La modelo y presentadora vivió una experiencia reveladora durante su estadía en Brasil cuando el exfutbolista colombiano jugaba para el Vasco da Gama
Tuvo que pasar un buen tiempo para que la presentadora y modelo Sara Uribe revelara lo que la llevó a tomar la decisión de volver a Colombia con su hijo Jacobo cuando vivía en Brasil, junto al exfutbolista Fredy Guarín, quien militaba en el Vasco da Gama de Río de Janeiro.
Ambos habían decidido darse una nueva oportunidad luego del tropiezo que habían tenido cuando Guarín jugaba en China. Sin embargo, poco fue lo que cambió. Sara no era la misma mujer alegre y sonriente de antes y su hermano Tomás así se lo hizo saber.
El pasado 27 de octubre, Sara decidió revelar por todo lo que pasó, mientras mostraba los nuevos muebles de su sala: “Cuando llegué de Brasil, no tenía ni en donde sentarme. Antes de tener esa sala que regalé, les voy a contar cuando tomé la decisión de separarme y regresé de Brasil…”.
Fue un día mientras estaban en una playa en Río de Janeiro: “Yo estaba en la playa con mi hermano, él estaba como preocupado, porque yo ya no sonreía y no era la mujer feliz, que siempre he sido”. Además, aseguró que durante un buen tiempo estuvo muy enferma, sin ganas de arreglarse y hasta el pelo y las uñas se le estaban cayendo.
Mi garganta estaba con sangre y yo no podía tragar, hasta tenía mal olor. Me salieron unos cálculos muy grandes, en las amígdalas(...)Yo no podía ni hablar y me dolía mucho, percibía ese olor dentro de mí y no podía expresarlo a la gente(...)Era como un dolor en el alma, muy grande, como si estuvieran acabando conmigo, por dentro”, contó.
Sin embargo, ese día, mientras estaban en la playa, “le decía a Dios que me pusiera personas que me hablaran, que quería el mensaje de Dios y que, si me tenía que ir de ese lugar, que me lo mostrara”, aseguró Sara. Y así fue.
Primero una niña, quien le dijo que bailaran: “Ella me enseñaba a bailar samba y yo no sabía hablar portugués(…)Ella me decía que era muy bonita y me abrazaba”. Posteriormente, agregó: “Se atravesó una persona que recogía basura en la playa, un señor, y ese señor se sentó a mi lado y me abrazó como nunca. Me abrazaba, me abrazaba. Yo le decía que por qué me abrazaba”.
Momentos después su hermano regresó y le dio el empujón que necesitaba para tomar sus cosas y regresar con su hijo a Colombia para comenzar de nuevo: “Tú eres luz, no te puedes apagar, vamos a sonreír, a bailar, a ser felices. Tú tienes que volver a vivir(...)Entendí el mensaje de Dios, Dios se me acercó de dos maneras en mi vida y me dio mis mensajes” dijo.
De esta forma, Sara y su hijo emprendieron rumbo a Colombia para mirar hacia adelante y recuperar esa esencia que la caracterizaba. Eso sí, no ocultó el dolor de haber tenido que separarse de Guarín: “Nos vinimos, con el dolor en el alma, ustedes no saben lo que lloraba en ese avión. Se me caía la vida, se me derrumbaba tener que dejar a alguien; amándolo con todo mi ser y mi corazón. Dejar una vida, que para muchas personas era de ensueño”.