Crónica

Schumacher: nacido para correr

Por: POR: Diego Fernando Mejía

Doce años antes del trágico accidente que dejó en coma al siete veces campeón de la Fórmula Uno, SoHo habló con él sobre sus triunfos y las críticas que recibió.

Michael Schumacher es, sin duda y desde todo punto de vista, uno de los deportistas más exitosos de los últimos tiempos. Desde 1991, cuando debutó en la Fórmula Uno, siempre ha dejado su huella, y año tras año ha ido acumulando triunfos y también muchos millones de dólares: sus ganancias por cuenta de su salario se calculan hoy en unos 165 millones de dólares, sin contar sus ingresos por concepto de mercancías con su nombre y patrocinios personales, que se calculan actualmente en más de 20 millones de dólares al año.

Schumacher (32 años, alemán) logró su primer Campeonato del Mundo de Fórmula Uno en 1994, a sus 25 años, con el Equipo Benetton. Ese año, quien se perfilaba como su principal rival, el brasileño Ayrton Senna, murió en un accidente en la tercera válida de la temporada en el Circuito de Imola, mientras disputaba la competencia con Schumacher. Al año siguiente, ‘Schummi’ —como lo conocen desde sus primeros años en la categoría— repitió su logro con el mismo equipo, y ante la ausencia de otro piloto de su talla por la muerte de Senna, el alemán se convirtió indiscutiblemente en el mejor del momento.

Ferrari, ansiosa de volver a ser campeona del mundo, tras lograrlo por última vez en 1979, ofreció a Schumacher un contrato millonario en 1996 y desde entonces el alemán y Ferrari se han convertido en símbolo de la Fórmula Uno. Tras tres años en los que el título se le negó, finalmente el año pasado se cumplió el objetivo, y de la mano de Schumacher, Ferrari volvió a ser la número uno.

Fama a mil

Schumacher es un personaje que causa controversia. Sus actuaciones en la pista pueden rayar entre lo espectacular y lo antideportivo. Su talento, y la facilidad con la que ha ganado en varias ocasiones, ha dejado incrédulos a muchos, generando sospechas. Su carácter y sus palabras siempre medidas no dejan ver lo que hay detrás de su rostro, y son contadas las veces en las que sus emociones han sido más fuertes que su voluntad, como el año pasado en el Gran Premio de Italia, cuando tras ganar su carrera número 40 igualó el número de victorias de su desaparecido rival Ayrton Senna, frente a miles de fanáticos de Ferrari. Fue mucha emoción junta, y las lágrimas se hicieron incontenibles.

Fuera de la pista, lleva una vida normal, lejos de las grandes ciudades. En Suiza, cerca del Lago Ginebra, Schumacher vive con su esposa Corinna y sus hijos Gina María y Mick. Su vida personal es muy estable, y no se ha visto afectada por los millones de dólares ni la fama que le persigue con su ojo vigilante a todas partes donde va.

Este año Schumacher defiende su título como Campeón Mundial. Sus disputas con Juan Pablo Montoya —en dos ocasiones este año— lo han vuelto impopular entre los colombianos.

SoHo habló con Schumacher sobre sus inicios, sus momentos de emoción, conflicto, y gloria, en sus ya casi diez años de Fórmula Uno.

–¿Qué recuerda de su debut en la Fórmula Uno en el Gran Premio de Bélgica en 1991?

–No estaba muy confiado porque no tenía experiencia en Fórmula Uno, y solamente hice un pequeño test en Silverstone (Inglaterra) antes de ir derecho a Spa Francorchamps (Bélgica). Lo único que pensaba era que si clasificaba en la mitad de la grilla estaría bien, y me encontré un poco delante de lo presupuestado así que fue una experiencia agradable.

–¿Estaba nervioso?

