7 de abril de 2025
Deportes
Dayro Moreno se coronó como el máximo goleador colombiano
Dejó atrás al mismísimo Falcao.
Por: Redacción Soho
En un país donde el balón se besa con pasión y los goles se gritan con el alma, Dayro Moreno acaba de hacer historia. No con discursos ni promesas, sino con lo que mejor sabe hacer: mandar la pelota al fondo de la red. Dos golazos al América de Cali, el pasado 5 de abril, le bastaron para dejar atrás a Radamel Falcao García y coronarse como el máximo goleador colombiano de todos los tiempos. Sí, el máximo. Por encima del Tigre, por encima de Aristizábal, por encima de todos.

El primero fue puro olfato: tiro libre desde la derecha, movimiento felino al segundo palo, y Dayro la empujó como quien no quiere la cosa. Minuto cinco. El segundo, puro veneno: contragolpe asesino, derechazo letal al minuto 76 y otro guardameta vencido. Así llegó a los 353 goles. A los 39 años, con el cuerpo lleno de cicatrices y la mirada intacta de quien nació para esto, Dayro está más vigente que nunca.
Nacido en Chicoral, Tolima, criado entre potreros y empujado por el hambre de gloria, Dayro no es solo un goleador. Es un sobreviviente del fútbol, de la crítica, de sí mismo. De derecha, de zurda, de cabeza, de pecho y hasta de rabona si se le antoja. Un animal del gol. Y como todo buen rey, tiene su trono: Once Caldas lo retrató con corona, copas y mirada desafiante. No es para menos.
La Dimayor lo dijo claro: “El Nuevo Rey”. Y así es. Mientras Falcao mira desde la distancia, y Bacca todavía sueña, Dayro ya escribió su nombre con fuego en la historia del fútbol colombiano. Lo suyo no es marketing ni sonrisas para la cámara. Lo suyo es la red inflándose, el estadio temblando, el rugido en la garganta de miles.

Ahora, el país tiene nuevo dueño del gol. Se llama Dayro Mauricio Moreno Galindo. Y aunque el retiro le coquetea, él ni se inmuta. Quiere más. Porque un goleador como él no se despide, se impone. Que lo saluden como se debe: con respeto, con miedo y con admiración. Porque el trono del gol no se hereda, se conquista. Y Dayro, con sus 353 razones, lo conquistó a lo grande.