En la Terminal Grand Central se esconde un lugar en el que los secretos tienen un espacio único para ser guardados por toda la eternidad.
Nueva York, la ciudad de que nunca duerme, la gran manzana, la ciudad en la que se perdió por segunda vez Kevin de Mi pobre angelito, la que destruyó King Kong, la cuidad de El padrino, el hogar de Broadway, la que destruyeron los Vengadores a la que llegó Rose después de que el Titanic se hundió o en la que The Joker bailaba en las escaleras.
Esta es una ciudad que se ha convertido en el espacio elegido para contar millones de historias en la gran pantalla y también en la que suceden millones de historias al diario. Aquella que ha inspirado no solo a cineastas sino a novelistas, artistas y cantantes. No por nada Frank Sinatra la convirtió en su musa para la canción “New York, New York”.
Su fama se debe a lo que cada rincón esconde. Millones de personas han vivido y han escrito su historia en la que conocen como la capital del mundo. Su caos le da una belleza única y todos los secretos que tiene en sus muros, calles y edificios están cargados de historia.
Entre los cientos de lugares que los visitantes deben conocer en Nueva York, uno de ellos es la Terminal Grand Central. Para ubicarse un poco más, fue en la que explotó en Armageddon, en la que ocurre un tiroteo en Los intocables o a la que llegaron los personajes de Madagascar tras escapar del zoológico.
En este lugar emblemático llegan los trenes que recorren la famosa ciudad de lado a lado. En el centro de esta inmensa estructura subterránea hay un reloj dorado que adorna el afán con el que los miles y miles de pasajeros que recorren sus túneles y pasillos.
En este lugar, ubicado en la Calle 42 y la Avenida Park en Midtown Manhattan, hay famoso bar llamado Oyster bar. Si usted visita Nueva York pase por la estación y conozca este restaurante bajo las calles de la gran manzana. Pero, antes de entrar, llegará a una galería que parece que se detiene en el pasado.
Su antigua estructura, su pálido color en las paredes y sus arcos de otra época esconden un secreto: el muro de los susurros. En una de las esquinas es posible que vea a personas contra la pared susurrando. Resulta que si usted habla en una esquina, otra persona lo podrá escuchar en la esquina de al frente.
Por más absurdo que pueda parecer, esto sucede. Por alguna razón, el mensaje que se dice en una lado de la galería, se puede escuchar en la otra. Por ello, si tiene un secreto que desea confiarle a la Terminal Grand Central puede susurrarlo en este lugar y quedará guardado con los millones de las personas que también lo han hecho antes que usted.