El destape fue literal. La exitosa creadora de contenido para adultos se animó a jugar en SoHo con la réplica de sus partes íntimas, un producto con el que quiere llevarles “un poco más de ella” a sus seguidores. Habló también de su sexualidad y de cómo ser mamá, novia e hija en medio de su profesión.
Un día de Aida Cortés empieza lejos de las cámaras, los aros de luces, los juguetes sexuales y la lencería erótica que millones le ven en sus redes sociales y, particularmente, en su cuenta de OnlyFans. Para ella, la primera tarea sí es íntima, pero con su hijo de 6 años, al que alista y lleva al colegio cada mañana.
Allá puede ser una más o por lo menos eso pretende ella, pasar desapercibida y poder devolverse en su carro sin que sepan lo que hará horas después en su trabajo, aunque no sería raro que muchos papás y una que otra mamá la reconozcan, pero seguramente prefieren callar. “Hay que ser prudentes cuando voy allá, llego lo más tranquila y recatada a llevar a mi hijo, es bueno mantenerlo así”, cuenta en esta entrevista en la que se anima a combinar todas sus facetas.
Aida es modelo, actriz, creadora de contenido para adultos, también editora de video y, por supuesto, amiga, novia, mamá e hija. Desde todas esas miradas se animó a conversar con SoHo, pero, inicialmente, sobre una novedad que la tiene feliz a ella y más a quienes la ven a diario: la réplica de su vagina que va a empezar a vender.
SoHo: ¿Cómo te ha ido con la venta de la réplica de tu vagina?
Aida Cortés: Llevo más de un año trabajando en este proyecto, que aparte de ser la réplica exacta de mi vagina, es un producto que requirió inversión de tiempo, capital, pruebas y un equipo de trabajo. Esta que les traje es la única que hay, no se ha comercializado todavía.
SH.: ¿De dónde te sale la idea de la réplica?
A.C.: Muchos me decían que por qué lo hice, por qué una réplica exacta de mis partes íntimas y yo les digo que tengo usuarios que ven mi contenido y me puse a pensar qué es lo que ellos más desearían. Yo recibo mensajes diciendo ‘¿Aida, tú también haces servicios?’ O sea, que si soy prepago. Y yo les respondo: ‘nooo, solo hago contenido virtual’. Entonces pensé cómo hago para complacerlos sin afectar mi integridad física, pero que sí les dé a ellos un poquito más de mí. ¿Por qué no? ¿Qué tiene de malo?
SH.: Este es un juguete sexual, ¿pero no existen otros similares?
A.C.: Las que hay son traídas de China, no son artesanales, no tienen el respaldo de un personaje detrás. Además que de ser algo atrevido, es innovador, no cualquiera lo hace. Son mil unidades con una textura que es única y no lo digo porque sea la de Aída Cortés, sino porque no hay en el mercado.
SH.: ¿Por qué solo mil unidades?
A.C.: Voy a sacar las mil réplicas y sé que se van a vender como…pan caliente (risas). Tenemos distribución a nivel nacional pero también una persona lo puede pedir desde cualquier parte del mundo. Me gusta la exclusividad, me gusta que cuando saco un producto vayan y lo compren, no me gusta hacer marketing, prefiero que la gente corra y el que alcanzó, alcanzó.
SH.: ¿Cuánto va a costar?
A.C.: No tengo el precio definido aún, lo estoy planteando, sé que las que hay en el mercado que son importadas al por mayor están entre 200 y 250 mil pesos colombianos y eso lo voy a tener en cuenta para que sea accesible. A pesar de que sean mil no van a ser carísimas, porque quiero que les quede a mis fans.
SH.: ¿Cómo fue hacerla, qué tan difícil fue sacar tu ‘molde’ exacto?
A.C.: Yo pensé que iba a ser terrible, estaba asustada, pero fue algo súper cómodo y sencillo. Es como si te aplicaran una crema, eso se vuelve gelatina y ya está, fue un poquito de frío ahí durante una hora y media pero no más.
