Si la viera en la calle pensaría que es como esas cosas que uno ve en una vitrina y sabe que no puede comprar. Pero Johanna Cure es mucho más sencilla de lo que usted se imagina. Eso sí: difícil comprarla, porque las cosas materiales no la desvelan (aunque a veces gasta más de la cuenta en ropa y regalos para sus sobrinos, como buena barranquillera) y aparte es muy ahorradora, así que tiene su futuro asegurado y no necesita un macho que la mantenga.
Su voz es dulce, con una dosis justa de dejo costeño que no raya en lo folclórico. Es más, no le gusta mucho el vallenato. Salió del estudió de Carlos Gaviria para Miami, a hacer una de las muchas campañas internacionales que le han ofrecido en los últimos años, luego de ser reina de las Flores, Miss Rain Forest y de llevarse cuanta corona la pusieran a disputar. Los fotógrafos se aterran de su frescura ante las cámaras. Unas fotos que se demoran dos horas con otra modelo, con ella salen en 45 minutos y después escoger es dificilísimo, porque en todas sale impresionante.
Johanna nunca revela su edad porque dice que es mejor decir la que quieren los clientes. A pesar de haber dejado atrás la estudiante juiciosa que llevaba el uniforme dos dedos abajo de la rodilla para convertirse en estudiante de odontología y más tarde en reina de belleza, tiene la virtud de cambiar camaleónicamente para posar. Es coqueta, mucho. Pero disimulada.
De pocos novios (en realidad uno, nada más), más bien "tranqui", de planes como ir a comer o alquilar películas, aunque extraña el Carnaval de Barranquilla. "Tengo como dos años que no voy", dice en su acento caribe con tono de consentida (y dan ganas de alquilarle la película que quiera y llevarla al Carnaval cuantas veces se le antoje).
Sus amigos son los de toda la vida, sinceros y espontáneos, como ella, que usa la palabra "full" para todo y que nunca ha prometido nada serio por temor a no poder cumplirlo. Y si le pregunta por sus sueños le va a contestar que busca una vida simple, con una familia linda y una casa propia. "En cinco años.¡voy a estar muy vieja, no me asustes!". Como esté, igual la vamos a querer.