En sus memorias, el exdirector del FBI James Comey cuenta detalles sobre un escándalo sexual de Trump con dos prostitutas rusas. Es mucho más morboso que los que ya se le conocen. Artículo solo para mayores de edad.
De los escándalos sexuales de Donald Trump se ha hablado mucho, incluyendo los pagos a mujeres con las que ha tendido affaires. Esta es una larga lista en la que no solo estarían la actriz porno Stormy Daniels o la playboy Karen McDougal, sino muchas otras. Sin embargo, hay una información mucho menos conocida sobre las preferencias del presidente de los Estados Unidos, pero más morbosa. Se trata de un dosier que tendría el gobierno ruso en el que se registra la visita del empresario al país en 2013, cuando aún no era presidente. El propósito era asistir a la coronación de Miss Universo que se realizó en Moscú, un concurso de belleza del que el magnate era propietario.
Al parecer, el misterioso expediente plantea lo siguiente: Trump reservó la suite presidencial del Hotel Ritz-Carlton de Moscú y contrató a dos prostitutas para hacer un trío. En medio de la rumba y de la actividad sexual, el empresario les habría pedido a sus compañeras orinarse en la cama porque ahí había dormido poco tiempo atrás el presidente Barack Obama. Se trataba entonces de una humillación simbólica de Trump al hombre que más odiaba en ese momento.
La acusación es tan vulgar y tan denigrante que cuando se hizo pública se trató con relativa discreción. Los medios de comunicación la registraron haciendo toda clase de esfuerzos para no producirle un shock al público. Al fin y al cabo se estaba hablando del presidente de Estados Unidos, de prostitutas y de orinarse, temas que para una familia normal, que ve un noticiero de televisión por la noche, no solo son escandalosos sino incomprensibles.
Sin embargo, con la publicación del libro del exdirector del FBI James Comey, A Higher Loyalty: Truth, Lies and Leadership, hace dos semanas, el tema volvió a aparecer. Comey, quien estaba investigando a Trump por sus nexos políticos con Rusia durante su campaña, había sido destituido por este y estaba cargado de tigre. Tenía la costumbre de escribir un memorando detallado después de cada reunión que tenía con su jefe, para que todo quedara consignado en detalle. Como era de esperarse, el capítulo de la orgía con las putas rusas fue el más llamativo y por lo tanto el más registrado. Algo iba del chisme del dosier al best seller del exdirector del FBI. El asunto ya no podía taparse.
Según Comey, se reunió siete veces, entre enero y mayo de 2017, con Trump. En tres se habló del asunto de las prostitutas rusas, como quedó consignado en 15 páginas de sus memorandos. Comey señala que evitó tocar el tema al comienzo, pues le parecía no solo inverosímil sino imposible de tratar con el presidente del país más poderoso del mundo. Fue Trump quien lo puso sobre la mesa por primera vez el 27 de enero de 2017, e insistió siempre en los mismos puntos: 1) que el cuento era totalmente falso, pero que le aterraba que si su esposa pensaba que al menos el 1 por ciento de aquello podía ser cierto, se le armaría un drama en su matrimonio; 2) a quién se le podía ocurrir que una persona como él tenía que pagar por sexo. En otras palabras, a un hombre millonario, glamuroso y poderoso como él le sobraban las mujeres; 3) además era imposible que alguien se orinara delante de él porque todo el mundo sabía que era ‘germófobo‘ (germaphobe: fobia a los gérmenes); 4) hechas estas aclaraciones, agregó que Putin sí le había dicho que las prostitutas rusas eran las mejores del mundo.
Las preguntas fundamentales siguen siendo las mismas desde el momento en que la noticia se hizo pública: ¿era posible que eso hubiera sucedido?, ¿hubo o no meada?, y si la hubo, ¿fue solo sobre la cama o también hubo ?lluvia dorada?? Esta es una práctica sexual pervertida según la cual un hombre o una mujer experimentan placer si alguien se orina sobre ellos. Si las dos mujeres contratadas por Trump solo orinaron la cama, técnicamente no fue la lluvia dorada de la que tanto se habla. Él mismo ha declarado, con su argumento de la germofobia, que es imposible. Para el exdirector del FBI eran tantas las preocupaciones y tantas las explicaciones que llegó a pensar que todo había podido suceder. En definitiva, las torpezas del ocupante de la Casa Blanca hacen pensar que en ese hotel ruso sí pasó algo muy raro.
El dosier del que se habla fue elaborado por el espía inglés Christopher Steele, y -al parecer- en él se asegura que el Kremlin grabó lo ocurrido mediante cámaras y micrófonos infiltrados con el propósito de chantajear al hoy presidente de Estados Unidos. La primera vez que se supo de estos rumores, Trump estaba lejos de convertirse en el huésped de la Casa Blanca, pero con su elección en 2016 revivieron las investigaciones sobre lo sucedido en Moscú. Además, las salidas en falso del presidente, en entrevistas y redes sociales, han generado miles de especulaciones.
