“Siempre he ido a mi ritmo, siendo lo que soy, con mi nariz aguileña, con mis pochecas tal cual son”, declaró la modelo caleña cuando posó para la portada de la edición de octubre de 2001.
A los 24 años, ya era el sueño de amor de millones de colombianos, a propósito de lo cual le asombraba lo nerviosos que ellos se ponían cuando estaban a su lado. “Los mismos problemas que tienes tú, los tengo yo. Somos iguales”, les decía para calmarlos.
La hoy feliz esposa de Harold Eder, madre de dos hijas y fundadora de la marca de moda Pink Filosofy, confesaba que no se enamoraba fácil, su gusto por el vino y que la tentaba el pecado capital de la pereza. Así como en las fotos salió a la luz su poder de seducción, en las respuestas al cuestionario afloró su buen humor. “¿Lo mejor de bañarse en pareja?”, la interrogó SoHo, y ella respondió: “ahorrar agua”, mientras que a la pregunta de la peor canción que había oído, anotó: “Fue tan mala que no me acuerdo”.
El título del artículo estuvo muy bien puesto, pues ella enfatizó en ser fiel a lo que la naturaleza le dio: “Jamás me haría una liposucción, ni caería en la tentación de la silicona”.