“¿La abrimos? ¿Quieren que la abramos?”, pregunta Aida en medio de la conversación, en referencia a una caja con una foto suya en ropa interior blanca que tiene el título de ‘Masturbator’. De la caja sale un objeto alargado, color piel que, según ella, es exactamente igual a su vagina. “Viene con el embalaje principal, acá está la descripción, viene autografiada por mí. Ya tiene lubricante y todo. Mejor dicho, ya viene lista. Es impresionante porque le pueden meter lo que sea”, y se vuelve a reír.
Aida sigue manipulando el juguete que va a satisfacer a muchos hombres y, quizá, a las mujeres que se animen a usarlo. “Qué extraño, nunca me imaginé que estuviera en estas”, dice mientras pasa sus manos y sus dedos, momento en el que emite un gemido fingido como si ella se estuviera excitando. “No, mentiras”, afirma entre risas ya menos nerviosas al hacer alusión a cómo sería que ella sintiera el placer de todos los hombres que compren su producto. “De pronto hay una conexión, no crean. Te imaginas mil personas al tiempo en el mundo y yo así”, hace una pausa. “Qué chimba sería. Cuando exista la tecnología vemos cómo lo implementamos”, dice esta mujer que quiere convertirse en una gran emprendedora de la industria sexual.
SH.: ¿Vienen más réplicas de otras partes de tu cuerpo?
A.C.: Yo vivo el presente, por ahora disfrútenme de esta manera. Es más como un detalle que vean que esto se puede llevar a otro nivel. Hay gente que nunca ha sacado una marca y mucho menos un producto, que sea uno sexual no demerita y no quiere decir que no haya un trabajo. Lo hago para mis fans.
SH.: ¿Por qué crees que en algunos sectores hay tanto rechazo a la industria del entretenimiento para adultos?
A.C.: Porque hablamos de sexualidad y la sexualidad es un tabú. A pesar de que todos nacemos de este acto, nos escondemos para hacerlo y eso es algo que tenemos en la mente desde hace muchos años, eso va a ir cambiando obviamente y está cambiando, antes era mucho peor. Eso está marcado en la sociedad.
SH.: ¿Cuál ves que es la percepción de la gente sobre el sexo?
A.C.: La sexualidad es un tema en el que la gente dice ‘ay no’ y por dentro ‘ay qué rico’. Entonces es delicado porque se busca, es una necesidad. Yo no existiría si no tuviera clientes. Y hasta ahí es muy respetable. La gente dice ‘¿y esta por qué hace eso?’ Porque sí, respondo. Yo no podría entender una persona por qué se lanza a la política o por qué es sicólogo y no logra solucionar sus problemas, pero al mismo tiempo ¿qué seríamos sin políticos o sicólogos? Hay que dejar los moralismos porque sea algo sexual, es un trabajo, algo que se hace con gozo.
SH.: ¿Sigues disfrutando igual el sexo a pesar de todos los días tenerlo en la cabeza por tu trabajo?
Pues es que si tú no eres feliz en tu trabajo es porque estás en el trabajo equivocado. Cuando haces lo que quieres hacer y te grabas de vez en cuando para venderlo, pues cómo va a ser un trabajo, no puede serlo, es mi labor pero la disfruto. Nunca me voy a cansar.
SH.: ¿Te consideras adicta al sexo?
A.C.: Todas las personas tenemos que tener un nivel de mesura. No me considero como esas viejas ‘ay cómame, soy sexual 100 %’. Soy una mujer con muchas cosas en la cabeza, que sí disfruta el sexo, pero que así como tiene nivelada su vida sexual tiene nivelada su vida familiar, de amistades. En todos los aspectos. No me considero hipersexual, considero que disfruto el sexo, me interesa, aparte de mi trabajo es mi hobbie, como jugar fútbol que también me gusta.
SH.: ¿Cómo vives el sexo con tu pareja?
