Desde cárceles hasta burdeles, el pasado de los museos de Bogotá es tan rico como la oferta cultural que hoy ofrecen. Le hacemos un recorrido por algunos de los más emblemáticos.
Domingo por la mañana. Qué mejor plan que aprovechar que Bogotá amanece con un día soleado (escaso por estas fechas) para salir a recorrer la ciclovía, desayunar en una plaza de mercado, caminar, ver las curiosidades que se encuentran por el ‘Septimazo’ y terminar la tarde en uno de los más de 60 museos que hay en diferentes localidades de la ciudad.
Por algo la capital colombiana es considerada también como la capital de la cultura, contando con espacios que permiten apreciar el arte, recordar nuestra historia, disfrutar la música, evidenciar los objetos prehispánicos que realizaron nuestros antepasados y hasta imaginarnos las vidas que puedan existir en otras galaxias.
Entre estas edificaciones destinadas para conservar estos espacios, hay algunos que además de contar con la oferta cultural disponible para los ciudadanos, cuentan con grandes historias que se ocultan entre sus paredes y que quizá no muchos recuerdan.
Museo Nacional de Colombia
Considerado uno de los más grandes de América, el Museo Nacional de Colombia ofrece a sus visitantes diecisiete salas de exposición permanente, con más de 2.500 obras y objetos prehispánicos, de contextos históricos y geográficos, y diferentes piezas de arte moderno, que se encuentran resguardadas en un edificio que reúne valores arquitectónicos e históricos del país.
Fundado en 1823, ha ocupado diversas sedes a lo largo de su historia, entre las que ocupó la antigua Casa Botánica -hoy desaparecida-, el Pasaje Rufino Cuervo -hoy desaparecido-; para más recientemente instalarse donde se ubicaron las instalaciones de la antigua Penitenciaría Central de Cundinamarca, conocida como “Panóptico”.
Antes de ser inaugurada esta sede en 1948, que es la que tiene el museo hasta el día de hoy, este lugar fue la prisión más importante del país durante casi 72 años.
La edificación fue diseñada por el constructor Thomas Reed y construida a partir del 1 de octubre de 1874, guarda una oscura historia que quizá solo sus instalaciones recuerden del todo.
Los muros que hoy componen al Museo Nacional, tienen 148 años de historia, resguardan las oscuras vivencias que pasaron los más de 500 de presos que estuvieron en la cárcel que, para en ese entonces, tenía la capacidad de 207 celdas.
Tales habrían sido los casos de crueldad que ocurrían al interior, que en su momento llegó a ser apodada como ‘La gusanera’, donde incluso estuvo detenido Adolfo León Gómez, poeta liberal colombiano.
Aunque cuenta con miles de historias que llegaron a mezclar la crueldad, el terror y la adrenalina, hoy en día es uno de los lugares para que los capitalinos disfruten de la cultura, en un edificio que fue testigo de múltiples transformaciones sociales, económicas y políticas del país, al igual que de la transformación urbana por la que ha pasado la ciudad.
El Castillo de las Artes
Ubicado en el barrio Santa Fe, declarado zona de tolerancia en 2002, este espacio cultural que hoy en día ofrece espacios de innovación social y económico desde las artes, durante varios años funcionó como un reconocido prostíbulo de Bogotá.
Este museo fue creado en el viejo edificio El Castillo, que muchos capitalinos recuerdan por las grandes fiestas y encuentros sexuales que se sabían ocurrían dentro, pero que fue replanteado para ser un lugar cultural para la ciudadanía.
Este club nocturno fue testigo de consumo de sustancias, excesos y hasta casos de explotación sexual por años, pero en el año 2017 cerró sus puertas, luego de que las autoridades allanaran el lugar, tras encontrar el nombre de José Ricardo Pedraza, señalado de ser un lavador de la mafia, entre las escrituras del predio, entre otros nombres vinculados con negocios ilícitos.
Desde el 2021 abrió sus puertas para que los jóvenes disfruten y aprovechen de los espacios que promueven la creación, apropiación, circulación y formación artística, el empoderamiento de derechos culturales y el cuidado de la vida.
Casa Museo Quinta de Bolívar
Hoy en día es una casa colonial que puede ser visitada por los habitantes de Bogotá, pero en su momento, albergó grandes cumpleaños, como el de la esposa de un virrey Antonio Amar y Borbón, y hasta fue propiedad de Simón Bolívar (Aunque solo por 423 días).
Este museo sirvió en su momento de refugio al Libertador después del atentado que sufrió el 25 de septiembre de 1828, uno de los tantos periodos donde su vida estuvo en peligro.
Entre los distintos momentos históricos que se vivieron en la Quinta, están la instauración de la Gran Colombia y la culminación de la Campaña del Sur, así como también centro de fiestas y reuniones gracias a la presencia de Manuelita Sáenz.
Durante su historia y luego de que dejara de ser propiedad de Bolívar, la edificación funcionó para funciones como local de Colegio Santa Ana, casa de salud y de fábrica de pita -bebida similar a la cerveza-. Además, pasó por innumerables modificaciones hasta ser hoy en día una casa museo por su interés arquitectónico e histórico.