SoHo conversó con el escritor colombiano acerca de su participación en el nuevo proyecto de Prime Video donde su obra es la protagonista. También hablamos del golpe bajo que implicó despedirse de Frank Molina y de su regreso a la ficción literaria luego de decidir alejarse de ella por amor a sí mismo.
El próximo 7 de julio se estrena la nueva película colombiana de Prime Video, Los iniciados, basada en el universo literario de Mario Mendoza. La historia sucede en una ciudad oscura, caótica y apocalíptica, que bien se asemeja a muchos de los libros del escritor.
Todo gira alrededor de Frank Molina, el periodista y detective creado por la pluma de Mendoza. Su personalidad incorruptible y su mente que navega por los claros y oscuros, lo convertirán en el personaje perfecto para descubrir un misterio relacionado con el agua.
Pero el literato no solamente prestó sus obras para esta adaptación, también estuvo detrás del gran trabajo que se realizó detrás de cámaras. SoHo conversó con él en exclusiva acerca de esta producción, y además de la destrucción que implicó despedirse de Frank y de su regreso a la ficción, luego de separarse de ella abruptamente al finalizar Akelarre.
¿Cómo empieza a tejerse esta historia de Los iniciados?
Desde que hicimos Satanás con Rodrigo Guerrero veníamos con ganas de hacer algo, pero solo se consolidó hasta el 2018, cuando a partir de Akelarre se acerca y me dice que es momento de volver a trabajar juntos. Empezamos a tomar notas y a pensar en ese personaje de Frank Molina que cruza Akelarre, pero también otras tres novelas, y dijimos: “por qué no recuperar un detective de la ciudad de Bogotá”.
Más tarde nos unimos a un guionista, Nicolás Serrano, y decidimos adaptar. Adaptar a mí me gusta mucho porque no se trata de llevar los libros al cine. Realmente nuestra película no tiene nada que ver con un texto en particular, no es Lady masacre, no es La melancolía de los feos, no es Akelarre.
El centro de esta historia, como bien lo dice, es Frank, y sin duda, es un hombre con diversos matices, muy lejos de ese concepto habitual del detective pulcro y casi perfecto que muchas veces nos han pintado los libros y el cine...
Los detectives europeos y norteamericanos son personajes racionales, fríos y que tienen unas virtudes de análisis sobresalientes. Desde Auguste Dupin, el detective de Edgar Allan Poe, hasta los últimos creados por Paul Auster y otros escritores, siempre hemos visto personas que admiramos profundamente. Pero los detectives latinoamericanos son sombríos, melancólicos y autodestructivos. En el caso de Frank hablamos de alguien melancólico, bipolar, paciente psiquiátrico y que siempre vive al margen, caminando en extramuros.
Sin ánimo de ser zalamera, pero Andrés Parra era el indicado para convertirse en Frank. ¿Cómo fue ver uno de sus personajes más queridos convertido en un sujeto de carne y hueso?
En este momento no tengo presente, tantos años después, la imagen que tenía de Frank. No alcanzo a recordar si lo imaginaba pelinegro, alto o bajo. Pero ahora es simple: para mí es Andrés y va a ser muy difícil desprenderme de su actuación.
Es la primera vez que lo digo: siempre recordaré la manera en cómo empezó a encarnar a Frank, porque lo hizo a través de la música. Andrés me escribió y me dijo: “Qué escucha. Yo creo que oye salsa de los 70, pero qué más”, y las primeras tres canciones que le mandé fueron de George Moustaki, Jacques Brel y George Brassens.
Andrés estaba en Buenos Aires, se puso los audífonos y comenzó a recorrer las calles mientras oía esos temas. Así entró en el personaje y fue algo muy bello. A mí me ha parecido estremecedor.
¿Quiénes son “los iniciados”? Y no solo me refiero a la película...
La iniciación se da en el dolor. La película hace alusión a un mundo contemporáneo que nos hiere, que nos maltrata una y otra vez. Nos muestra una sociedad sumamente cruel, déspota, segregacionista, arrogante, que nos ha destruido moral e intelectualmente.
La iniciación sucede en el dolor y esa es una historia muy común para nosotros los colombianos que hemos tenido que pasar por procesos históricos muy duros: nos han matado a nuestra gente, nos han desaparecido personas. El sufrimiento no es ajeno a nosotros y a las nuevas generaciones que empiezan a vivir aquí. Así que, al final, “los iniciados” somos todos.
El sufrimiento es protagonista en la producción, pero también la resistencia. Y esta palabra es muy común en su obra. ¿Qué significa para usted en estos momentos de su vida?
Yo creo que a nivel macro no hay salida, vamos hacia un debacle de gran envergadura. Pero podemos resistir en lo pequeño, en lo micro. Podemos decir no, no quiero hacer parte de ese horror. ¿Cómo hacerlo? Cada quien va encontrando la ruta y el camino. En mi caso es creando, en el caso de la película resisten a través del periodismo, de la denuncia, de estar muy pendientes de lo que sucede y de no amilanarse ni arrodillarse frente al poder. A mí me parece que ese es el gran logro de Frank: es un periodista que no tiene precio, no hay cómo comprarlo. Él es un personaje terrible, que incluso puede ser molesto y desagradable, pero tiene esa virtud increíble de que no se negocia y eso en este país vale todo.
Ya que vuelve al tema de Frank y haciendo la pregunta cliché, ¿usted tiene algo de él o viceversa?
Yo no soy tan depresivo, ni cargo esa angustia. Yo tengo un poco más de humor y llevo la vida de una manera más ligera. Pero ya que hablamos de él de nuevo, lo que sí me gusta de Molina es que encarna a muchos de los periodistas de este país que han entregado su vida por la verdad. A mí me parece que es todo un homenaje a esos periodistas que se mantienen firmes, y que a mí modo de ver son unos de los más combativos del planeta.
Hablando del escritor, fuera de Los iniciados... terminar Akelarre significó uno de los momentos más duros de su vida, ¿no?
Yo no sé si ustedes recuerden una anécdota de Gabriel García Márquez llorando en las escaleras. Y Mercedes cuando lo ve atacado le pregunta qué pasó y él le responde que acaba de morir Aureliano arriba en el estudio. La gente cree que uno gobierna a los personajes, que uno escribe lo que quiere pero no funciona de ese modo. La literatura es como una posesión, como ser invadido por una fuerza que no puedes controlar.
Entonces, yo termino Akelarre y lo acabo bastante enfermo, hasta hospitalizado. Y de ahí para adelante mi salud se ha visto deteriorada, y yo creo que en parte tiene que ver con que dejé media vida en esa novela.
Las novelas gráficas, Leer es resistir y Los iniciados le han ayudado a pasar esa tusa, a hacer catarsis. Entonces, ¿volveremos a ver ficción después de esta larga pausa?
Ya he podido salir y he podido volver a la ficción, me costó cinco años. Ya estoy cerrando una novela muy dura, que a veces me da un poco de miedo. No sé si la corrija o edite aspectos que me parecen muy fuertes, pero sí voy hacia la ficción de nuevo.
Leer es resistir, pero también da vida, ¿no?
Yo creo que una persona que no lee es alguien que está condenada a vivir una sola vida: la suya. En cambio, los que leemos somos muchos. Hemos encarnado en mil situaciones, en épocas distintas, en religiones diferentes. Hemos viajado por el planeta, hemos sido transgéneros, villanos y asesinos. Hemos sido héroes y hemos salvado personas. Uno nota cuando habla con alguien que lee.