Para los turistas y los locales este es un punto de referencia en el corazón de la capital colombiana.
Bogotá es de esas ciudades que siempre tiene algo para hacer. Ya sea irse de fiesta, caminar sus calles, ir a alguna cafetería escondida, ir a los centros comerciales, ir a teatro, pasear su casco histórico, disfrutar de sus alrededores, ir a sus parques, entre otras.
Para nadie es un secreto que es caótica, como toda capital , pero a la vez es de esos lugares en los que difícilmente alguien se puede quedar sin plan. Ya sea solo o en compañía, las personas podrán disfrutar diversas actividades.
En medio de todo esto, hay lugares imperdibles tanto para locales como para visitantes. Por ejemplo, La Candelaria. El centro histórico es de esos lugares en las que el pasado y el presente se convierten en uno solo. Sus calles adoquinadas, edificios antiguos y coloridas estructuras se combinan con las actividades de los jóvenes que lo frecuentan.
Uno de los puntos que mejor representa esto es el Chorro de Quevedo. Un lugar en el que llegan jóvenes restaurantes, extranjeros y locales a disfrutar de una chicha, una bebidas de maíz fermentado de origen indígena, al mismo tiempo que utilizan sus celulares. Es como un alto en el tiempo.
Esta fuente, que queda en lo alto de una plaza, es tan bogotana como la cuidad en sí misma. De acuerdo con la historia, este punto era el que dividía la cuidad española y la cuidad indígena en tiempos coloniales. Además, se dice que en agosto de 1538 se realizó una ceremonia religiosa y se celebró la fundación de la capital.
Ahora, varios siglos después, este sigue siendo un punto de encuentro. Rodeado de cafeterías y restaurantes, las personas que lo visitan no dudan en sentarse a su alrededor y disfrutar del ambiente artístico y el frío que caracteriza la cuidad.