21 de febrero de 2023
Deportes
Tan linda, Caicedo: del Real Juanchito al Real Madrid
Es probable que usted se haya enamorado de los goles y sonrisas de esta pequeña Messi. Ella lloró, pidió perdón por no traer un título mundial y fue el punto de quiebre para que, por fin, miremos el fútbol femenino. A su lado reconstruimos su historia, de Villagorgona a Madrid.
Por: Soho.coPor: Ricardo González Duque
Parecía un sueño. Estaba sonando “Oh gloria inmarcesible…” en la final de un Mundial de la FIFA. Más que estar durmiendo podría estar delirando, otras decepciones del pasado hacían imposible creerlo. Cualquier colombiano podría sentirse raro, ajeno e incómodo en un partido de estos, pero ellas no. Mucho menos ella. Linda Caicedo estaba ahí entonando el himno, con sus ojos brillantes pero con la sonrisa escondida. Era una realidad. Una paradoja: puede estar sorprendida y al mismo tiempo segura por estar en el estadio de Bombay ese 30 de octubre y a esa hora, lo que le confirma que el equipo que comanda es una de las dos mejores selecciones del mundo.
10 de octubre de 2022: Esa mañana Linda se levantó a las 5:40 a.m., faltan pocas horas para viajar a la India y este va a ser un día largo. Cuando nos vemos ella está pensando en el extenso vuelo que les espera y confiesa la divertida rutina que tiene para soportar tantas horas metida en un avión: “Primero duermo, luego veo la película y después de un rato, cuando me estreso, empiezo a joder a todo el mundo. Es la recochita”. Con humor trata de superar la ansiedad que debe estar al límite por jugar el Mundial Sub-17.
Ella solo ríe. Mira con orgullo el escudo rojo de la Federación Colombiana de Fútbol que está estampado en la camiseta azul que viste. “De niña lo soñé, siempre quise estar aquí”, dice esta jovencita de 1.61 metros antes de comenzar el entrenamiento en la sede deportiva de la Federación en Bogotá. Hace frío, los 8 grados centígrados que se sienten desde la madrugada en esta ciudad que no deja asomar el sol, solo consiguen aumentarse con el ánimo que transmite Linda, quien ya piensa en los goles: “Tengo lista la celebración y la coreografía, eso va”.
A las 7 de la mañana Caicedo pisa la cancha de fútbol, lo que la sigue llenando de satisfacción como si fuera la primera vez. La emociona así sea para jugar al ‘bobito’ o para meterle un gol a Argentina en una semifinal continental. Es hermoso pensar en lo que la gente atesora en su memoria: una caricia de la mamá, el primer beso, el olor de la comida de la abuela, un regalo de Navidad…Pero en el caso de Linda, ese recuerdo tiene nombre de equipo de fútbol: “Lo que soy hoy es gracias al Real Juanchito”, cuenta con una sonrisa exultante que confirma que no miente.
Febrero de 2011: Ocurrió en Villagorgona, el corregimiento de Candelaria, Valle que está a ocho kilómetros del río Cauca. Aunque Linda nació en Cali, del puente para acá; su vida en el fútbol empezó en la pequeña población de 15 mil habitantes, del puente para allá. Una mañana soleada, esta niña de cinco años daba pequeños pasos por las calles junto a sus papás Mauro Caicedo y Herlinda Alegría, el apellido de la mamá afloraba con la emoción de estar escuchando ese sonido único que se produce cuando el pie le pega a la pelota.
Estaban pasando por la ‘Cancha del Tronco’, donde entrena el Real Juanchito, y los ojos saltones de la pequeña alcanzaron a ver a una niña, a una única niña, que estaba jugando fútbol. Se emocionó, corrió y se devolvió para halar los brazos de sus papás. Les hizo saber lo que había visto y con señas les expresó que quería entrar. “No mami, eso allá es con permiso y a esta hora ellos ya están de salida”, le explicó don Mauro con tono afectuoso. Pero ella no se rindió, insistió en que quería ir. No podía dejar pasar la oportunidad.
