¿Usted se muerde las uñas, pero no es consciente de los riesgos que representa? Un experto en psicología habló con SoHo para resolver varias inquietudes sobre esta conducta que puede traer serias consecuencias en quien no logra ponerle freno.
Se trata de un vicio; el hábito de comerse las uñas conocido científicamente como onicofagia, es más serio de lo que muchos creen y puede tener consecuencias impensadas. Steven MacDonald, un hombre de 48 años, se hizo mundialmente conocido porque tuvo que ser intervenido quirúrgicamente de urgencia en Airdrie, cerca de Glasgow (Escocia), tras contraer una delicada infección en el dedo índice de la mano izquierda que lo llevó a luchar por su vida durante varios días, después de tener la costumbre de devorarse sus uñas.
Ell hecho le dio la vuelta al mundo porque es una conducta bastante común en los seres humanos que -aunque de manera inconsciente- se convierte en parte de su cotidianidad o hasta en una terapia para afrontar diferentes situaciones o emociones sin medir lo que realmente representa llevarse los dedos a la boca.
El hecho de quitarse las uñas con los dientes tiene motivaciones sicológicas, pero claramente consecuencias físicas. “Todo inicia con un deseo sin control por morderse las uñas, sin saber que de este sencillo impulso se desencadenará en un incontrolable comportamiento qué afectará la vida emocional de quienes lo experimentan”, asegura Robert Molina Rodríguez, psicólogo clínico y representante del consultorio Integral Mind Psicología.
“La onicofagia no es un trastorno en sí, pero sí acompaña algunos trastornos según el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM 5 y la clasificación internacional de enfermedades CIE-10. Algunos trastornos que vienen acompañados son el obsesivo compulsivo, los trastornos somatomorfos, trastornos emocionales y del comportamiento que usualmente suelen aparecer en la infancia y la adolescencia”, agrega el experto.
Por otro lado, menciona que es una conducta que según “lo observado en el proceso terapéutico en la onicofagia se encuentra un porcentaje más alto en niños en un 45 % en edades más o menos de 3 a 10 años, y en la pre-adolescencia y la adolescencia en un porcentaje 35 % y en adultos un 20 %, sin que el género tenga una influencia significativa”.
No obstante, en SoHo salimos a preguntarle a la gente qué tan relacionada se siente con esta conducta, qué género creen que es más propenso a hacerlo y por qué, así como otras curiosidades sobre el tema que dejan en evidencia el impacto que puede tener en la vida social, emocional y física de quienes la enfrentan.
Si bien las opiniones son divididas, los testimonios coinciden en que las mujeres tienden a cuidarse más las uñas por estética y hasta acuden al manicurista para arreglarse (las de las manos y los pies), mientras que la mayoría de hombres prefieren arreglárselas en casa y ni siquiera se atreven a mostrar las uñas de sus pies, en la mayoría de los casos.
Sobre las causas consideran que puede ser señal de ansiedad, estrés o nervios, y así lo confirma Molina, que además resalta se “genera un hábito crónico por situaciones de índole psicológico, pero se tienen en cuenta los contextos sociales y culturales que rodean al paciente como lo son la familia, el trabajo, el colegio, entre otros”.
Por otro lado, indica que “otras causas están relacionadas con los trastornos psicosomáticos, los cuales llevan a pensamientos irracionales que aumentan la conducta de morder las uñas hasta generar heridas o laceraciones graves”.
“Si miramos las posibles causas de la onicofagia en niños, algunas están relacionadas con la imitación ya que si los familiares cercanos presentan esta conducta el comportamiento se puede desarrollar por repetición. Otros factores pueden ser por cambios fuertes como el inicio de la vida escolar, cambio en el núcleo familiar, por separación o por la llegada de un integrante nuevo en la familia, entre otras”, indica el experto en psicología.
“En la adolescencia las dificultades las exteriorizan de muchas maneras y están ligados como a la baja autoestima, los cambios físicos, hormonales y emocionales por lo cual desencadenan en conductas como la onicofagia, sin darse cuenta que los afecta más ya que incrementan los síntomas y genera miedo en mostrar sus manos e inseguridad”, agrega.
Sobre el caso en adultos, precisa que “los niveles de estrés juegan una mala pasada ya que conlleva a la ansiedad, a pensamientos obsesivos y depresión”, que inconscientemente llevan a este hábito. “En general los síntomas de la onicofagia están relacionados con la repetición de la conducta, ocultar las manos, el nerviosismo genera elevación de los niveles de activación emocional, las lesiones físicas en uñas, dedos y piel, y dificultades en interacción social por la timidez y la baja autoestima”, señala.
Aunque varios hombres confiesan ser conscientes de que las mujeres se fijan mucho en el aspecto de las uñas de sus manos y que para algunas personas, incluidos ellos, puede ser un hábito desagradable, también reconocen que no es una conducta nada fácil de dejar porque lo hacen hasta cuando están tratando de resolver sus dudas o plantear ideas para un proyecto, además, saben que podría afectarles no solo física, sino emocional y socialmente.
Por esta razón, Robert Molina recomienda que “cuando nos damos cuenta que esas conductas afectan nuestra vida, es momento de buscar ayuda de un profesional de la salud mental” y los psicólogos clínicos como él cuentan con “las herramientas para controlar estos síntomas, donde se realiza una evaluación de detonantes y desencadenantes de la conducta, se dan sugerencias para la regulación emocional por medio de técnicas de respiración y relajación, técnicas como el mindfulness, que es la atención y consciencia plena del malestar, técnicas como la activación conductual donde reemplazamos por una conducta alternativa funcional y extinguimos la conducta problema”.
Por último, expresa que el objetivo de la terapia “es brindar un ajuste psicosocial, incrementar la calidad de vida del paciente, y generar flexibilidad psicológica que es formar hábitos que permitan vivir de un modo congruente con nuestros valores y aspiraciones”.
Así que, ¡no fracase en su intento por dejar este hábito! Recuerde que morderse las uñas es una conducta que afecta a gran parte de la población y de no ponerle freno podría desencadenar en serias lesiones o infecciones que podrían poner en riesgo algunas partes de su cuerpo o hasta su vida, consecuencias que van más allá de lo estético en el género masculino.