Colombia alberga más de 1900 especies de aves y todavía hay muchas más por descubrir.
En la región nororiental de nuestro país, se encuentra el bellísimo departamento de Norte de Santander, un destino natural que alberga alrededor de 750 aves y parece haber sido creado para los amantes de la aventura y los deportes extremos. En SoHo visitamos la región de Chitagá, un municipio “escondido e inexplorado” que se ubica en el centro del departamento y se caracteriza por sus impresionantes paisajes, su riqueza cultural y la posibilidad de vivir aventuras inolvidables en medio de la naturaleza.
Iniciando con el recorrido, la Hacienda Carrillo Don Alonso, vía Pamplona, nos esperaba a eso del mediodía. La casa tenía más de 100 años de antigüedad y mantenía su esencia arquitectónica con amplios corredores y balcones internos. Desde este punto ya se empieza a sentir el olor a durazno. Algunos de nosotros recordamos la película de Jim y el durazno gigante donde esta deliciosa fruta hace parte de las grandes aventuras del protagonista. Eso mismo nos pasó. En Chitagá, el durazno estaba presente en la mayoría de situaciones. Su oferta gastronómica con este fruto nos sorprendió, se pueden encontrar desde bocadillos, quesos, mantecadas, postres, aperitivos hasta licores y platos típicos. ¡Usted no no lo va a creer, pero todo lo hacen con durazno!
En nuestra primera aventura por ‘la ruta del durazno’, pudimos apreciar cómo labran y preparan la tierra para producir este deleite del paladar. El árbol de durazno tarda alrededor de 3 años para dar sus primeros frutos y puede producir hasta 18 kilogramos en una sola cosecha ¡ahora imagine usted cuantas cosechas pueden haber en toda la región al año! La situación es que abunda tanto que muchas veces ni regalados los aceptan.
“Se denomina ‘la tierra del durazno’ por que el clima es perfecto. Vine hace 25 años desde Venezuela y descubrí que el negocio de cosechar durazno era muy rentable por la cantidad de fruta que sale. Dura 3 años en madurar. Es un municipio sano y muy rico en agua. De hecho, se ha valorizado de forma importante la tierra gracias a la abundancia del fruto, dicho en otras palabras, está zona del país es un paraíso duraznal”, contaba Abelardo Florez Sandoval, propietario del vivero Flores de Abel.
En ese sentido, varios habitantes del municipio han visto una oportunidad de negocio en los duraznos y han emprendido en diferentes proyectos para comercializar la fruta en sus distintas preparaciones. “Acá han venido muchas personas a acusarnos por dañar el medioambiente. Pero tenemos que ‘ponernos las botas’ y mirar el otro lado de la problemática, y observar realmente quién está haciendo daño. El gobierno está explotando minas y eso es lo que está acabando con el agua, la vegetación ¡eso no lo ven!, en cambio es más fácil culpar al campesino. Como productores de quesos este es nuestro principal desafío”, manifestó Diana Patricia Carvajal, representante de la fabrica Chitalac.
Siguiendo con el recorrido, nos encontramos con lo alarmados que están los integrantes del consejo municipal de Chitagá por el mal estado del Puente Real (18 metros de largo y tres metros de ancho), que se encuentra sobre el río Chitagá, escenario de la Batalla de Los Mil Días que marcó la historia de la región y hoy, a pesar de haber tramitado planes para su mantenimiento y protección al gobierno, el deterioro del puente por el paso del tiempo es inevitable y está a punto de colapsar.
Para nuestra siguiente aventura nos esperaba el famoso Páramo del almorzadero, un ecosistema imponente, con una temperatura entre 0 y 35 °C que comprende unos 1251 km² de extensión, que se ubican entre los 3100 y 4530 metros sobre el nivel del mar. Se trata de una reserva natural de 46 humedales (37 lagunas y 9 humedales), que abastece con agua varios ríos cercanos. Nuestro guía, Yadyr Carvajal, un joven estudiante de la zona, informó que le llamaban ‘el almorzadero’, “porque era la conexión entre Santa Fe de Bogotá y Caracas, entonces Chitagá servía para ser el paradero y el almorzadero de varios viajeros”.
Antes de avanzar al complejo lagunar, nos invitaron a vivir una experiencia campesina donde desayunamos, preparamos cuajada, vimos hilar la lana y compartimos con las ovejas. “No vayamos a arrancar nada, no vayamos a hacer ruidos fuertes, ni tampoco maltratemos a la naturaleza, sobre todo vamos a disfrutar de la vista y vamos a hacer una meditación para pedirle permiso a nuestra ‘Pachamamá' (deidad que representa la tierra) para estar ahí. Entonces con la mejor energía y entusiasmo vamos al Páramo”, expresó el guía.