–Hasta cierto punto sí. Antes de subirse al carro uno siente nervios en realidad. Pero una vez uno está adentro se concentra, hace su trabajo y disfruta de lo que está haciendo. En ese momento el nerviosismo se va y también se quita cuando uno ve que los tiempos mejoran y son buenos además. Uno va ganando cada vez más confianza automáticamente.

–¿Ha visto alguna vez un piloto que lo haya impresionado?

–Cuando era muy joven, vi una vez un piloto que era muy loco e impresionante en su forma de manejar. No sabía quién era, pero al día siguiente leí el periódico para averiguarlo. Era Ayrton Senna.

–¿Se considera el mejor piloto del mundo en la actualidad?

–Nunca diré que soy el mejor, no es mi estilo. De todos modos no creo que lo sea. Puede haber mejores pilotos que no tienen la oportunidad de mostrarlo.

–¿Gana tanto dinero como dicen?

–Me pagan bien, pero no tanto como la gente cree.

–Pero usted es uno de los deportistas más famosos y reconocidos en el mundo. ¿Le molesta la fama?

–En cierto modo sí. Creo que este deporte tiene demasiada atención por parte de la prensa. A veces preferiría tener menos dinero y más libertad para disfrutar las carreras. Igual en la calle. Me siento vigilado a cualquier lugar que voy y es incómodo sentirse así.

–Usted lleva una vida muy normal para ser una superestrella. Lleva seis años casado y mantiene un hogar a pesar de que su trabajo se lo hace difícil. ¿Qué nos puede decir sobre su matrimonio? Parecen ser una pareja muy feliz con su esposa, Corinna...

–Sí. He tenido suerte en que las cosas siempre han ido bien con Corinna. Tenemos un 99 por ciento de días buenos, y de pronto un 1 por ciento de no tan buenos, pero son tan poquitos que es como si no existieran.

–Aparte del automovilismo, ¿ha practicado algún otro deporte extremo?

–Sí. Tuve miedo de practicar caída libre en un principio, hasta el día que traté la escalada libre. Entonces pensé: “¡Prefiero hacer caída libre!”, y lo hice y fue divertido.

–En 1997, usted recibió la sanción más grande impuesta a un piloto al ser descalificado del Campeonato del Mundo por un incidente en carrera. ¿Cómo recuerda ese momento en el que perdió el primer chance de ser campeón con Ferrari?

–Cuando salí del carro no lo podía creer. Estaba seguro de que estaba en mi línea y que Jacques Villeneuve me había cerrado. Yo fui directamente a mi equipo y les pedí que protestaran por el manejo de Jacques. Solo fue después cuando vi el video, y mis amigos me hablaron, que me di cuenta de que había sido mi error.

–Precisamente lo han cuestionado en repetidas ocasiones por cometer errores bajo intensa presión en carrera. ¿Cree que esto es cierto?

–No creo. Cuando terminó el Campeonato de 1995, y fui a Ferrari, llegaron otros dos pilotos a manejar el que había sido mi carro en Benetton. Eran Jean Alesi y Gerhard Berger, dos pilotos muy expertos, y todo lo que hicieron fue quejarse del carro, porque era muy difícil de manejar. Mucha gente no sabe bajo qué circunstancias he corrido muchas veces. Tal vez no sea justo hacer la comparación, pero me hubiese gustado si ese año Damon Hill (subcampeón a bordo de un Williams y principal rival de Schumacher) y yo, hubiésemos cambiado de carro y luego contado cuántos errores habría cometido él y cuántos yo. Seguro que he cometido errores y los cometí ese año, pero soy humano y no creo que en realidad haya cometido tantos como a veces dicen. Creo que he sacado lo mejor de las oportunidades que se me han presentado.

–También causó polémica en las arrancadas de varios Grandes Premios el año pasado, cuando a juicio de algunos de sus rivales usted los bloqueó con peligrosos zigzags sobre la pista. ¿Esto es parte de su agresividad como piloto?

