Aura Cristina Geithner

Todo lo que hacemos y leemos y escuchamos, todo lo que choca contra nuestra retina, nos alista, nos deja en guardia y armados para enfrentar el azar. Pero el azar es azar, y la vida misma es una sorpresa. Por eso, cuando en un mes de diciembre, al lado de mi tía y muy cerca de mis primas, a dos pasos de un esposo lelo y a tres de una esposa seria, descubrí bailando en círculos peligrosos a Aura Cristina Geithner, con una minifalda que parecía fabricada por un diseñador de cinturones, tuve que frotarme los ojos. Los cerré y los abrí varias veces. Pero ella seguía allí. Al lado de un montón de tipos que no querían cerrar los ojos y que no podían cerrar las bocas. No bailé una sola pieza con ella, pero supe que me observaba sin dirigirme los ojos, como cuando algo nos acecha en la selva y sabemos que está pero sus ojos son parte del follaje. Yo tenía la misma curiosidad y el respeto que inspira un abismo. Uno no suele volverse amigo de Batman, ni sale a pasear con Alicia por el alocado país de las maravillas. No se sienta a tomar trago con Condorito, ni le pide prestada plata a Don Chuma. No. Uno deja en paz a los seres fantásticos y les exige, a cambio, al menos, que no bailen con uno. Al día siguiente la vi caminar hacia el baño, en piyama, en piyama de abuelito, de cuadros rojos y blancos, con el pelo medio enredado en los ojos, con una extraña luz en toda la piel que se escapaba de la tela. La vi sola. La vi sin que me viera y supe, como un rayo, que ella formaría parte de esa familia que he formado con los lazos del afecto. ¿Por qué? Porque creo que solo tres representantes del sexo masculino sentimos ternura por Aura Cristina: Rayito, Demian y Juan Torres Mantilla.  Ella despierta amor, odio, pasión, celos, admiración, envidia, pero creo que pocos hombres la describen como un ser tierno. Teniendo en cuenta que Rayito es un perro analfabeto y Demian su hijo, me considero aún más único en el mundo. Para entenderla a ella hay que estar alerta y no dejarse engañar por su belleza ni por su apariencia de diva light. Hay que saber que con ella nada es obvio. Si usted cree que un pez y un pescado son la misma cosa, está muy lejos de su alma. Ella es un pez, una alocada e inatrapable piscis, pero jamás será un pescado. Muchos han tratado de sacarla del agua, pero ella los ha dejado solitarios y empapados. Porque ella es la que atrapa, con la fuerza de esa belleza que más que humana es de la raíz misma de la naturaleza, del océano, de los montes, del aire. La rosa de los vientos, hace 20 años, le dijo que su norte era la actuación. Zoraida Vélez le permitió vivir en la casa de las dos palmas y le enseñó ese hábito de ver sin los ojos. Se ha enfrentado en varias ocasiones con personas que parecen tener la sangre de los lobos. Es y será, para muchos, la potra zaina. Ha amado y pagado el precio. Aunque lleva años ganándose premios de actuación en nuestro país y filmando telenovelas y películas, esta es la primera vez, en casi dos décadas, que sale como el azul la trajo al mundo. Estas fotos son únicas. Usted, lector, es, entonces, un privilegiado. Un afortunado que tiene ante sus ojos las imágenes de un bello y extraño pez, que nunca será un pescado, porque él, él mismo, es la red.

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