Termina la Feria del Libro de Bogotá, pero en SoHo no nos podíamos quedar sin mostrarle un libro que no es para moralistas ni puritanos, pero que sí disfrutarán aquellos que les gusta experimentar, conocer o recordar fantasías sexuales.
Tener sexo en Bogotá, Buenos Aires, Los Angeles, Berlín, Tokyo, Taganga o la isla de Creta, no es igual. Cada lugar tiene su particularidad y todos los encuentros sexuales son diferentes, tal y como los narra Hans Trujillo en sus 12 relatos impuros, que presentó en la Feria del Libro de Bogotá. Con ese concepto de la “impureza” del sexo el autor juega para comprobar el tabú y escándalo que sigue habiendo al hablar del tema en una sociedad como la nuestra.
La sexualidad se puede explorar con la pornografía en internet, escuchando una canción sensual o explícita y por supuesto con un libro, que es el que más deja volar la imaginación y permite adaptar personajes o lugares en nuestra mente.
“Es una compilación de 12 historias muy atrevidas que exploran el erotismo desde diferentes ángulos, desde la simple búsqueda del placer hasta los más oscuros y reconditos pensamientos del ser humano”, empieza contando Trujillo, un escritor bogotano que vive en Estados Unidos desde 1999 y que por primera vez se atrevió a publicar literatura erótica.
En el libro de 154 páginas hay relatos para todos los gustos porque se expresa el erotismo desde la diversidad, con las relacioness monógamas convencionales hasta gustos sexuales mucho más abiertos, con experiencias grupales, de transexuales o incluso con personajes mitológicos como el Minotauro. Sin embargo, aunque caben todos, hay una población para la que no está dirigida la publicación de Trujillo.
“Siento que este libro no es para puritanos o para moralistas, está escrito para las personas que estén buscando este género de literatura erótica, para aquellos que sientan necesidad o curiosidad de explorarlo y que de alguna manera a través de las páginas quieran vivir o recordar fantansías”, explica el autor quien en 2017 publicó una novela de realismo mágico basada en El Bogotazo.
La necesidad y la curiosidad que menciona Trujillo son dos motivaciones clave para los que se animen a leer los relatos impuros porque según explica “la gente sabe exactamente lo que desea leer y lo busca, es un género que tiene un nicho muy definido” Y añade: “La literatura erótica tiene un valor literario por la riqueza del lenguaje narrativo en cuanto a la estructura de las historias y a los giros inesperados en las historias”.
Hans Trujillo se ríe cuando le preguntan si él ha experimentado todo lo que escribe en el libro y es que son sus amigos los que más lo hacen. “Oiga, ¿y es que usted ya vivió todo eso?” le suelen cuestionar después de empezar a leer las experiencias de Leonardo, Camila, Rosa, Félix, Paulina o Iñaki, algunos de los personajes de estos relatos salvajemente eróticos; él solo responde que es creativo y eso le da la capacidad para inventar las historias sin necesidad de experimentarlas, aunque por supuesto tuvo que pasar por un proceso investigativo para que cada escena sexual tenga la verosimilitud para que el lector la puedar armar en su cabeza.
La censura no existe en su libro, a las cosas se les llama por su nombre, aunque se las ingenia para buscar sinónimos y otras formas de llamar a las partes erógenas y sexuales de los protagonistas, una riqueza léxica que no está demás que empiece a implementar en sus relaciones sexuales después de leerlo. Y como el autor escribió sin filtro, era natural que hubiera revuelo en la familia.
“Mis padres son supremamente católicos, convencionales, conservadores, así que la primera reacción fuerte fue de mi mamá”, reconoce Trujillo con una expresión de picardía. “Cuando vio que iba sacar un libro de literatura erótica, ella se escandalizó, pero me tocó explicarle que estoy explorando diferentes vertientes literarias. Ahora lo ha tomado con más calma, pero dice que no se lo va a leer…y mejor que no lo lea”, dice entre risas el ‘autor impuro’.
Su pareja, por el contrario, fue la cómplice de esta aventura de escribir con erotismo, incluso la dedicatoria del libro es para ella “mi complemento, mi musa y mi más certera crítica”. En la conversación con SoHo, Trujillo dijo que ella hacía las veces de curadora, era la primera lectora cada que terminaba un relato y era quien le decía cómo encaminarlo, si estaba o no pasando algún límite en lo que escribía y cómo hacerlo de manera que a las mujeres les resultara agradable leerlo.
Si con todos estos detalles usted ya está decidido a comprarse los 12 relatos impuros y retar a uno que otro moralista que se pase por su biblioteca, la idea la podrá reforzar con las explícitas y sugestivas ilustraciones del arista Héctor Prado, que acompañan cada cuento. Con estas páginas en sus manos ya será decisión suya si las lee solo o acompañado y en voz alta para iniciar de otra manera una buena noche de sexo.