Jaime Rodríguez ideó una fórmula para que cartageneras y sucreños saquen rentabilidad a los productos de su tierra, así es que Celele está entre los mejores de América.
Los viajes a Cartagena ya no se concentran solo en el centro histórico. Cada vez más turistas exploran Getsemaní, un barrio con un legado de resistencia y cultura, que fue hogar de artesanos, esclavos liberados y comerciantes. Allí, en una casa azul, está Celele, el restaurante del chef Jaime Rodríguez, hoy reconocido entre los mejores de América Latina. A sus 15 años, Celele sigue fiel a su esencia: conectar la biodiversidad del Caribe con el trabajo de campesinos de Montes de María y una red de cartageneras que han convertido sus patios en despensas para la alta cocina.
Esa filosofía se traduce en su menú: un cóctel de langosta, una ensalada de flores caribeñas, gallina criolla o calamar, maridados con coctelería que evoca la frescura de la Costa. Pero más allá de los sabores, todo tiene un trasfondo social. En la ciudad más turística de Colombia, donde cuatro de cada diez personas viven con menos de 4 dólares al día y una de ellas en pobreza extrema, la gastronomía de Celele representa también una forma de resistencia y transformación.
El efecto social que se ve en la mesa
De Montes de María no se habla lo suficiente. Esta región, históricamente golpeada por la violencia, fue durante años disputada por grupos armados debido a su ubicación estratégica. Sus comunidades sufrieron desplazamientos forzados y masacres, pero en lugar de anclarse en la victimización, han redescubierto la riqueza de su tierra. Su fertilidad es tal que no solo Celele, sino varios cocineros, han identificado en ella una despensa clave del Caribe.
Tras la pandemia, Jaime y su equipo comenzaron a trabajar con pequeños productores hasta encontrar a la Asociación Agropecuaria Comunidad El Mando (Asocoman), un colectivo que, además de sembrar ñame y yuca, ha cultivado con éxito flor de Jamaica, tomate cherry, guandul y cereza luz. Ingredientes únicos que, en manos de los chefs, se transforman en explosiones de sabor y sofisticación. Así, el menú de Celele refleja la diversidad del territorio, con colores, texturas y técnicas que elevan la cocina colombiana.
En el campo colombiano, el 68% de los jóvenes planea migrar a las ciudades, abandonando la actividad agrícola. Para revertir esa tendencia, Asocoman creó un semillero que motiva a sus niños a valorar la tierra y su potencial. Jaime ha sido un puente clave, conectando a estos productores con compradores y restaurantes, porque, como dicen en Montes de María, “necesitamos más ‘Celeles’ y ‘Jaimes’ para escalar la producción”.
Pero la historia no termina en el campo. En Cartagena, Celele también colabora con la Fundación Granitos de Paz, que impulsa un programa de cultivos urbanos con 424 huertos, de los cuales el 70% están liderados por mujeres cabeza de hogar. Todas ellas, que por cuidar a sus hijos o un familiar, debían quedarse en casa, ahora desde sus patios están produciendo lo que los menús necesitan.
Esa es la ruta de Jaime Rodríguez. A 15 años de fundar Celele, sigue explorando su Caribe, revalorizando las plazas y demostrando que un restaurante no solo impulsa la economía de una ciudad, sino que transforma vidas desde la raíz.
Y ahí está el resultado, un boyacense que entendió la riqueza de la tierra, que ha recorrido el mundo por sus técnicas, ahora está liderando el que según Latin America’s 50 Best Restaurants es uno de los 10 mejores del continente. Pero aún mejor, puso a hablar a la gente de lo que pasa en Cartagena, no por sus murallas, su turismo tradicional, sino la cocina con enfoque social.