Todos en la vida tenemos espinas atravesadas que soñamos con sacarnos algún día, unas del corazón, otras del trabajo, del deporte o incluso simplemente de metal o de madera.
La leyenda de Excalibur narraba que quien consiguiera sacar la espada de un yunque de hierro se convertiría en el Rey de Inglaterra.
La fábula de la Selva relataba que el temido León no rugía de hambre sino de dolor por una espina que tenía enterrada, la cual el pequeño ratón le logró sacar para convertirse así en su mejor amigo.
Y la historia real que les quiero contar dice que si uno se logra sacar la espina se convertirá en un ser muy feliz. Hace unas semanas, al mejor estilo BOY SCOUT, fui a visitar los bosques otoñales en Carolina del Norte. Pasé tres días en un maravilloso camping, rodeado de árboles espectaculares con gamas de colores que oscilaban entre el verde, el amarillo y el rojo. Conviví con la naturaleza, con la madera, con la foresta, con sentimientos que llenaron mi alma de paz y de tranquilidad.
Al terminar el viaje regresé a mi hogar, salí del campo para volver a la urbe. Ya en mi casa me quité los zapatos y me recosté un momento. Terminé la siesta, me levanté y descalzo caminé hacia el baño, con tan mala fortuna que una tabla del piso de madera estaba fisurada y yo sin darme cuenta la pisé y al mejor estilo del cine de terror me la enterré en un pie.
Pero me clavé una estaca completa de aproximadamente 50 centímetros de larga que se asemejaba a una flecha de guerra de la edad media o a un arma para asesinar vampiros directo en su corazón.
El palo me entró por debajo del pie y me salió por arriba, por un dedo.
El dolor fue brutal, pero aún más aterrador fue verme cruzado como un pincho humano, como Apocalipsis Now.
No sabía si era más dolorosa la herida en el pie o la impresión de verme y sentirme atravesado de lado a lado por un objeto cortopunzante.
Me tiré al piso y así acostado dejé el pie en el aire en medio del delirio entre la realidad y la percepción.
Minutos después llegó la ambulancia de emergencia con su servicio médico.
Inmediatamente me atendieron y me dijeron que había dos opciones.
La primera era cortar el palo y llevarme a la clínica para que me sacaran el resto en una cirugía.
La segunda era sacar la estaca con la mano y luego llevarme al hospital.
Opté por la segunda y le dije a uno de ellos:
Por favor: SAQUEMELA TODA YA!
Pusieron anestesia con un spray en el pie y así una mano tomó la estaca contó hasta tres y .......
AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH
Jaló y salió.
Todavía me duele sólo por recordarme.
La vida está llena de paradojas y de absurdos. Estuve rodeado de árboles, palos y maderas durante tres días en un camping en el bosque y nada me sucedió. Llegué a la seguridad de mi casa y me accidenté con una estaca de madera.
Por lo menos me quedan una historia para contar, un video del percance, que se grabó con un teléfono, para compartir y la satisfacción de literalmente haberme sacado la espina como única opción para volver a la felicidad.
JCO
@juancarlosortiz