia Apostólica Católica Nuestra Señora de Guadalupe. La única diferencia entre nuestra Iglesia y la de Roma es que la nuestra es mucho más abierta, por eso permiten que las mujeres y los homosexuales sean curas y que los curas se casen. De resto, nuestras creencias son las mismas. Por ejemplo, como no queremos tener más hijos (ya tenemos dos), ella se operó y la Iglesia no tiene nada en contra de los métodos de planificación, a diferencia de la católica. Igual yo pienso que en ese tema es mejor saberse cuidar a través de la meditación y la mentalización. Soy el orgulloso esposo de una sacerdotisa.

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