13 de mayo de 2011
Elogio
Elogio de la infidelidad
¿Quién dijo que ser fiel es sinónimo de lo correcto? Para la periodista peruana Gabriela Wiener, detrás de la infidelidad está la más satisfactoria de las sensaciones.
Por: Gabriela WienerHe sido infiel a todos. Lo he sido en una escalera, en varios autobuses, en decenas de hoteles sin estrellas y bajo un cielo estrellado, en una playa, en un parking, en un museo, en un abismo, en sus narices. He sido infiel un Viernes Santo, un Día de la Madre, una Navidad y hasta durante un golpe de Estado. Borracha y sobria, despierta y dormida. Les fui infiel con mis vecinos, con los suyos, con mis compañeros de estudio, con mis compañeros de trabajo, con mis exnovios, con mis amigos, con mis amigas, con los novios de mis amigas, con sus mejores amigos, con sus otros yos, con extraños fascinantes y con extraños, simplemente. Con seis el mismo día, con dos la misma noche, con tres en la misma cama. Fui infiel sobre todo a mis infidelidades. Y, por supuesto, me casé con una de ellas. (Y las mujeres son infieles porque...)
Lo quise todo. Pero lejos de achacar mis contradicciones a la “sociedad” y a la “educación católica”, decidí subvertir el amor, ese modelo imperfecto, esa trampa mortal que me había condenado irremediablemente a las miserias de la doble vida. Así inicié una guerra de guerrillas.
Si todavía no estaban fijadas las bases para una auténtica revolución humana me veía en la obligación de trabajar por el cambio, desde la ilegalidad: participar en reuniones secretas con mis ocasionales amantes, escribirles cartas cifradas y perpetrar ataques indiscriminados contra objetivos reaccionarios, es decir mis parejas. Siempre me he creído el personaje de la infiel vengadora que lucha por la libertad al margen de la ley. Salía por las noches, con mi antifaz y mi traje de látex remendado, a colocar pequeñas cargas de dinamita junto al muro de la monogamia. Volvía al amanecer, más sola que nunca. Y más feliz. (¿Sabía que ser infiel lo puede enfermar?)
Los teóricos de la evolución afirman que los varones se sienten más inquietos por la infidelidad sexual porque pone en peligro la reproducción, mientras que a las mujeres nos inquieta la infidelidad emocional porque pone en peligro nuestro hogar. Mentira. Nos inquieta la infidelidad emocional porque sabemos diferenciar el sexo del amor. La mayoría de hombres, en cambio, son tan miopes que suelen dolerse más por el adulterio sexual de ese “monstruo de ojos verdes que se burla del pan que lo alimenta” (yo), que de la auténtica traición amorosa.
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