A.C.: Con frescura, todo tiene que fluir, nada tiene que ser impuesto, hay que relajarse y pues entre pareja es mucho más fácil, es algo bonito. Él me dice ‘aprendí esto y esto’. Y empezamos a estudiar esas ‘cositas’ en el sexo.
SH.: ¿Te consideras una experta?
A.C.: Nadie es experto en el sexo porque si yo sé mucho y te conozco a ti ya no sé nada porque eres un ser humano nuevo. Y puede que lo que yo sepa a ti no te complazca, entonces tengo que escucharte para poder adaptarme a eso que tú quieres. Poder descubrir algo nuevo, un mundo nuevo que es cada persona.
SH.: ¿Cómo es ser tu novio?
Pregúntale a él. (Risas) Es difícil porque soy una persona que me he construido sola y lo he hecho en contra de la corriente. Es difícil controlarme, pedirme que haga algo por la relación. Siento que hago todo siendo fiel. De ahí que con mi trabajo no se metan, coloco una barrera gigante para que no lo toquen. Entonces es complicado, más que por mí, por la gente y sus comentarios porque de una lo relacionan con ser alguien ‘fácil’, con que otros me caen entonces que lo voy a dejar por otro, es complicado.
SH.: Más allá de la puesta en escena, ¿te gustan las mujeres y el sexo con ellas?
A.C.: Me atraen, lo he tenido, me parece interesante, bonito, diferente, pero mi relación es con los hombres, me gustan ellos.
SH.: Existe la idea de que esto es dinero fácil, ¿lo es?
A.C.: (Suspiro) A mí me gustaría que alguien sacara un producto nuevo, no lo hacen. Compran otros y los revenden, esos son los llamados empresarios, otros sí innovan. No es fácil porque pocos lo hacen y eso es por algo. El hecho de hacer contenido para adultos ya te genera una presión social encima, ya eso lo hace difícil. De pronto por eso que tú estás cómodamente en tu casa criticando y no lo haces porque te da miedo con tu familia, porque te da miedo qué dicen tus amigos, ya de ahí partamos para ti no es fácil por qué me criticas a mí por hacerlo.
SH.: ¿Algún ‘narco’ o un hombre muy rico del país te ofreció plata por servicios sexuales presenciales?
A.C.: Para que a uno le ofrezcan plata tienen que ser muy irrespetuosos, porque a mí me conocen, tendrán la intención, pero cuando me den la mano me saludan y hablan 10 minutos conmigo se arrepienten y dirán ‘ay no, qué vergüenza’.
SH.: ¿Pero sí hubo alguien?
A.C.: Pues que tengan intenciones quizás, pero a mí eso no me interesa, no lo miro. No he llegado a ese punto. Las propuestas pueden llegar, pero los valores que uno aprende desde pequeños son unos. Así sea una delgada la línea, yo no puedo acceder físicamente a una persona por dinero. No porque me parezca mal o bien, sino porque no está en mi mente. No critico a las que lo hacen, ojalá lo hagan bien y cobren carísimo. Pero no lo haría porque nací en una familia cristiana, antes no sé ni cómo estoy en estas (risas).
SH.: ¿Muy religiosa tu familia?
A.C.: Me crié en un internado de monjitas. Son valores que uno tiene desde chiquitos, pero también son límites mentales. Límites que me dicen que en el sexo hay energía, se comparten tantas cosas. Hay parejas que duran tanto tiempo juntas y empiezan a parecerse físicamente, mira la energía que hay en el sexo y lo importante que es.
SH.: ¿Entonces nunca pensaste en ser prepago?
A.C.: Nunca, nunca. Yo vendía productos casa a casa. Cosas importadas de China precisamente. Cuchillos, carteras, lo que me dieran. Era menor de edad, tenía 17 años y la gente me preguntaba ‘ud tan bonita qué hace vendiendo esto’ y hasta me daban propinas a veces. Yo creo que me veían como el futuro, como la estrella, pero jamás se me ha pasado por la cabeza eso.
