Alos 91 años partió quien llevara por todo lo alto el arte nacional alrededor del mundo
Colombia amaneció con la noticia del fallecimiento de uno de los íconos del arte, el antioqueño Fernando Botero, quien a través de sus ‘gordos’ llevó el arte de nuestro país alrededor del mundo.
Según lo informó la W radio, el artista murió después de venir sufriendo desde hace algunas días algunas complicaciones en su salud.
De acuerdo con lo establecido por EL TIEMPO y W Radio, el artista falleció en su casa en el principado de Mónaco este viernes 15 de septiembre del 2023.
Según informaron fuentes cercanas, venía presentando neumonía, por lo que lo mantuvieron varios días internado en un centro médico, sin embargo, el mismo artista pidió ser llevado de nuevo a su casa para seguir allí los tratamientos médicos.
El maestro Fernando Botero Angulo nnació en 1932 y fue el segundo de los tres hijos del matrimonio entre David Botero Mejía y Flora Angulo Jaramillo.
Él mismo se definió en alguna ocasión como hijo de una “familia venida a menos”. Su papá había trabajado como arriero para sacar adelante a sus tres hijos, pero falleció cuando Botero tenía cuatro años, y su madre, aunque era una mujer abnegada a la familia, tuvo muchas dificultades para sostenerlos.
Por las casualidades de la vida, Fernando Botero se topó con el arte, pues a sus 15 años se preparaba para ser torero cando se le ocurrió exponer sus pinturas a la salida de la Plaza de la Macarena imitando al cartelista mexicano Carlos Ruano Llopis, por quien sentía una gran admiración. En el momento en el que logró vender su primera obra por dos pesos de ese entonces, comenzó a considerar dejar el toreo y volverse un artista.
Más adelante conseguiría trabajo como ilustrador del diario El Colombiano y con el sueldo se pagaba el colegio. Pero como pintaba desnudos y escribía sobre marxismo, el padre Félix Henao lo expulsó, al considerarlo “una manzana podrida”.
Así comenzaría la historia de un artista imparable quien a los 19 años, expuso en Bogotá en la galería Leo Matiz. Con la plata que se ganó, alquiló un cuarto en Tolú y se fue a trabajar cerca al mar. Cuando volvió a presentar sus cuadros, no solo se vendieron todos, sino que se ganó un premio nacional de pintura cuyas ganancias le alcanzaron para ir a Europa y comenzar otra etapa de su vida.
Pero su famoso estilo lo vendría a encontrar años después en México. Su hijo Juan Carlos cuenta que un día en México, en 1956, dibujó una mandolina. Momentos después decidió pintarle el hueco del medio, no del tamaño normal, sino exageradamente pequeño. Inmediatamente, “la mandolina multiplicó su tamaño y las proporciones sufrieron un cambio radical”. Ese fue el punto de partida de ese estilo único del artista antioqueño por el que sería aplaudido alrededor del mundo.
De hecho, Botero dijo una y otra vez que “no pinta gordos”, sino que trabaja con ese volumen”, la clave para darle plasticidad a sus obras.
Para muchos expertos, la obra de Botero es muy amplia y sus trabajos han sido aclamados por el mundo al punto que los coleccionistas pagan millones de dólares por ellos.
Hace casi veinte años, la revista Art Review se puso a la tarea de hacer una lista con los diez artistas vivos más cotizados del mundo y Fernando Botero quedó de quinto.
El presidente Gustavo Petro lamentó el fallecimiento de Botero, a quien recordó como el pintor “de nuestra violencia y de la paz”.
“Ha muerto Fernando Botero, el pintor de nuestras tradiciones y defectos, el pintor de nuestras virtudes. El pintor de nuestra violencia y de la paz. De la paloma mil veces desechada y mil veces puesta en su trono”, comentó.