Poco se habla de la sexualidad de las personas que tienen algún tipo de discapacidad, como si esta fuera inexistente, pero las relaciones íntimas son placenteras para todos independientemente de las características físicas o incluso mentales. “Tener un cuerpo es lo único que se necesita para sentir placer”.
Camina con un par de muletas azules mientras habla de sexo, una relación que parece difícil de establecer por ese prejuicio de que las personas con alguna discapacidad no tienen intimidad. Es Alter Dixon, una gestor social paisa que se ha dedicado al activismo en defensa de los derechos de esta población. Desde hace un año él contrajo poliomielitis o polio, que es una enfermedad de la médula espinal que puede causar debilidad muscular y parálisis.
A simple vista una relación sexual convencional no tendría cabida entre personas que tengan alguna discapacidad física, sin embargo, él asistió al reciente Festival de Artes Eróticas en Bogotá (también llamado AE Fest) para desmitificar esa creencia.
“A muchas personas les puede sonar descabellado, poco estético, poco pertinente, irresponsable, monstruoso, si se quiere, pero yo pienso que hace parte de esa reivindicación de temas que tenemos que poner en los contextos de ciudades”, explica sobre las relaciones sexuales en su población. “La vida es para vivirla con o sin discapacidad, simplemente somos seres humanos y una condición de nuestra humanidad es la reproducción, la sexualidad, el placer, el erotismo y por ahí yo podría seguir”.
Pero más allá de sus palabras, en la práctica, ¿cómo una persona que no puede caminar por sí misma puede ser capaz de tener sexo?
A pesar de lo difícil que puede resultar concebir esa idea, el sexo es una práctica tan natural como respirar y se podría decir que solo hace falta existir para sentir deseo y placer, porque la intimidad implica mucho más que la normatividad con la que se ha imaginado, en la cual se necesita de un órgano sexual masculino de cierto tamaño para que sea capaz de complacer a una mujer.
El sexo, por fortuna, va mucho más allá de los prejuicios, pues lejos de estos y de las ideas que se tienen de la intimidad por cuenta de la pornografía que ha desdibujado lo que en realidad es el contacto con otro cuerpo, la sexualidad puede disfrutarse de mil maneras.
En el mundo las personas con discapacidad —a las que por mucho tiempo se les llamó erróneamente ‘discapacitados’— representan el 15 % de la población total, según el Banco Mundial. En Colombia esta cifra también representa un 2.6 %.
Así como la vida, el sexo es para disfrutarlo y sin importar la condición física que se tenga, una persona necesita explorar su cuerpo y explotar su sexualidad de la manera que le parezca. Por esa razón, hablando sobre los mitos que se pueden tener con respecto a la intimidad de las personas con discapacidad, no es verdad que una condición diferente ponga en desventaja a alguien, por lo cual tampoco es cierto que solo las personas con discapacidad puedan estar juntas entre sí.
“Es muy usual que se piense que en la medida en que pareciera que las personas con discapacidad somos un mero grupito poblacional, como quien dice solamente nos relacionamos entre nosotros para un montón de cosas, para el activismo, para hacer empresa, para movilizarnos, pero también se piensa que como somos personas con discapacidad también nuestra experiencia sexual debe ser entre personas con discapacidad y no necesariamente”, menciona Dixon. Además, lo importante de las relaciones interpersonales y de pareja es sentir “química”, pues desde que exista una conexión y un deseo entre dos personas es suficiente para que haya placer y sexo.
Sin embargo, los prejuicios existen y cada vez que se piensa en las relaciones de pareja y en especial en el rol de los hombres, se cree que este debe ser el que sostiene el hogar, el que da placer y debe cumplir con ciertas condiciones para ser apto en cuestión de sexo, por lo que cuando se habla de un hombre con discapacidad y que quiera tener una familia, ya raya en la locura.