El papá de Linda se acercó tímidamente a la cancha, como para que lo vieran, y en cuestión de segundos su contacto visual hizo efecto. El entrenador llegó a donde estaba él, que le preguntó:
—Profe, hágame un favor. ¿Aceptan niñas aquí?
—Sí señor, aunque le tocaría entrenar con los niños. Ellos son muy respetuosos — respondió Diego Vásquez, conocido como el ‘Profe Tino’.
8 de octubre de 2022: ‘Tino’ es un futbolista retirado que se convirtió en entrenador del Real Juanchito por la insistencia de un centenar de niños de su pueblo. Él recuerda muy bien ese primer día de Linda y me lo relata con un marcado acento valluno mientras está sentado en una improvisada tribuna de la cancha: “Sus papás llegaron diciendo que tenían un inconveniente, que le estaban buscando escuela a la niña pero aquí, en Candelaria, no había”. Y aquel lindo inconveniente resultó mayor: “Dijeron que ella quería ser futbolista, que jugaba en la calle y por eso los zapatos no le duraban mucho, que además pateaba las ollas y volvía nada las muñecas”.
La corta conversación entre padre y entrenador dio resultados. Al día siguiente, los tres -Linda, Herlinda y Mauro- volvieron al sitio y cruzaron una pequeña puerta que los puso frente al campo de juego, que era en realidad un peladero lleno de niños. La pequeña de cabello trenzado vestía una pantaloneta azul y una blusa blanca. Fue ese el día inolvidable para la goleadora: “Casi no se sale de la cancha, eso mejor dicho…”, apunta Mauro sin poder terminar la frase, sin poder explicar lo sublime que ella sentía.
15 de octubre de 2022: Las jugadoras de la Sub-17 salen del hotel hacia el bus que las llevará al estadio Navi Mumbai para jugar contra China y algo se escucha: “Así es que es que eso mismo es que es. ¿Qué será lo que tienen esos negros?”, es una salsa choke que suena en el bafle que carga Linda. Ese aparato es el compañero fiel con el que ellas animan, principalmente con reguetón, los momentos previos a un partido difícil. Linda no solo es la que hace los goles, también es la líder que mueve al equipo, algo que va más allá de una cinta de capitana, que llega incluso a TikTok donde se graba con sus compañeras.
Carlos Paniagua, director técnico de las Sub-17, reconoce que Linda suele ser callada, pero al mismo tiempo se la puede encontrar en un pasillo animando la celebración: “Ella es muy importante para nosotros. Es nuestra capitana y todas las jugadoras se sienten motivadas cuando está, no solo en la cancha sino también en el hotel, en los entrenamientos, en los viajes. No solo es una jugadora de calidad sino un buen ser humano”, cuenta el profe.
Septiembre de 2010: Fue en una reunión de padres de familia que la profesora lo predijo: “Ella va a ser futbolista o por lo menos atleta”. Lo afirmó porque la veía haciendo “acrobacias” en el recreo de ‘Gotitas de agua’, el tierno nombre del preescolar donde empezó a estudiar y en el que les confirmaron las sospechas a la familia Caicedo Alegría.
Mauro en realidad quería que el destino de la niña fuera otro, desde que la llevaba a tuntún todas las mañanas al colegio su sueño era verla como abogada. ¡Qué tal! En lo que nos hubiera puesto: cambiar la felicidad de sus gambetas y goles por la pesadilla de demandas, pleitos y litigios.
Diciembre de 2010: Con el aviso que les había dado la profe, lo que sucedió en la Navidad siguiente ya estaba cantado. Mauro pasó por una cacharrería de Villagorgona, vio exhibida una muñeca, “una muñequita bien bonita”, precisa él con dulzura, así que pensó que ese sería el regalo para su niña. Al llegar a casa le preguntó a Linda si la quería, pero ella, con tan solo cinco añitos, fue muy directa: “No papá, yo no quiero una muñeca, yo lo que quiero es un balón”. Y aunque trataron de convencerla llevándola al almacén, la compra cambió: “le dimos el balón y unos guayos”, explica el papá resignado.
30 de octubre de 2022: Minuto 96, la árbitra Katia García pita y los guayos de Linda se detienen en la cancha. La final está definida, las españolas son las campeonas y la colombiana se sienta a llorar al lado izquierdo del arco sur del Navi Mumbai. Las que caen son las mismas lágrimas que derramó James en los cuartos de final de Brasil 2014 y Messi en la final de ese Mundial.