SH.: ¿Cuántas tangas y brasieres tendrás?
A.C.: Ay, son muchas, voy a sacar una marca de lencería de todos los que tengo. Lo estoy trabajando con mi hermana Lucy, la mayor que cose. Estamos en el proceso de producción. A la semana le llevo diseños para que ella los replique. Pero son muchísimos, demasiados, incontables. No voy a decir marcas, pero tengo prenditas de de un millón, dos millones, pero también algunas que cuestan 15 o 20 mil pesos. Todas son bonitas porque las escojo yo y el buen gusto no tiene precio.
SH.: ¿Cómo es un día normal tuyo?
A.C.: Me levanto temprano, casi todos los días tengo que madrugar a llevar a mi hijo de 6 años al colegio, luego de eso llego a la casa, a veces hago ejercicio a veces no, hago contenido todos los días, planeo los videos, los edito, envío lo que tengo que enviar, todo en la mañana. La tarde es más relajada. En la noche me acuesto tipo 10 u 11 planeando el contenido erótico del día siguiente.
SH.: ¿Cómo manejas las cosas en la calle, crees que dejaste de ser una persona normal?
A.C.: No, para nada. Siempre intento mantener esa normalidad, disfrutar de las pequeñas cosas, me gusta y me encanta sentir que soy una persona sencilla que comparte tiempo con las personas que quiere, con su familia, amigos y se da su espacio de poder ser, no como el personaje de Aida Cortés que supuestamente está sexy todo el tiempo. También soy muy humana, saco tiempo para hacer labores sociales que me encantan y me da felicidad poder ser normal. No sentirme famosa, sino que sentirme como una persona más. Yo creo que ese es el precio que pagan los famosos, no sentirse como alguien más.
SH.: Se te siente el acento santandearano con fuerza…
A.C.: A veces, a veces. Llevo viviendo bastante tiempo en Bucaramanga, no soy santandereana, nací en Aracataca, pero me crié en Piedecuesta, entonces adopté rasgos característicos de allá. Como, por ejemplo, el temperamento fuerte. Se expresa cuando es necesario, no es que siempre ande enojada y enojona. Solo que el carácter es necesario. Creo que de Santander he aprendido eso, que una mujer bonita y sin carácter no es bueno, es mejor tenerlo para marcar límites, para estar segura.
SH.: ¿Cómo te va siendo mamá con tu profesión?
A.C.: Él está apenas en primerito. No me gusta exhibirme y mostrar que soy Aida Cortés. Él a veces me pregunta “mamá por qué te piden tantas fotos”. Yo le digo ‘mi amor, porque yo vendo contenido’. Le digo la verdad pero acorde a su edad. Y así poco será poco. El rol de mamá es súper lindo. Yo lo tuve a los 19 años, quedé embarazada cuando hacía modelaje, modelo webcam, en ese momento seguía trabajando, pero solo con la cara, cogí más habilidad así y empecé a facturar más mostrando solo la cara. Increíble.
SH.: ¿Por qué no seguiste estudiando en la universidad?
A.C.: Hice Negocios Internacionales hasta noveno semestre. En quinto o sexto me volví demasiado viral y la presión social hizo que me saliera de la universidad. Tampoco lo necesitaba. Cómo era eso de los profesores dictándome clases y yo ganando más dinero que ellos. Esto que digo es fuerte, la gente tiene que educarse, no voy en contra del sistema, pero empecé a dudar un poco del sistema, pensé que podía hacer cosas grandes haciendo esto y pues ya sé de negocios, me planté. Me faltó un semestre para terminar.
SH.: ¿Cómo te imaginas en 10 años?
A.C.: Me veo retirada de la industria con unas seis empresas sólidas, con una finca autosostenible, que si se acaba el mundo yo puedo seguir viviendo y comiendo en mi finca. Y con una familia bonita. Quiero tener una hija, quizá en ese tiempo esté la nena.