Aunque al principio la mujer pensó que se trataba de una broma, el asesor que la atendía le aclaró que estaba hablando en serio.
Mercedes Uhía se ha ganado su lugar en las plataformas digitales desde que terminó su relación con el creador de contenido Mauricio Gómez, más conocido como La Liendra. Por eso, aunque al inicio de su carrera en el mundo digital muchos la relacionaban con el pereirano, ahora todos la identifican por su extrovertida personalidad, su belleza y los tatuajes que tiene plasmados en su piel.
De hecho, se ha posicionado como una de las mujeres más buscadas en las redes sociales, donde suele dejar flechados a sus admiradores con sus candentes fotos, además de compartir varias de sus anécdotas del día a día u otros detalles relacionados con su pasado que generan curiosidad.
Entre las experiencias más absurdas que ha vivido, la influenciadora reveló que fue la discriminación que recibió por parte de una tienda virtual, a la que accedió en medio del confinamiento causado por la pandemia del coronavirus, cuando la modalidad de compra de manera virtual aumentó como parte de las medidas de prevención de contagios.
Sin embargo, en su caso no recibió una atención nada agradable, dejando en evidencia que en algunos establecimientos no dejan el elitismo y estigmatización frente a los clientes que consideran que no se ajustan a la calidad o costo de sus productos o servicios.
Según el relato de Uhía, al averiguar en el chat privado de la tienda el precio de una prenda de vestir y posteriormente preguntar si contaban con la modalidad de plan separe, fue cuando además de informarle que no contaban con esta opción, sino que sólo recibían pagos a través de tarjetas, le indicaron que seguramente ella no tenía porque “parecía pobre”.
Ante esta afirmación la creadora de contenido quedó desconcertada, por lo que decidió preguntar si estaban hablando en serio o era una broma, a lo que el asesor que la atendía se lo afirmó sin filtros, generando su disgusto.
A raíz de esto, Mercedes Uhia le comentó a la persona que la atendía que ella, a quien había llamado pobre, le podía ayudar con publicidad sin costo, lo que la tienda rechazó asegurando que no necesitaba este tipo de actividades para generar tráfico y ventas.
Finalmente, hasta ella misma se burló de la situación e insinuó que cuando lograra obtener el dinero para comprar ropa allí, entonces lo haría, pero por ahora no porque era bastante pobre.