Imagen panorámica del Centro de Confinamiento del Terrorismo. | Foto: Captura de pantalla de Twitter/ @NayibBukele

Historias

La “ciudad cárcel” para 40 mil presos, el sueño cumplido de Bukele en El Salvador

Por: SoHo.co

El nombre de esta gigantesca prisión es “Centro para el Confinamiento del Terrorismo” y allí los reclusos tienen sus derechos restringidos. ¿Vale la pena que seguir el ejemplo?

Un lugar en el que nadie quisiera estar. El recién inaugurado “Centro para el Confinamiento del Terrorismo” está en medio de la nada a 74 kilómetros de San Salvador y se convierte en la cárcel más grande del mundo, con capacidad por lo menos para 40 mil presos. Su uso hará parte del régimen draconiano que mantiene el gobierno salvadoreño para enfrentar a las pandillas.

La frase del controversial presidente Nayib Bukele, sigue retumbando en nuestros países y particularmente en Colombia: “defienden los derechos de los delincuentes y no los de la gente honrada”, que en el país ha sido replicada por la alcaldesa de Bogotá Claudia López. El sentido de la expresión y la filosofía de ambos es el castigo severo y no la impunidad con quienes cometen delitos.

¿Cómo es la cárcel?

El tamaño de la prisión es de 300 mil metros cuadrados, que es casi 7 veces el de Corferias en Bogotá, aunque “solo” están construidos 70 mil metros cuadrados en un área rodeada de muros de 12 metros de altura, torres de vigilancia y mallas electrificadas que, en palabras de sus administradores, hacen “imposible” una fuga.

“Antes tenían a los pandilleros con prostitutas, con Play Station, con pantallas, drogas, teléfonos (…) y a los soldados los tenían durmiendo en el suelo, al revés”, dijo Bukele mientras hacía el reconocimiento de la mega cárcel esta semana.

El lugar está rodeado de muros de 12 metros de altura, torres de vigilancia y mallas electrificadas, para hacer imposible cualquier intento de fuga. “Se trata de una construcción con todos los requisitos y con tecnología de punta para garantizar que ningún terrorista que ingrese a pagar su condena pueda escapar”, explicó Romeo Rodríguez, ministro de Obras Públicas de El Salvador, orgulloso de tener la que considera la cárcel más grande de América.

El llamado CECOT, al que accedió SEMANA en exclusiva, es un sitio en el que los derechos están restringidos. Allí no habrá posibilidades para visitas de familiares o amigos, los presos estarán confinados en ocho pabellones y celdas que son vigiladas desde todos los ángulos, como en el mejor -o peor- caso del Gran Hermano. Además, los baños no son privados y están a la vista de los guardias y otros prisioneros.

Las celdas tienen camarotes de 4 metros que llegan hasta unas rejas afiladas para impedir que los presos que puedan colgar o incluso puedan planear fugas. “Se trata de una malla especial que no solo tiene una dirección y que permite al custodio vigilar a los terroristas, sino que puede incluso mutilar el dedo de quien intente arrancarla”, explicó durante la visita periodística Héctor Antonio Saldaña, ingeniero de Centros Penales de El Salvador.

La controversia

El Salvador tiene la tasa más alta de presos en el mundo: casi 600 por cada 100 mil habitantes y en cuestión de 10 meses, de acuerdo con cifras del gobierno de Bukele, han entrado a engrosar la lista más de 60 mil reclusos, en medio de un cruenta guerra declarada contra los pandilleros.

Entre estos capturados hay más de 1000 niños, muchos de ellos de apenas 12 años, de acuerdo a una reforma a la ley que logró implementar el gobierno para combatir la delincuencia y que cuestionan organizaciones internacionales como Unicef.

Al mismo tiempo, las medidas de Bukele han dejado más de 170 muertos en las pandillas, 18 de ellos en duda porque serían personas inocentes y se duda de la legalidad de por lo menos 600 capturas.

Sin embargo, los reparos a las violaciones de derechos humanos contrastan con los resultados que han llevado al país a una tasa de 105 homicidios por 100 mil habitantes en 2015, a una increíble de 17.6 en el último año, aunque esa tendencia ya había iniciado una acelerada reducción desde antes que Bukele llegara al poder, por lo que no es muy claro adjudicarle el resultado a su estricto régimen de excepción.

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