17 de junio de 2011
Guía/ Gastronomía
Tamal/ Cocido boyacense/ Caldo de raíz
Platos fuertes/ Min dishes/ Plat du jour
Tamal
De origen indígena, el tamal, que significa ‘envuelto’, es una masa de maíz cocinada al vapor y servida en un envoltijo hecho con la hoja del plátano. No exenta de sorpresas, en la masa pueden hallarse desde trozos de zanahoria y muslos de pollo, hasta anillos y dedos meñiques, al menos en los que provienen de la cocina de las damas cocineras de Agua de Dios. En la zona oriental del país, el tamal se conoce con el nombre de hallaca; en la de Boyacá, bollaca. Aunque su valor nutricional es alto, la verdadera importancia del tamal se halla en que ha sido el pegamento fundamental del sistema electoral de Colombia y el agente dinamizador de nuestra democracia. Biodegradable como ninguno, el tamal también ha inspirado célebres rimas en el repertorio de la copla popular como aquella de “Mi conciencia vale más que un guarito y un tamal”, que cantaba el famoso trío Los Loquitos Verdes poco antes de adherir a la U, alianza a la que sucumbieron luego de que las directivas del partido uribista repartieran dos tamales a sus líderes y un guarito a Lucho Garzón.
Cocido boyacense
Usted nunca oirá a un colombiano decir que tiene hambre a secas. No, señor foráneo. El colombiano siente “filo”, está “ladrando”, “tiene las tripas pegadas al espinazo” o está “descosido del hambre”. De esta última expresión deriva este apetitoso y abundante manjar del altiplano, el cocido boyacense, que, como su nombre lo indica, sirve para nunca estar descosido. Consta de carne de res y de cerdo, agua, leche, cubios, chuguas, ibias, habas, Sabas, Cabas y cualquier otro tubérculo que termine en ‘os’ o en ‘as’.
Caldo de raíz
Podría ser un caldo cualquiera, con cilantro, zanahoria, plátano... Pero no, algún colombiano, seguramente buscando potencia extra, decidió que debía llevar como proteína el órgano reproductivo de un toro. Pero eso no es todo: a otro se le ocurrió después que no estaba completo si no incluía las criadillas. Plato despreciado por las señoras más encopetadas y pudorosas, es el preferido de sementales de todo el país, que creen que en este radica la razón de la satisfacción de sus amantes. Los más machos se refieren a este como “caldo parao”.