Marcarse la piel para toda la vida va mucho más allá de seguir una nueva tendencia.
Aunque muchos pueden llegar a pensar que los tatuajes son una moda de hace pocos años, la verdad es que marcarse la piel de por vida ha estado presente a lo largo de toda nuestra historia como sociedad. En diversas culturas estos han sido parte de rituales, marcas representativas y recordatorios de grandes hazañas.
En la antigüedad, la tinta en el cuerpo era parte de las representaciones culturales de diversas civilizaciones alrededor del mundo. Los indígenas los utilizaban para hacer referencias simbólicas a sus costumbres al igual que los egipcios, quienes los utilizaban como protección o los romanos que los usaban para mostrar su lugar en la sociedad.
Aunque los siglos han pasado y las personas van cambiando, los tatuajes han prevalecido y a pesar de que fueron tomando connotaciones negativas, gracias a que eran usados por rebeldes y algunos delincuentes, hoy en día hacen parte de la cultura. Sin embargo, ha habido un viraje; los avances tecnológicos, la lucha por la igualdad, la inclusión y la libertad de ser y sentir influyeron en la proliferación de personas tatuadas, que ya corrían menos riesgos de ser señaladas.
Dentro de las diferentes formas de expresarse aparecen los tatuajes, una de las formas más fáciles y únicas de mostrase ante los demás, ya que tengan o no un trasfondo simbólico, personal, emocional o de gustos, son marcas que cada quien decide plasmar en su piel.
Hans Pico, un joven tatuador de realismo y surrealismo con aproximadamente 10 años de experiencia en el mundo de la tinta. Desde pequeño tuvo amor por el dibujo, y hoy en día tiene un importante reconocimiento a nivel nacional. Cuando se le preguntó por qué las personas se tatúan respondió sin dudarlo que “tatuarse no es solamente por un significado, hay muchos que deciden hacerlo por gusto y sin una importante carga emocional”.
El crecimiento del tatuaje no ha evitado que siga siendo motivo de controversia y divisiones entre aquellos que es están a favor y quienes están en contra con las marcas en la piel, que pasaron de ser representaciones culturales a ser entendidos como algo negativo.
“Hace algunos años era muy complicado, era mal visto, en especial en personas mayores, pero esto ha ido cambiando y ya es más natural”, agrega Pico, que también explica lo que ha ayudado a que disminuyera el estigma sobre los tatuajes: “Famosos como futbolistas, actores o cantantes han ayudado a que esto se normalice”.
Ante los prejuicios y las opiniones negativas sobre los tatuados, Hans hizo una demostración única para derrumbarlas y se animó a hacerlo con su madre. Patricia Pulido, una mujer con una llamativa cabellera roja que difícilmente pasa desapercibida, no dudó en prestarle sus dos brazos a su hijo para apoyarlo en su trabajo y para desmitificar la idea de los tatuajes como algo malo.
La primera vez que la aguja tocó su piel, le cubrió todo el brazo izquierdo y ahora decidió cubrir todo su otro brazo con el arte de su hijo. Pico explica que el diseño, el cual se realizó en cuatro sesiones con una duración de 20 horas en total, es surrealista y está compuesto por una transición de rostros hacia unas flores. Pero, según el artista, este tatuaje no tiene un significado puntual.
“Ella me apoyó para que estar tatuado fuera más normal y es que al estarlo ambos sirve para que mis tíos y mis abuelos, que no tenían una buena idea de esto, cambiaran su perspectiva”, cuenta entusiasmado este tatuador bogotano. “Uno no deja de ser buena persona por tener tatuajes”, sentencia.
En un mundo en el que las redes sociales son tan influyentes, ver a las celebridades tatuadas ha impulsado los tatuajes como tendencias. Estrellas internacionales del deporte como Lionel Messi o David Beckham; de la música como Adam Levigne, Maluma o Rihanna; celebridades de la gran pantalla como Johnny Depp o Scarlett Johansson e incluso modelos como Kate Moss o Cara Delevigne, lucen su tinta a tal punto que la convierten en marca personal.
El tatuador Guillermo Moreno quien lleva 13 años en el mundo de los tatuajes dedicado al realismo sobra y realismo color, entra con una efusividad al hablar de su pasión sobre el tatuaje como parte del cuerpo: “en parte es arte y en parte es moda. Al ser moda va evolucionando y cambiando. Los tatuajes se convierten en formas, ya no es solo el outfit que me pongo, sino la forma en que decoro mi cuerpo y cómo me siento identificado con él”.
