26 de mayo de 2022
Elecciones 2022
Ni Crocs ni Ferragamo: las travesuras de Rodolfo Hernández
“Yo era un loco”, admite en esta entrevista el candidato presidencial, aunque muchos creen que lo sigue siendo por su estilo espontáneo y desparpajado. El líder de los ‘rodolfistas’ contó los daños que hacía en casa, habló de sus fiestas cuando estaba en la universidad y su fama de peleón.
Por: Ricardo González DuquePodría pensarse que la aspiración presidencial de Rodolfo Hernández es simplemente un capricho, no de un niño chiquito, sino de un viejo que tiene mucha plata y que quiere gastarse por lo menos 10 mil millones de pesos de su fortuna que asciende a 400 mil millones de pesos, en una campaña electoral. Pero resulta que la fantasía del ingeniero de 77 años se ha ido volviendo seria en las últimas semanas de la campaña de primera vuelta en Colombia y tiene a muchos sorprendidos.
Con un hablado en tono regañón, que se come algunas letras para aparentar mucha más espontaneidad de la que de por sí tiene y con un desparpajo recurrente que lo lleva a carcajearse de casi todo lo que dice -incluso de algunas barbaridades o insultos a otros- Hernández dice con confianza que va a ganar la elección el 29 de mayo, sin necesidad de una segunda vuelta. “Se está despertando un sentimiento en los colombianos, la emoción de la gente que cree que votando por mí van a sacar a los politiqueros. Yo tengo la personalidad y el carácter de enfrentar a esta mafia de ladrones y ponerlos en evidencia”, asegura en una conversación con SoHo mientras está sentado en un sofá.
Hernández estaba haciendo una campaña relajada hasta hace poco, todos los fines de semana se iba a descansar a su finca en Piedecuesta, Santander y solo hacía correrías políticas de lunes a viernes, pero cuando se dio cuenta de que su nombre estaba tomando un nuevo aire en las encuestas, cambió de idea. Por eso ocupa mucho por estos días su apartamento en el edificio Vitrum al norte de Bogotá, una lujosa torre diseñada por el arquitecto Richard Meier, contemporáneo suyo (84 años) y a quien quiere traer -si es presidente- para que haga más proyectos de construcción en el país.
El mono de ojos claros -su fenotipo es otro guiño a Donald Trump- viste un saco vinotinto, una camiseta café, un pantalón gris y unas medias del mismo color. No tiene ni Crocs ni Ferragamo, los zapatos que distinguen a Uribe y Petro, respectivamente, porque el jefe de los ‘rodolfistas’ dice no identificarse con ninguno de ellos. En el país, sin embargo, él está encasillado como un buscapleitos por su forma de ser y por antecedentes como el recordado manotazo que le pegó al concejal John Claro cuando era alcalde de Bucaramanga.
“La fama, que me creó el ‘cascarazo’ que le pegué al concejal, es de peleón. ¡Mentira! Yo solo he tenido dos peleas en la vida, la de Claro y otra con un cliente, un berraco que para extorsionarme dañaba el baño de un apartamento y llamaba a reparaciones a que se lo revisaran para no pagarme”, relata para intentar desmitificar esa característica que parece tan suya y que les gusta a los colombianos que se parecen a él.
Que no tiene filtro, dirán algunos; que es espontáneo, responderán otros e incluso hay quienes piensan que es imprudente, lo cierto es que el ingeniero admite algo que sí ha sido: “Yo era un loco, pobrecita mi mamá con cuatro demonios, yo el mayor”. Y el comportamiento lo repitió mientras administraba su ciudad, como cuando llamó ‘barrigones’ y ‘perezosos’ a los bomberos bumangueses, el día que aseguró que las mujeres venezolanas eran “fabricantes de chinitos pobres” e incluso al referirse a un rival suyo que era “más manoseado que una prostituta”.
Seguramente por esa lengua larga lo habría querido llamar al juicio doña Cecilia Suárez de Hernández, quien acaba de cumplir 97 años. “A mí me pegó mucho mi mamá, pero es que jodía como un berraco. Quebraba la loza, me escapaba para el solar, corría por la casa, le tiraba piedras a los árboles”, cuenta emocionado. Pero el castigo de doña Cecilia llegaba rápido: “lo único que encontraba mi mamá era darnos pelas con el cable de la plancha, que cuando se dañaba le hacía un nudo. ¡Y tome! Con dos fuetazos quedábamos listos”.
