Un viaje a este destino no solo queda en la memoria por sus paisajes, sino también por sus platillos únicos, los cuales representan la esencia de su gente y su historia.
Curaçao no solo es conocida por sus playas paradisíacas y coloridas calles, también por su gastronomía, que refleja la mezcla cultural de sus habitantes. La comida es una fusión única de sabores africanos, europeos y caribeños, resultado de la rica historia colonial de la isla. Quien la visita no duda en regresar, y es que allí se vive una experiencia culinaria auténtica.
Además de ser exquisita, la gastronomía de la isla también es para todos los presupuestos. Los mejores platos pueden ser probados tanto en locales populares, como en restaurantes más sofisticados.
Zus Di Plaza es uno de esos lugares donde hay que comer sí o sí. Su cocina tradicional y hogareña refleja a la perfección lo que pasa dentro de las casas curazoleñas. Ubicado en la Plasa Bieu en Willemstad, allí vale la pena probar la pesca del día como el dradu, el kora y el panga, los cuales son freídos y servidos directamente a la mesa.
Pero estos manjares no llegan solos, pues están siempre acompañados por los clásicos y deliciosos acompañamientos de la isla. Entre ellos destaca el funchi, una especie de polenta a base de maíz que ofrece una textura suave y reconfortante. En la lista también está el tutu, que combina sémola de maíz y frijoles negros o rojos, creando un contraste único. Y no podemos olvidar el arroz moro, caracterizado por su rica mezcla de sofrito y frijoles, que añade una profundidad de sabor y color.
Como nota destacada, muchos de los platos tradicionales de la isla se acompañan con tajadas de plátano frito. Con una textura crujiente por fuera y suave por dentro, aportan una tonalidad dulce y un contraste delicioso con los sabores salados y especiados de los platillos principales. “La combinación de lo dulce del plátano frito con el resto de los ingredientes crea un equilibrio perfecto que enriquece la experiencia culinaria y refleja la riqueza de la cocina de la isla”, le contó a Fucsia Tirzah Statia, guía turística y travel planner.
Quienes pasan por Zus Di Plaza no se pueden ir sin el postre. Una gran recomendación es la repa di pampuna, que es una especie de tortilla o panqueque hecho con calabaza rallada mezclada con harina y especias. “Esta es una preparación simple pero sabrosa, y en realidad nosotros la podemos comer a cualquier hora del día, no solamente como postre después del almuerzo. Yo, por ejemplo, la como en la noche y fría”, agregó Statia.
La cocina tradicional también se siente en varios hoteles y hospedajes de Willemstad y la isla. Ese es el caso del Courtyard Curaçao (de la familia Marriott), que enamora a los huéspedes con Centro Gastrobar, un restaurante fusión donde los sabores locales se combinan magistralmente con influencias internacionales.
El menú ofrece una variedad de platos creativos y deliciosos que destacan ingredientes frescos y auténticos de la región. Los imperdibles son el pargo rojo, el cual viene infusionado con hierbas frescas, la sopa de langosta y el ceviche hecho con pesca local y leche de coco.
Un día de playa en la isla también se puede convertir en toda una experiencia gastronómica. La jornada puede empezar probando unos deliciosos pastechis, “que son snacks en forma de media luna rellenos de queso, carne, pollo, atún, bacalao o verduras. Los pastechis son populares para el desayuno, por lo que los bocados dorados más frescos se encuentran por la mañana en los supermercados o en los puestos de comida al borde de la carretera”, asegura la Oficina de Turismo de Curaçao.
Para el calor nada mejor que tomar agua de coco o por qué no, probar un helado. En la isla existen sabores únicos y caribeños como kiwi con orégano, piña colada y ron con pasas.
Luego de aprovechar las aguas cristalinas de la isla, nada mejor que hacer una parada para comer en Landhuis Klein Santa Martha. “Esta encantadora casa colonial, que formó parte de una histórica plantación establecida antes de 1700, se ha transformado en un elegante restaurante y hotel boutique”, cuenta la Oficina de Turismo de Curaçao.
En su menú encontrará una exquisita variedad de delicias, que abarca desde cocina local auténtica hasta opciones internacionales y vegetarianas. Ubicado en la cima de una pintoresca colina al noreste de la Bahía Santa Marta, ofrece un ambiente acogedor y vistas panorámicas que realzan aún más la experiencia gastronómica.
En este lugar vale la pena probar el stobá, un guiso que puede prepararse con carne de res, cabra o incluso pescado, acompañado de ingredientes como papas, zanahorias y cebolla. La clave de este plato está en las especias locales, que le dan un toque cálido y exótico.
Otra buena opción para disfrutar de la gastronomía y el mar es Playa Piscadera, que cuenta con tres restaurantes, cada uno con un concepto completamente diferente. A tan solo diez minutos de Willemstad, en Piscadera es posible relajarse con aguas verdaderamente magníficas, disfrutar de un cóctel y deleitarse con platos exclusivos.
Para finalizar la jornada, nada mejor que parar en la carretera para comer una torta o mantecada y endulzar el paladar. Coco, pistacho y chocolate son algunas buenas opciones para probar. La porción es abundante, así que puede ser perfecta para compartir.
La noche en la isla es tranquila pero también invita a la fiesta. Y en Saint Tropez se puede disfrutar de ambos mundos. Su cocina está inspirada en diferentes sabores internacionales, con toques de Curaçao, lo cual lo hace perfecto para vivir una experiencia gastronómica vibrante y variada. Allí, la velada puede empezar con una cena relajada y terminar al ritmo de un cóctel hecho con el famoso Blue Curaçao.
Para quienes quieren seguir disfrutando de los sabores locales durante la cena una fantástica opción es Rozendaels. Allí se puede probar uno de los platillos más representativos de Curaçao: el keshi yená, un manjar que refleja el ingenio de los esclavos africanos que vivían en la isla. “Este plato consiste en una bola de queso rellena de carne de pollo desmenuzada, acompañado de aceitunas, pasas, alcaparras y especias. Se hornea hasta que el queso se derrite y crea una capa dorada y crujiente por fuera, mientras que el interior es jugoso y lleno de sabor”, afirma Tirzah, mientras que la Oficina de Turismo de Curaçao suma: “Aunque ahora es menos común, los ancianos solían cocinar el queso relleno en hojas de plátano”.
En definitiva, Curaçao no es solo un destino para los amantes de la playa, sino también para los apasionados de la gastronomía. Cada plato, desde el más simple hasta el más elaborado, cuenta un relato de la diversidad cultural de la isla, donde las tradiciones africanas, europeas y caribeñas se entrelazan en cada bocado.