En la discusión entra Juan Nieto, quien lleva 11 años haciendo todo tipo de diseños, pero en los últimos prefiere sombras, una técnica que utiliza pigmentos blancos y negros diluidos, asegura tajantemente que sí son una moda, independientemente de si se hacen con significado o por gusto. Pero es justamente gracias a eso que cada vez se acepta más y que quienes rehúyen de él aprendan a nivel cultural lo que hay detrás: “todo lo que se pueda ver se puede tatuar”, concluye.
Aunque muchas personas se hacen tatuajes por gustos o por estética, hay otros tantos que lo hacen por algo que va más allá. Estos pueden convertirse en una forma de sanar, recordar y avanzar en la vida.
Javier Andrés Rodríguez es un trabajador social que encontró una forma de conectar con su realidad a través de la tinta. “Siempre tuve el tema de los tatuajes como una figura que refleja el sentir. Me empecé a tatuar porque tengo un hermano que tiene una enfermedad huérfana y quería tenerlo siempre conmigo, por ello me tatué su rostro”.
Después de esa primera marca en su piel, decidió mezclar sus vivencias personales con una de sus grandes pasiones: la cultura japonesa. “Mis tatuajes son una forma de plasmar cómo he transitado la vida y la relación con las cosas que me gustan. Por ejemplo, tengo un daruma. Una abstracción de la filosofía zen en el que uno guarda sus deseos. Este tiene forma circular y en la cara se pinta un ojo y el otro no. Este último se rellena cuando lo que se deseó se cumple”.
Para entender el concepto del daruma, un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México, lo define como un amuleto de la suerte en la cultura japonesa y está diseñado para guardar los propósitos de aquello que la persona que lo vaya utilizar quiera cumplir en su vida.
La figura del daruma se relaciona con la leyenda de Bodhidharma, un monje de origen persa que viajó a China en el año 527 para aprender del budismo. Al no ser admitido en el templo Shaolin, este se estableció en una cueva a esperar pacientemente que llegara él la iluminación durante 3 mil días. Pese a las adversidades no desistió de su propósito y hoy en día es considerado el vigésimo octavo patriarca del budismo.
Para Moreno los tatuajes han roto una barrera muy grande que tienen los seres humanos, que es la confianza en ellos mismos. “El hecho de marcar mi piel desbloquea ciertas cosas de mí que me permiten ser mejores seres humanos y abrirme mejor al mundo” y por eso él cree que el aporte que hacen los tatuajes va más allá de mostrar una tinta en alguna parte del cuerpo. “Se puede entender desde un punto de vista psicológico porque además me permite ser independiente e individual con mis marcas”.
Los sicólogos tiene la palabra frente al significado y el impacto de los tatuajes en la vida de quienes los tienen. La psicóloga Johanna Rueda lo define así: “los tatuajes no son algo nuevo, siempre se han utilizado como una forma simbólica para trasmitir un mensaje a través de mi cuerpo y de mi identidad. Estos pueden ayudar a tramitar momentos traumáticos o dolorosos y que pueden ayudar a resignificar estas situaciones”.
Un ejemplo que expone Rueda son los tatuajes terapéuticos. “Además de ser un estilo de vida, se han convertido en una alternativa para las personas que quedan con marcas en la piel, por ejemplo, las personas que padecen cáncer de mama o que tienen cicatrices en su cuerpo. Hay tatuadores especializados en recrear aquello que perdieron y esto ayuda a darle otro significado a un evento traumático en la vida y ayudar a sanar ”.
Definitivamente tatuarse es algo personal, puede ser un ‘arranque’, como dicen muchos, o una decisión muy meditada, como consideran otros y la decisión de hacerlo o no va en lo que cada cual quiera plasmar de forma permanente en su cuerpo.
Para algunos puede ser una simple moda, para otros una técnica con un fuerte significado personal o espiritual, y para otros tantos una forma de expresión personal y artística en la que la piel se convierte en un lienzo imborrable. Lo que está claro es que cada día, con más fuerza, está dejando de ser un sinónimo deprimente, de delincuencia, violencia, rebelión o un obstáculo para tener trabajo y empieza a ser entendido como socialmente aceptado.