“Les pedimos perdón por no ganar”, dijo Caicedo ante las cámaras de televisión luego de levantarse de la cancha, limpiarse las lágrimas y recibir los dos premios: el Balón de Plata, a segunda mejor jugadora; y la Bota de Bronce, por haber quedado empatada con una alemana y una japonesa, todas con cuatro goles. Esta no fue la primera ni la última vez que la valluna se secará las lágrimas en una cancha.
Marzo de 2011: En los partidos que se juegan en la cancha de Villagorgona se escucha un grito: “Cuidado con la niña”. Es la advertencia que hacen los profes ‘Tino’ y Miguel Ángel Ramírez, los primeros que tuvo Linda Caicedo en el Real Juanchito. Por esos días ella se entrena con hombres, al igual que muchas jugadoras de su generación por la escasez de clubes femeninos.
La misma advertencia la hacían los papás a sus hijos de equipos rivales, pero en el desarrollo del partido todo cambiaba y los animaban a sacar la naturaleza competitiva. “Cuando ella empezaba a darle ‘melo’ al balón, les decían a los hijos: ‘métanle duuuuro’. Entonces Linda soportaba patadas, choques, cuerpos y caídas; normalmente lloraba, pero se levantaba y seguía jugando”, recuerda el profe ‘Tino’.
“Háganle que yo no tengo problema”, respondía la goleadora de nuevo secándose las lágrimas. Eran de dolor físico, sin imaginar que años después las sacaría por ser subcampeona del mundo. Cuando hablamos, ella deja claro que cada llorada en la cancha la terminaba haciendo mejor: “Jugar con hombres me dio también este talento, entendí que jugar con ellos es totalmente diferente por el físico y la mentalidad, así que estoy agradecida por eso”.
Uno de esos hombres es Álvaro Sinisterra, también de 17 años, quien sueña con seguir los pasos de su excompañera, por ahora en el Deportivo Cali. A Álvaro no se le borran dos cosas de la mente: el primer partido amistoso que jugaron en el que ella fue protagonista con dos goles y los miedos de Herlinda porque su hija jugara fútbol: “La verdad le entrábamos con miedo porque era mujer, no tenía la misma fuerza de nosotros, así que le hacíamos con cuidado”.
Mayo de 2014: En medio de otro amistoso que se jugaba en la cancha, llegó Rafael Murillo, presidente de la fundación Real Juanchito. El hombre se sentó en la tribuna metálica y le preguntó al profe ‘Tino’:
—Si usted tuviera el dinero, ¿a cuál de nuestros jugadores se lo invertiría?
El entrenador no respondió con su voz, pero sí con una seña. En ese momento Linda tenía el balón, o más que tenerlo, lo dominaba y acariciaba con su fútbol.
—No profe, usted está ‘tostado’ — le contestó el dirigente, incrédulo y entre risas.
—Métale toda la plata que quiera a esa niña — precisó el entrenador.
—Yo pensé que usted me iba a hablar de un niño… — replicó don Rafa, que se quedó pensativo mirando el juego de aquella tarde.
Gol. Gol. Gol. Uno tras otro. Con ellos Linda se fue ganando un lugar inamovible en el equipo y se convirtió en la indiscutible y salvadora. Así ocurrió cuando ya había convencido a don Rafa, quien admite que se le hizo tarde para llevarla una mañana a un partido de la Liga del Valle. Sin ella, su equipo perdía 2-0, pero cuando logró llegar, justo al comienzo del segundo tiempo, ella cambió la historia. Entró y el resultado final del fue 3-2, con triplete suyo.
El fenómeno en el que se había convertido siguió escalando y cuando empezaba a estar en la mira del América y el Cali -equipos con los que fue campeona- todo se dio para que Linda se proyectara hacia la Selección Colombia desde 2015. “Ella va porque va en el equipo”, sentenció Felipe Taborda, entonces técnico del equipo nacional femenino, cuando la llevó Murillo para que viera su fútbol. Todos estaban convencidos.
