El periodista presentó ‘Más allá de la familia presidencial’ durante la Feria del Libro de Bogotá y en este diálogo contó las reacciones que han tenido familiares, exparejas y enclosetados por la publicación.
Quienes han escuchado a Felipe Zuleta todas las mañanas, especialmente en los últimos 10 años en Blu Radio, podrían creer que no tenía nada más para contar porque al aire no se guarda nada: desde decir que el expresidente Santos hacía “rasquinball” al referirse a su agenda diaria, pasando por comparar a la alcaldesa Claudia López con Catinflas por sus contradicciones, hasta afirmar que Gustavo Petro es un “egocéntrico y mitómano” que debería revelar sus exámenes psiquiátricos. Pero faltaba más. Por su cercanía desde la cuna con el poder, su libro ‘Más allá de la familia presidencial’, era el lugar ideal para decir lo que faltaba.
Desde su apartamento en la Avenida Alberto Lleras Camargo, el nombre que lleva la Carrera Séptima en honor a su abuelo expresidente, Felipe escribió 128 páginas sobre los integrantes de sus dos familias, la Zuleta y la Lleras, en medio del encierro obsesivo que se obligó a vivir por la pandemia ante el susto de contagiarse de covid.
Los mortificados
Contar que su abuelo Eduardo Zuleta había muerto siendo prófugo de la justicia o hablar de las enfermedades mentales de Guillermo, su padre -de quien escribe que se suicidó estando en un carro en Washington- le han generado molestias obvias de la familia paterna durante estas semanas en que el libro se ha convertido en el de no ficción más vendido de Colombia.
“Mis primos están muy mortificados”, confiesa Zuleta con algo de picardía. “Las tías no tanto, ellas ya están viejitas, están en otro mundo, tienen 80 y pico, con alzheimer, con todo lo que les da a los viejos”, agrega. Una razón más para la molestia, seguramente, es la recurrente mención que hace al aire a lo bigotudas que dice son.
Más amable, y así lo muestran las páginas de su libro, fue la relación con la familia Lleras. En el hecho de lograr bajarlos de un pedestal, cree que está el éxito en ventas que hoy tiene. “Yo fumaba una cosa que se llama President, una marca de cigarrillos. Entonces nos íbamos con el viejo (el expresidente Lleras Camargo) y él me decía ‘deme un cigarrillo’. Pero después llegaba oliendo a tabaco y mi abuela Bertha, que era chilena, lo regañaba”, afirma al hacer alusión a uno de los muchos retratos del expresidente que hace en su texto.
El libro de Felipe está dedicado a Juanita, su primera esposa y a María, la hija de ambos. “Es lo mínimo que podía hacer”, le dice Zuleta a SoHo. “Yo cuento toda esa tragedia de cuando salí del clóset”, que dio paso a su relación con César Castro, historia que también relató en una crónica para esta revista titulada ‘Yo me casé con mi mejor amigo’.
Era 1996, vivíamos en otro país, una sociedad mucho más conservadora y la revelación de que el integrante de una de las familias más reconocidas, con pasado presidencial y además un presentador de televisión, admitiera públicamente que era gay, era por supuesto un escándalo nacional. “Me preparé para una guerra nuclear pero no lo fue tanto”, aunque el revuelo lo llevó a terminar como cónsul de Boston gracias a la ayuda del entonces expresidente Ernesto Samper, a quien Zuleta no se cansa de agradecer y defender públicamente.
Sin embargo, César Castro también fue puesto sobreaviso de que vendría un libro de su exesposo. “Le advertí y él me respondió ‘yo ya estoy curado de espantos’”, cuenta Felipe que aunque asegura que su expareja sale bien librado, también apunta a lo complicado que de ese momento: “fue un divorcio de mier..., fue en Canadá, él se quería quedar con los activos y no asumir los pasivos (hablando de temas económicos). Pero eso pasó. El tiempo no arregla ni daña las cosas, solo las pone en orden”.
Los asustados
Fiel a su estilo provocador, Zuleta cree que hay algunos que podrían sentir temor porque él se desnudara en un libro contando los secretos de la élite bogotana. “Los que sí deben estar asustados son exparejas, yo hablo de las personas con las que me he acostado entre ellos colegas casados”, sin embargo, en esta conversación aclara que pueden seguir tranquilos porque no dio nombres en su publicación, ni lo hará en la segunda parte que ya anticipa que vendrá. “Decidí que no iba a sacar a nadie del clóset porque harto me costó volverlo mier… a patadas. Yo me voy con eso para la tumba, qué me voy a tirar matrimonios ahora”, responde entre risas.
Un nuevo libro resolverá la duda de si cumple su palabra. “Quedó ropita buena para la segunda parte, es que mostré lo que soy, no soy nada distinto de lo que reflejé, entonces eso es desnudarse”, dice sobre lo que vendrá en una nueva publicación en la que ya trabaja y que según dice será sobre las historias detrás y a fondo de las que ya escribió.
Zuleta y los presidentes
El poder y su cercanía con él, son la línea de tiempo de la vida de Felipe y por lo tanto de su libro. Aparte de nieto de un expresidente y primo lejano de otro, trabajó muy de cerca con Barco y Samper, ha sido amigo de Gaviria y se ha enfrentado con dureza a Uribe y Santos. Por eso, de cada uno se atreve a escribir y con el conocimiento suficiente puede concluir sin muchos rodeos quién ha sido el peor para él.
“Pastrana. Es el peor presidente de los últimos 50 años. Entregó 44 mil kilómetros a los sinvergüenzas, hijuep… de las Farc. Y este gue… de Pastrana creyó que el proceso de paz lo hizo él”, responde con dureza. De los otros expresidentes dice que cada uno tuvo algo bueno empezando por Samper de quien insiste en que no lo dejaron gobernar los ‘conspis’ y a quien él llama ‘el drácula’, entonces embajador de Estados Unidos, Miles Frechette. “Samper logró el Sisbén, Uribe tuvo un muy buen primer gobierno, Santos hizo algo que fue la paz y Duque la vacunación”, resume Felipe.
Sus denuncias de los falsos positivos en Soacha, el enfrentamiento que tuvo por las expresiones homófobas con el monseñor Córdoba, sus muy agrias columnas en El Espectador contra Uribe y el intento por llegar al Senado por el Partido Liberal -que él asegura ha sido uno de sus peores errores- le valieron en el imaginario el apelativo de ser un hombre de izquierda, pero sus posiciones recientes en Blu Radio y la defensa al gobierno Duque, lo han llevado a que lo alineen con la derecha.
“Unos dicen: ‘este ‘maricón’ enmermelado se lo comió Duque con mermelada de fresa’, eso piensan los petristas”, cuenta con gracia porque confiesa que le encanta provocarlos. Pero al mismo tiempo lo fastidian desde el otro extremo. “Y los uribistas dicen: ‘este es un guerrillero disfrazado de oligarca’. Entonces yo me muero de la risa”.
Por estos días Felipe está feliz firmando libros en varias ciudades del país y repitiendo que “no veía venir” el éxito que ha tenido en las librerías, emocionando a quienes no aparecen mencionados, un público volcado a devorarse el libro, lo que tal vez es otra muestra del morbo que sienten los colombianos por saber del otro, más aún si es un personaje público, nieto de expresidente, homosexual, defensor de Duque y contradictor acérrimo de Petro.