El caso ha sido investigado por las autoridades debido a las extrañas circunstancias en las que falleció Javier Eduardo González.
Desde que se confirmó la repentina muerte del sacerdote identificado como Javier Eduardo González Pertuz, de 39 años, en Medellín el pasado fin de semana, las autoridades han estado adelantando las investigaciones del caso con el objetivo de conocer las causas de su deceso que generó gran conmoción a los feligreses y ciudadanos.
Tras revisar las cámaras de seguridad del sector y el bar donde estuvo por última vez con vida, se logró conocer que el padre salió del Seminario Misionero San José, donde trabajaba formando a jóvenes, el viernes 3 de febrero y sobre la 1 de la mañana del sábado se encontró con otro hombre que lo acompañó hasta el establecimiento, donde se sentaron en una mesa del fondo a compartir algunas bebidas.
Después de media hora su acompañante se retira del lugar con su celular, reloj y billetera, mientras él queda desplomado sobre la mesa hasta que el administrador del bar intenta “despertarlo” porque pensó que estaba borracho. Como el sacerdote no reaccionaba, decidieron sacarlo al andén y llamar a la Policía.
Una vez llegaron las autoridades y confirmaron que Javier Eduardo González no tenía signos vitales, iniciaron las investigaciones y en la tarde del miércoles 8 de febrero, El Tiempo dio a conocer los resultados de los exámenes toxicológicos que le realizaron
De acuerdo con el diario, al sacerdote se le tomaron muestras de orina, sangre y frotis nasal para detectar si tenía alguna sustancia en su cuerpo, pero salió negativa.
“La muerte fue consecuencia natural y directa de muerte en estudio”, indican los resultados, es decir, todavía no se puede establecer si se trató efectivamente de un homicidio pese al principio todo parecía indicar que habría podido ser víctima de robo con escopolamina. Por el momento se esperan los resultados de otros exámenes especializados que se le practicaron para determinar las causas de su muerte.