Hay un municipio colombiano donde algunos de sus habitantes no hacen negocios con pesos colombianos sino con Rocas, un tipo de moneda que ellos mismos se inventaron hace unos años.
A menos de 60 kilómetros de Bogotá, los habitantes del municipio de Suesca llevan varios años familiarizándose con la moneda La Roca. La idea se le ocurrió al ingeniero civil Otto Wunderlin, quien desde muy pequeño no le encontraba mucho sentido al modelo económico mundial.
La Roca empezó en 2014 y su nombre se lo debe a la fama que tiene Suesca como lugar para escalar. La nueva moneda caló rápido entre los habitantes del lugar y durante dos años el intercambio de productos se dio fácilmente.
El modo de operación era sencillo: cada miembro de esta comunidad tenía una libreta marcada con un código, parecida a los antiguos talonarios de ahorro, y allí se anotaba la transacción (quién vendió, quién compró y el valor por el que se hizo el negocio). Mientras que el saldo disminuía en una libreta, aumentaba en la otra. Luego, una vez a la semana, los talonarios llegaban nuevamente a Wunderlin, quien digitalizaba todas las transacciones y subía los datos a un sistema en internet.
Y aunque inicialmente fue un éxito, su creador reconoce que cometió un error: no formó un grupo base que interiorizara el objetivo de la moneda y permitiera su continuidad, por lo que después de un tiempo las personas perdieron el interés.
“Llegamos a tener más de 100 usuarios. La moneda generó consciencia en temas de comprar local y de identidad, pero ya es muy poco utilizada. Solo 10 personas la usamos con frecuencia”.
A pesar de esto, Wunderlin continúa con su uso porque tiene un negocio de cerveza artesanal y motiva a los restaurantes para que le paguen con Rocas. Una de las estrategias para incentivar la moneda social es otorgar un descuento del 10 por ciento en las compras. Esta misma fórmula la utilizan algunos bares del lugar y de esta manera cierran el círculo económico.
¿Para qué Rocas?
Para Wunderlin, principalmente, para promover las compras locales e involucrar cada vez más a los empresarios. Pero La Roca es un modelo tan pequeño que Wunderlin y quienes usan la moneda no se han detenido a pensar si necesitan regulación. Lo que saben es que en el país no hay ninguna ley que prohíba el trueque que, al final de cuentas, es lo que ellos hacen.
*Texto original en Semana Sostenible.