Las caricias van desapareciendo con el tiempo en una relación y son el oxígeno que nutre a la pareja. En esta columna María Lucía Banker comparte una práctica tántrica para que renueve la conexión y avive el fuego entre los dos.
Por: María Lucía Banker*
La caricia es esencial para crear un lazo profundo que va más allá del acto sexual y del contacto físico en una pareja. ¡Es un ritual amoroso tan olvidado como beneficioso! Los besos y las caricias suelen darse en la etapa inicial de una relación, pero con el tiempo, van desapareciendo y quedan relegados en el sexo. Es como si tuviéramos la idea de que la caricia es para conquistar y seducir; no se le da la prelación que tiene y la vamos dejando a un lado por ‘falta de tiempo’, o porque damos por sentado que nuestra pareja estará con nosotros sin importar qué tanto nos esforcemos en complacerla.
En un mundo acelerado y consumista, no hay lugar para un acto que calificamos como inútil y dispendioso. Sin embargo, es mucho lo que nos perdemos al encasillarnos en esta forma de pensar. Para no ir muy lejos, una razón importante de tener mascotas es despertar en nosotros la ternura, las caricias y el contacto físico que nutren y tejen lazos que perduran con el tiempo. Las caricias no solo hacen parte del juego preliminar, también son una fuente de erotismo, ternura y conexión emocional.
Debido a que las caricias son frecuentemente consideradas como parte del preludio para hacer el amor, en vez de una demostración de afecto como tal, hay una gran tendencia –especialmente en las mujeres– en involucrar el sexo, cuando el deseo inicial es sentirse contenido y acariciado.
Acariciar es un importante medio para dar y recibir afecto. Representa protección, cuidado y afecto, algo que hombres y mujeres nos encanta recibir. Tal como afirmó el escritor Nathaniel Hawthorne, “las caricias son necesarias para la vida de los sentimientos como las hojas para los árboles. Sin ellas, el amor muere por la raíz”. También demuestran del estado de ánimo sexual en el que nos encontramos: si son suaves y tiernas muestran que nos apetece jugar o contemplar, mientras que la mas fuertes indican que estamos listos para un encuentro pasional.
Para acariciar no solo podemos hacer uso de las manos, también los labios, los pechos o cualquier otra zona de nuestro cuerpo, con el fin de ‘calentar motores’ y preparar el ambiente para un delicioso encuentro. En el Tantra, damos especial atención al toque erótico con el cuerpo y con el uso de elementos que evoquen sensaciones diferentes y despierten los sentidos.
¿Quiere renovar la pasión y la conexión emocional con su pareja? Hoy le comparto una práctica sensorial muy excitante que puede ensayar con su pareja. Lo único que requiere es tiempo, presencia y alistar los elementos. Cuente con al menos 90 minutos y prepare el ambiente con música sensual, aceite de almendras o de oliva, velas y aromas. Prepare plumas suaves, hielo, frutas, chocolate derretido y pañoletas de seda. Cada uno de ustedes va a desempeñar el rol pasivo y activo en distintos momentos. Use una venda para sorprender a su compañera, a quien ayudará a acomodarse sobre la cama o un tapete en el suelo. Desnude su cuerpo suavemente y buscando una música suave y sensual, comience a acariciar su piel con las plumas. Haga este toque de manera consciente y amorosa. Observe qué partes del cuerpo se estremecen y siga las señales. Motive a su mujer a que se entregue al momento, respirando de manera profunda, permitiendo que su cuerpo se mueva y se exprese con sonidos.
Una vez haya estimulado todo su cuerpo con las plumas, utilice el resto de elementos, tomándose su tiempo con cada uno. Cuando ya haya destinado al menos 40 minutos, cambien y permita que ella ocupe el rol activo. Aprenda a entregarse y recibir como hombre, sin tratar de controlar o hacer por otros 40 minutos. Este ejercicio es maravilloso para estimularse mutuamente y para generar complicidad y conexión entre ustedes. ¡Pruébelo y me cuenta cómo lo va!
Las caricias no solo son maravillosas para la conexión emocional y la excitación, también pueden sanar. Muchas personas han sido privadas en su niñez de la nutrición emocional que viene del tacto, de los abrazos y de las caricias. Hay estudios que han demostrado una incidencia negativa en el desarrollo de los niños que carecen de esta ‘caricia amorosa’ permanente. Puede derivar en diversos trastornos como depresiones, hiperactividad y agresión.
Si nota tensión en su relación, evite hablar y más pruebe con caricias amorosas y con miradas profundas, verá cómo la sabiduría de su cuerpo lo puede guiar hacia la senda de la conexión.
*Experta en Sexualidad Consciente y Tantra
Instagram: by_marialu