En TikTok Rodolfo Hernández le gana a Federico Gutiérrez y antes de que Petro se pellizcara para crecer ahí, el ingeniero se había tomado esa red social porque primero que todos los candidatos se atrevió a hacer el ridículo sin pena y sin importarle. Por eso un día decidió subirse a varias máquinas de hacer ejercicio de un parque de Bucaramanga para demostrar que estaba bien de salud, a pesar de que sus críticos señalaran lo contrario. Pero ese gusto por ejercitarse y por mostrar unos bíceps fortalecidos no salió únicamente de la campaña: viene de hace 60 años.
Cuando estaba en el colegio y tenía aproximadamente 17 años, Hernández trataba de hacerse fuerte en la halterofilia. “Creo que llegué a levantar, no sé, por ahí fueron 80 kilos de pesas”, hace memoria mientras alardea lo bien que le iba. “La prueba fue que quedé campeón intercolegiado en la categoría semipesado. Sin entrenador profesional creo que fue algo muy bueno”.
Su juventud en los convulsos años sesentas y setentas no estuvo influenciada por la droga, a pesar de que muchos pensaron que había probado por lo menos la marihuana porque con mucha propiedad armó un porro hace unos días junto a un joven en Pereira; lo hizo como parte del discurso que ha metido Rodolfo en la campaña para promover su legalización. “Yo nunca he fumado marihuana. Nunca. Eso es de la época de los últimos 30 años y cuando eso yo ya tenía 47 años”, cuenta con cierta picardía mientras sigue sentado de carrizo en la sala de su apartamento. “La gente dice que la mejor marihuana del mundo es la colombiana y la represión lo que hace es generar más consumo”.
El ingeniero era un tomatrago, eso lo admite sin pena y lo recuerda con emoción sobre aquellos tiempos cuando estudiaba ingeniería civil en la Universidad Nacional en Bogotá. “Nos metíamos dos ‘perras’ mensuales. Tomábamos cervecita y Ron Caldas aquí en un establecimiento en Chapinero”, podría decirse que tenía una parranda de sinvergüenzas como amigos como en tono jocoso han interpretado los usuarios de TikTok un video suyo en el que reacciona al reciente escándalo del Inpec por los permisos al empresario Carlos Mattos.
“No era un santo, no. Íbamos a bailar, llevábamos la noviecita. Cinco pesos costaba la botella de litro de ron, con cinco gaseosas, hielo, limón y con la orquesta La Tropibomba”, unas fiestas que según dice fueron mucho más habituales hacia el año 1965. Luego se graduó, fundó su empresa HG Constructora y tuvo que ponerse más serio. Aunque en realidad eso es difícil para él, así que por lo menos tuvo que dejar de tomar tanto licor.
Las travesuras de la juventud de Rodolfo Hernández quedaron atrás, pero revivieron o por lo menos se hicieron públicamente conocidas desde cuando asumió como alcalde de Bucaramanga, un cargo que nadie pensaba que iba a ganar, en el que dio la sorpresa, pero que estuvo rodeado de escándalos mediáticos que a pesar de líos judiciales, le significaron un fervor único en todo su departamento de Santander, donde seguramente será el candidato más votado por encima de Petro y Gutiérrez.
Hernández se acuesta todos los días a las siete de la noche, incluso en tono provocador dice en esta entrevista que se dormiría a las seis de la tarde. “Usted necesita trabajar el tiempo activo de los seres humanos”, aunque en este país de sucesos inesperados, de desastres naturales, atentados terroristas, largas plenarias del Congreso y decisiones judiciales nocturnas, sería difícil que siguiera poniéndose sus pijamas de terciopelo desde tan temprano. Pero insiste: “¿Quién dijo que el que trasnocha es mejor administrador? ¿En dónde está escrito? Me acostaré a las seis y pongo la primera reunión a las 4:30 a.m.”, concluye.
Al ingeniero parece que todo le funciona por estos días en su deseo de ser protagonista de la elección presidencial y por eso no para de viajar a las ciudades donde lo están recibiendo largas caravanas. Tal vez así va a poder mejorar en geografía en la que sigue rajado: después de que preguntara “¿Qué es eso?” cuando le pidieron un saludo para el departamento de Vichada, en nuestros minutos de juego no logró responder dónde quedaba el municipio de Distracción. Él, sagaz como se ha mostrado en la campaña, responde que ese olvido le pasa porque La Guajira ha estado olvidada por los politiqueros corruptos, esos sobre los que construyó su campaña el también llamado ‘Trump del Chicamocha’.