Desde aquel entonces, algunos empresarios empezaron a echarle el ojo al club de Villagorgona y a preguntar si de pronto por ahí había otra Linda Caicedo, una futbolista con su estilo, su rapidez y su gol; pero la respuesta del profe ‘Tino’ sigue siendo la misma: “Ella fue tocada por Dios. Les digo que solo existen ella y Messi. Difícil que vuelva a salir otra igual”.
10 de octubre de 2022: El último entrenamiento antes de viajar a la India ha terminado. Linda camina a descansar y deja ver unas letras, un pequeño tatuaje que tiene en la mitad de su brazo izquierdo en el que se lee: “Convicción”. Dice que es su palabra favorita. “La tenía en mente el día que debuté para convencerme de mi gran talento y de lo que podía dar”. La expresión podría parecer presuntuosa, pero ella de eso no tiene nada, su objetivo es todo lo contrario: “Espero no perder nunca la humildad y la alegría”, un mantra que repite y con el que adorna su inocencia, esa que refleja cuando, entre muchas risas, confiesa que el perfume que usa es Arrurú, la fragancia de los bebés.
Nuestra Messi juega, ve, lee, respira y sueña fútbol, tiene una fijación por el balón, pero también con el capitán argentino y lo admite: “Admiro mucho a Ronaldinho, a Cristiano y a Neymar, pero amo a Messi, es como una obsesión en el buen sentido. Creo que el día que lo conozca, de los nervios, no voy a ser capaz de pedirle una foto”.
30 de Octubre de 2022: Ha pasado una hora desde que terminó el Mundial, las españolas les hicieron calle de honor a las colombianas y después levantaron eufóricas la Copa del Mundo. De nuestro lado está la tristeza, Linda está con las suyas y ven a los lejos esa fiesta que, por ahora, no van a tener. La ranchera, la salsa y el reguetón están apagados por un momento, así que frente a las cámaras Caicedo se ve apesadumbrada e insiste en que quería el título para Colombia. A su lado está Yésica Muñoz, la 9 del equipo, una llanera de pelo corto, extrovertida y alegre, que está esperando que Linda termine de hablar para gritar el sentimiento de todo un país: “¡Tengo a mi lado a la mejor jugadora del mundo!”. Le da un abrazo que, por fin, consigue devolverle la sonrisa a la capitana.
No solo son goles. Con Linda ya se logró lo impensable por estos días en Colombia, que un saludo militar, el de esta capitana, volviera a unir a un país dividido, el mismo que no tenía la ilusión de ir al Mundial de Catar.
10 de octubre de 2022: Antes de despedirnos, la goleadora me da otra demostración, ya no de buen fútbol, sino de una inteligencia emocional: “Mi sueño es saberme mantener, no ser ese bombillito que se prendió y luego se apagó. Quiero tener constancia para darle orgullo a mi familia”. Aunque, claro, tampoco oculta a dónde quiere llegar, cuando en febrero próximo cumpla la mayoría de edad: “Como futbolista quiero cumplir ese sueño de niña, que es salir a jugar al exterior”.
19 de noviembre de 2022: Colombia no está entre los que están por jugar en Catar, pero lo hizo en Costa Rica, India y lo hará en Australia y Nueva Zelanda. Tres mundiales femeninos. La linda de los goles sabe que está rompiendo paradigmas. “Si dices que no te gusta el fútbol femenino solo porque lo juegan mujeres, lamento decirte que no te gusta el fútbol, te gustan los hombres”, no lo dice ella, pero es una de esas frases que se han acomodado en las conversaciones este año por la erupción de éxitos de las mujeres y el fracaso de los hombres.
“De la noche a la mañana no podemos cambiar el pensamiento que tienen muchas personas hacia el fútbol femenino -dice la capitana- lo importante es que nosotras estamos creciendo y que sí estamos en ese proceso de los mundiales”. Puede sonar a pulla para los hombres, ustedes deciden. Lo que está claro es que Linda y sus compañeras sí van a las copas del mundo y, además, ponen a sonar en una final de Mundial esas notas y esa letra a veces incomprensible del segundo himno nacional más bello del mundo. O por lo menos eso dice nuestro mito nacionalista.
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