Comedores compulsivos de grosellas con sal y fanáticos de casarse entre primos, han demostrado que una tierra pujante más allá de la salsa y de los carteles de la droga. Siempre que conozcan a un caleño, en algún momento de la conversación dirá: "Es que Cali es Cali", palabras clave para darle la trompada por "aletoso".