Esta escena se ha vuelto tan repetitiva en la capital antioqueña que mientras algunos habitantes dicen sentirse preocupados, otros aseguran estar acostumbrados.
Durante el pasado fin de semana los habitantes del nororiente de Medellín fueron testigos de una nueva escena en la que los piques, disparos y la música una vez más se convirtieron en los protagonistas de un velorio de dos delincuentes que fallecieron en medio de un intento de hurto en una joyería en Don Matías, Antioquia, luego de que el propietario del establecimiento reaccionara sin pensarlo dos veces con un arma de fuego, mientras ellos tenían un arma de juguete.
Su despedida estuvo marcada por una caravana que paralizó la movilidad en la capital antioqueña, de hecho, el carril de Metroplús también se vio afectado, motivo por el que los transeúntes y conductores, ante su mirada atónita, no tuvieron más remedio que, como en todos estos casos, llenarse de paciencia y esperar a que el ambiente se calmara para retomar su viaje.
A raíz de esta situación, en El Colombiano recordaron que este tipo de despedidas no son una novedad en Medellín sino que, por el contrario, son tan repetitivas que mientras algunos habitantes dicen sentirse preocupados, otros aseguran estar acostumbrados.
Entre los sucesos del pasado que han quedado registrados se suman el de abril de 2022 en Campo Valdés y San Blas; también el julio de ese mismo año durante el entierro de alias Terror, y los vividos en el entierro de un presunto fletero en abril de 2018, entre otros casos donde la mayoría se trata de fallecidos en fleteos y robos fallidos.
Esto ha hecho que varios residentes se pregunten en dónde están las autoridades cuando ocurren este tipo de escenas, pues según declaraciones de testigos recogidas por el medio mencionado anteriormente, “si la ciudad ‘está caliente’, pueden llegar a verse hasta siete de estas honras fúnebres que trastocan la cotidianidad”.
Las reacciones de los vecinos son diversas debido a que algunos prefieren ignorar y no dar su opinión al respecto, pero también hay quienes confiesan estar atemorizados sin dar muchas señales de ello, pues simplemente se quedan a la espera de que todo pase para superar el susto que les generan estas caravanas.
Además, quienes ya llevan varios años siendo testigos de estos hechos, aseguran estar tan acostumbrados que ya no les causa ningún tipo de temor y por eso no bajan las rejas de sus establecimientos, pues ahora lo ven como algo “habitual” del paisaje.
“Esto demuestra que hay un problema ético y un reto para la educación porque si en la casa es donde se están dando estos valores, se le está enviando un mensaje equívoco a las nuevas generaciones”, comentó el investigador del conflicto urbano, Gregorio Henríquez en El Colombiano, haciendo referencia a la imagen de héroe que se ha creado en la ciudad antioqueña a quien ha delinquido.