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28 de febrero de 2013

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Lo peor de ser heterosexual

Todo comienza cuando el galeno los toma de las patitas, les da la primera palmada en la nalguita y pregona: “Es un varoncito”.

Por: Felipe Zuleta

A pesar de haberme prometido hace muchos años que jamás escribiría sobre la frustrante y difícil condición de ser un varón heterosexual en una sociedad machista, finalmente he llegado a la conclusión de que puedo, modestamente, contribuir con el caos que alimenta la miserable vida de los varones heterosexuales.

Todo comienza cuando el galeno los toma de las patitas, les da la primera palmada en la nalguita y pregona: “Es un varoncito”.


Desde ese preciso instante comienza la tragedia. El varoncito tiene que empezar a jugar con carritos, mirando con envidia a sus hermanas peinando el frondoso pelo de la Barbie. La situación tiende a empeorar cuando las niñas hacen galletitas y la abuela dice: “Los hombres en la cocina huelen a caca de gallina”. Los meten al colegio mixto, para que no se vuelvan maricas.


Allí desarrollan una misoginia inconsciente contra las compañeras, que sólo vienen a comprender años después cuando se encuentran los calzones y el sostén de la esposa colgados en las llaves de ducha. Estos varones detestan en silencio los pelos largos que se encuentran en todos los rincones de la casa y van religiosamente todos domingos a tomarse el ajiaquito adonde la mamá de la señora. “Hola suegrita”, saludan los muy cobardes.

Pero eso sí, se callan cuando saben que sus esposas desaprueban a sus suegras. Los ‘héteros’ siempre andan cohibidos y frustrados, pues si dicen que Penélope Cruz es linda, entonces las esposas se encolerizan y sentencian: “Pues si tanto le gusta, váyase a vivir con ella”.

Pero si sostienen que Brad Pitt es buen mozo, entonces fue que se ‘voltearon’. Son tan frustrados que cuando les gusta cocinar, cosa que hacen mejor que las mujeres, entonces disimulan diciendo que es un hobby.

Al final del terrible ciclo de la ‘vida’, con su próstata cansada, calculan el legado para la esposa que les hizo la vida infeliz, porque estos desdichados heterosexuales no son tan varones como para dejarle la herencia a sus amantes.

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