Cuando llegamos al Páramo, fue inevitable no compararlo con los imponentes paisajes de la película del Señor de los anillos, sin duda un escenario natural cubierto de agua, niebla, vegetación y montañas rocosas, donde además se forman pequeños riachuelos que originan lagunas. Para los habitantes, se trata de una zona majestuosa y además, cuando se refieren a ella, no logran evitar darle un toque de misticismo a sus palabras, ¡un paisaje mágico imposible de olvidar!
Para el anochecer, llegamos a la laguna Comagüeta, que se puede encontrar a tan solo 23 kilómetros del casco urbano del municipio de Chitagá, allí estaba una cabaña con vista a todo el Páramo y una imponente cascada de más de 100 metros de altura.
Pero lo más impresionante del hospedaje es que la cabaña estaba acompañada de una casa milenaria donde ‘mamá Luz’ como llamaron a la propietaria, se apropió de un territorio, (antes azotado por la violencia, abandonado, donde desaparecieron personas y con una actual problemática de explotación de minas y reestructuración de la verdad), para convertirlo en un espacio turístico de avistamiento de aves y aventura.
“Tenemos una problemática en este momento y es que necesitamos que haya una cooperación turística hacía nuestro territorio. Personas de diferentes territorios piensan que venir hasta acá es muy caro, que la comida es cara y que hacer actividades es costoso. Pero en realidad no es así y los operadores turísticos están desaprovechando una gran oportunidad”, dijo Said Molina Gélvez, estudiante y habitante de Chitagá.
Así mismo, Sonia Duque, Coordinadora de Turismo del municipio, expresó que “es necesario que nuestros habitantes vean el turismo como una nueva forma de impulsar la economía y al mismo tiempo cuidar el Páramo. Son trascendentales las alianzas. Nuestro territorio tiene mucho por compartir al mundo”. Es así como el avistamiento de aves y las actividades ecológicas como el senderismo se convierten en piezas claves para promover el turismo del área.
“El Oxypogon guerinii, por ejemplo, es uno de los hitos de la región, es un ave muy cotizada porque es muy difícil de encontrar, es de las más buscadas y tuvimos la fortuna de captarla aquí en Norte de Santander, lo que la convierte en una oportunidad para atraer a los avistadores de aves. El cóndor, ave nacional, es otro plus porque están en peligro de extinción y solo se puede observar en esta zona del país”, reveló el biólogo de la zona, Luis Alberto Peña, quien además nos compartió varias de sus fotografías.
Según la organización BirdLife International, se estima que hay alrededor de 45 millones de personas en todo el mundo que practican la observación de aves de manera regular, cifra que continua en aumento. Además, la Organización Mundial del Turismo (OMT), sacó un informe donde identificó que la observación de aves es una de las actividades turísticas de mayor crecimiento en todo el mundo, con un aumento anual del 10 % en la demanda. Oportunidad que ha beneficiado a países como Costa Rica, México, Colombia, Brasil y otros.
Además del avistamiento de aves, en la zona se respira una paz y una conexión con la naturaleza impecable. Algo que también llama la atención, es que, así como en la película de Encanto, la mayoría de familias de la zona son matriarcales, es decir, que las mujeres, especialmente las madres, tienen un rol central de autoridad y liderazgo. Por eso, unos estudiantes de Chitagá, fundaron un emprendimiento de cervezas donde la imagen de marca eran sus ‘Nonas’ (abuela) y el sabor de cada una representaba su carácter.
Sin dudar, Chitagá es un destino ideal para aquellos que buscan escapar del bullicio de la ciudad y disfrutar de la naturaleza y la tranquilidad. Perfecto para practicar senderismo, escalada y otras actividades al aire libre. Más allá de sus paisajes, su gente es acogedora y amable. Como por ejemplo, el historiador Trino Hernández quien tiene una casa convertida en museo donde alberga toda una colección de instrumentos antiguos que ha guardado para compartir con el público. Según el exprofesor, ha invertido más de 120 millones de pesos en su ‘Rincón de la abuela’. Otro personaje icónico de la región es Jorge Eliécer Villamizar, un historiador apodado como “una verdadera enciclopedia andante”, quien también convirtió su casa en un particular y auténtico museo de arte e historia.