¿Sabía que algunos prostíbulos tienen cuartos reservados no para tirar sino para que duerman las trabajadoras del lugar? SoHo entró a esas habitaciones prohibidas para clientes de cinco puteaderos icónicos de Bogotá y acá las muestra en exclusiva.
EL CASTILLO
Trabaja hace dos años en El Castillo, un clásico del barrio Santa Fe. Tiene 21 años, es de Medellín y visita a su familia cada dos fines de semana. Le encantan los peluches y los productos de Victoria’s Secret; por eso, los clientes que mejor la conocen le han regalado perfumes de esa marca. También le gustan los relojes y un visitante asiduo de El Castillo le trae uno siempre que regresa de algún viaje: tiene, por el momento, cuatro de la marca Technomarine. Es devota de la Virgen de Guadalupe, por lo que su cuarto lo adorna, también, una imagen de la “guadalupana” que trajo de Buga, Valle del Cauca. Las flores las cambia cada semana.
LA WHISKERÍA DE LA 49
Son primas y son de Pereira. Viajan a su ciudad cada dos o tres fines de semana. Generalmente, los clientes les regalan ropa o zapatos, sobre todo de los que vende una de sus compañeras en la 49, uno de los prostíbulos más famosos de Chapinero. Laura les pide camisas y camisetas a los clientes para coleccionarlas; ya tiene ocho, entre elegantes y esqueletos. Hace poco, Sara le dijo a uno que quería una tableta y, cuando volvió, se la tenía de regalo.
LA PISCINA
Tiene 20 años y trabaja en La Piscina —otro lugar mítico de la zona de tolerancia del Santa Fe— desde hace uno. Es de Manizales y su plan es ahorrar para volver a su ciudad y terminar sus estudios en Fisioterapia. Un cliente gringo le regaló un paquete de productos de Victoria’s Secret con ropa interior, perfumes y cremas. Otro, que es profesor de la Universidad Nacional, le ha dado algunos libros y en la mesa de noche tiene dos: La Biblia y Despegarse sin anestesia, de Walter Riso. La narguile que tiene en el cuarto la compró, miti-miti, con una amiga de La Piscina.
LOS SAUCES
Son hermanas, de Santander, aunque su familia vive en Bogotá. Trabajan hace ocho meses en Los Sauces, un ‘secreto’ ubicado en la carrera 15, muy cerca de la calle 85. Todo lo que hay en la habitación lo han comprado por su cuenta o lo trajeron de su casa, pues generalmente no aceptan regalos de los clientes. Sin embargo, a veces sí aceptan invitaciones a comer o a cine.
PUNTO DE ORO
Nacida en Pereira, llegó hace cuatro meses a Bogotá. Tiene 18 años y quería ser mesera, pero mientras conseguía trabajo, probó suerte como prostituta... y se hizo 600.000 pesos en un fin de semana. Por eso, decidió quedarse en Punto de Oro, también en el barrio Santa Fe. Evidentemente, su color preferido es el rosado y, así las cosas, pidió pintar el cuarto donde duerme tal y como lo ve. El oso de peluche que tiene en una esquina se lo regaló un enamorado que dejó en Pereira.