El único problema que tenía Trump en relación con el ‘pipi-gate’, como lo llaman los medios, no era su esposa, Melania. Igual o más grave era que había mentido sobre el tema y había sido pillado. Primero, aseguró que viajó para Miss Universo, que se realizó el sábado 9 de noviembre de 2013, en su Boeing privado y que no pasó ni una noche en Moscú, pues regresó de inmediato a Estados Unidos. Agregó que los reportes aéreos estaban disponibles. Esto resultó falso, como lo demostró el periodista Ben Schreckinger, del portal Politico, quien consiguió las fechas y las horas de llegada y salida del republicano: arribó al Aeropuerto Internacional Vnukovo de Moscú el viernes 8 y salió de allí el domingo 10.
Trump aseguró que no permaneció en Moscú, por lo que la fiesta dorada en la suite del Ritz era imposible. Pero parece que tampoco contaba con que las redes sociales lo delatarían, pues varios de sus propios trinos daban cuenta de su estancia dos noches y tres días. En uno, por ejemplo, registraba su regreso a Estados Unidos el domingo, contaba lo interesante que le resultó Moscú y sugería la “inteligencia” y “estrategia” que debía tener su país con Rusia. Incluso, Schreckinger revela en su informe la foto que posteó en su cuenta de Facebook el restaurante Nobu, de Moscú, en la que se observa a Trump con uno de sus socios rusos el viernes 8, un día antes de Miss Universo. Eso ya garantizaba una noche.
Son tan evidentes las torpezas del presidente, que uno de sus guardaespaldas en la visita a Rusia, Keith Schiller, aseguró que sí conoció una oferta de cinco mujeres para llevarle a Trump, pero que fue rechazada. Agregó que estuvo siempre en la puerta de la habitación del cuarto del hotel y que nunca vio entrar mujeres. Una declaración risible, teniendo en cuenta que supuestamente su jefe “nunca estuvo allí”. Voló, regresó y nunca durmió en una cama rusa.
Además, como escribió el periodista de Bloomberg Vernon Silver, “el sábado 9 varias publicaciones en Facebook mostraron a Trump en el Ritz-Carlton durante el día, y en la tarde tuiteó que había hecho una gran gira por Moscú”. Por la noche estaría en Miss Universo y luego en una fiesta que se extendió hasta el amanecer del domingo, como lo asegura el periodista. ¿Será cierto lo que dicen los detractores y biógrafos de Trump, que miente de manera patológica? “Miente todo el tiempo”, ha declarado en muchas ocasiones Mark Singer, reportero de The New Yorker, que en 1996 pasó cuatro meses con el entonces magnate y escribió un perfil que más tarde se convirtió en el libro El show de Trump.
En sus memorias, Comey deja claro que hay cosas más graves que el asunto de la lluvia dorada, las prostitutas y la humillación a Obama. Existe el tema de una posible infiltración rusa en las pasadas elecciones presidenciales, que es precisamente lo que estaba investigando el exdirector del FBI cuando lo destituyeron. Ese escándalo sigue sobre el tapete y podría producir un judgment, “juicio”, al mandatario de Estados Unidos.
Las de Comey son las primeras memorias que publica un exfuncionario del gobierno Trump y han levantado de nuevo la ola de comentarios en torno a las relaciones del presidente con Rusia. Un tema del que existen varias investigaciones en curso, incluyendo la que tiene en sus manos el fiscal Robert Mueller por posible obstrucción de la justicia con el despido de Comey.
¿Se sabrá algún día qué ocurrió en realidad en la famosa suite del Ritz? ¿Qué sigue en esta novela de sexo, conspiración y poder? ¿Estamos cerca o lejos del gran capítulo de la revelación de los videos que existen y están, al parecer, bajo la protección del gobierno ruso? Si existen, no hay duda de que son el objeto de deseo más preciado de muchos. Y, por supuesto, el mecanismo que le permite al país comandado por Vladimir Putin manipular al presidente Trump.
Por ahora, mientras todo se aclara, lo único que continúa sucediendo es precisamente una lluvia dorada de información: el presidente trina, el presidente miente, el presidente se contradice, el presidente evita la trama rusa; los medios buscan las piezas del rompecabezas, los medios publican lo poco que encuentran; las investigaciones avanzan; Comey continúa hablando y la primera dama calla, la primera dama se mantiene inexpresiva. Y hay una cosa clara: aunque nadie está seguro de nada, todo está húmedo alrededor.
9 de noviembre: Trump cuenta que está en Rusia para Miss Universo. Y anuncia que será una gran noche.
10 de noviembre: Trump regresó a EE.UU., alaba la belleza de Moscú y lanza una advertencia a su país: ser inteligente y estratégico con Rusia.