“En el caso de las personas con discapacidad cuando el hombre tiene discapacidad todo eso se hace mucho más fuerte porque es como ‘uy con discapacidad si podrá sostener una familia’, ‘uy con discapacidad será que si se le para’, ‘uy con discapacidad será que si puede engendrar’, ‘uy será que con discapacidad sus hijos nacen iguales’”, menciona Dixon.
No obstante, es posible y Alter es el vivo ejemplo, pues la enfermedad que le afectó la mitad de su cuerpo y le quitó fuerza a sus piernas, no le quitó la capacidad de sentir, de amar y menos de desear. Desde hace más 20 años vive en un romance constante y disfruta de su vida en pareja, de su sexualidad y del placer que le da su esposa y que él le da a ella, ya que de hecho dice que no hay cosa que le genera más emoción que ver a su esposa disfrutar de un orgasmo.
“Decir de cómo vive una persona con discapacidad (el sexo) en la medida en que hay varios tipos de discapacidad, como todas las personas cada una tiene una experiencia, una relación con lo erótico, con su sexualidad, con la práctica en el acto sexual, es de una manera particular pero yo como lo vivo: sin miedos, con responsabilidad y afortunadamente con el consentimiento y la compañía amorosa de mi pareja, de mi esposa”, destaca.
Y aunque le gusta disfrutar de su esposa, dice que es una persona bastante divertida en su intimidad, pues es hasta kinky apelando a gustos no convencionales durante la práctica de su sexualidad, de hecho uno de los planes que más disfruta con su esposa es el de ‘moteliar’ aunque muchos moteles ni siquiera se preocupan por la accesibilidad que deberían tener para una persona con discapacidad.
En cuestiones de tener a quien complacer y quien le complazca, Alter Dixon ya lo tiene solucionado, pero hablamos con otra persona totalmente distinta para ver el sexo y la discapacidad desde otro ángulo, desde el punto de vista de una mujer que ha tenido que construir su sexualidad sola.
Ya es “normal” que en Colombia muy pocos tengan acceso a educación sexual, pero en el caso de las mujeres y en especial de una con discapacidad el acceso es prácticamente nulo, pues todo el mundo asume que el sexo es algo que nunca podrá tener por vivir con una condición diferente.
Megumi Cardona es una artista visual que nació con una mutación genética que ocasiona enanismo y que SoHo conoció en el festival. Conversamos con ella para descubrir su sexualidad y, tal como nos contó, desde muy joven vio muy limitado su acceso al conocimiento de la sexualidad, pues ni los médicos ni su mamá se interesaban o consideraban la posibilidad de que ella llegará a sentir deseo.
“Es común que una mujer vaya al médico y le pregunten cuál fue su última regla o si usa algún tipo de preservativos o si tiene una vida sexual activa y son preguntas que a mí nunca me hacen en el médico porque asumen que yo no tengo una sexualidad entonces ahí hay otra barrera desde la medicina”, dice Cardona asegurando que si desde la medicina se empieza a discriminar a las personas con discapacidad frente al sexo, básicamente nadie nunca le va a enseñar nada que tenga que ver con la sexualidad porque “no existe” para ella.
Sin embargo, descubriendo por sí misma cómo lograr tener una vida sexual activa descargó Tinder, en un principio omitió su estatura, pero luego la incluyó y los pretendientes que buscaban sexo, le llovieron. “Las personas empezaron hacer Match a lo loco y yo como qué está pasando y me escribían mucho como ‘me gustaría mucho tener sexo con una persona pequeña’”, cuenta como anécdota pero aclara que también le pareció raro que la vieran más como un fetiche por tener esa discapacidad. “Ahí tuve yo mis dudas de ‘será que si le gusto a la gente o será que soy un fetiche’, pero igual llegaba a la conclusión de que todos tenemos un deseo”, dice destacando que ella también disfrutaba de ser deseada por ser como es.
En ese sentido nos cuenta con algo de timidez que entre sus fetiches le gusta “que me tapen los ojos y que me amarren... si esas dos cosas me gustan, como más lo sensorial, no solamente la práctica heterosexual de venir el hombre y la penetración me parece muy aburrido”.