–Me dicen que soy agresivo por hacer eso, pero las reglas permiten hacerlo y si puedo ganar una posición así, lo haré. Siempre jugaré dentro de las reglas, pero difícilmente soy el tipo de persona que dice: “¡No, perdón, no quiero hacer eso, por favor páseme!”

–Varias veces ha sido visto como villano. Pero el año pasado, cuando usted lloró frente a las cámaras de televisión en el Gran Premio de Italia, mucha gente dijo que era la primera vez que lo veían expresar sinceramente sus emociones...

–Las emociones no tienen espacio en las carreras, a no ser que algo excepcional pase que las haga salir a flote. Creo que Ralf nunca me había visto llorando antes de ese día. Todo fue por Ayrton Senna. Estaba recordándolo. Todavía tengo emociones muy fuertes hacia él.

–Usted tuvo un accidente muy fuerte en el Gran Premio de Inglaterra, en 1999, que lo dejó fuera de las pistas por casi dos meses. ¿Lo afectó?

–Creo que mi accidente nos dio a mi equipo y a mí algunas lecciones respecto a que si se quieren ganar campeonatos hay que poner un ritmo para no llegar quemado al final. Algunas veces me meto tanto en las carreras que no me doy cuenta que necesito descansar.

–¿De todas sus competencias en la Fórmula Uno, cuál cree que ha sido su mejor carrera?

–Creo que el Gran Premio de Japón del año pasado, cuando gané el Campeonato, fue una carrera perfecta. Creo que ha sido, en calidad, la mejor carrera que he hecho. Fue precisa en cada vuelta. Nunca me he visto manejar como ese día. La presión era alta y yo fui capaz de sacar un resultado.

–Este año cuando volvió a empezar la temporada con el número uno, como campeón, ¿sintió algo especial? ¿Se sintió distinto, renovado por ser otra vez el mejor?

–Desafortunadamente no es el caso, aunque me gustaría que así fuera. Cuando me subí de nuevo al carro por primera vez el 23 de enero de este año, después de conseguir el Campeonato, no me puse a pensar: “Sí, soy el campeón del mundo”. Simplemente manejé y me sentí muy bien de volver a estar en el carro.

–¿Fue distinto el Michael Schumacher que ganó en 1994 y 1995 el Campeonato del Mundo con Benetton, al que ganó el año pasado con Ferrari?

–Sí. Con Benetton yo era un niño todavía, y me estaba desarrollando dentro del equipo. Cuando llegué a Ferrari en 1996 yo ya era un piloto experimentado, así que pude trabajar más con el equipo y crear algo especial, que finalmente resultó en el Campeonato el año pasado. En Ferrari hemos pasado por momentos muy difíciles juntos, y eso lo hace aún más especial.

–En la primera parte de esta temporada, su equipo y usted fueron acusados de hacer trampa. No es la primera vez que pasa por esto. Pero, en realidad, ¿qué tanto le afecta cuando lo señalan de esa forma?

–Estas acusaciones me molestan mucho. Estoy seguro que en 1994 no estábamos utilizando en el carro ningún sistema contra las reglas, pero la gente todavía nos acusa de haberlo hecho, igual que este año. Si uno hace un buen trabajo, la gente siempre tratará de criticarlo. Yo tuve una charla con un amigo que tiene una fábrica de karts y gana todo en Alemania. Cuando él ganó el Campeonato Europeo, la gente empezó a decir que estaba haciendo trampa. Es una lástima que las cosas sean así.

–¿Por qué cambió su opinión sobre el incidente con Juan Pablo Montoya en el Gran Premio de Austria?

–Cuando se está sentado en el carro, no se tiene la visión general de la situación, algo que sí se puede tener viendo las cosas desde afuera. Después de mirar la carrera por televisión, y viendo lo que pasó detenidamente, pude darme cuenta de que fue menos serio de lo que pensé en ese momento. Fue un incidente de carrera normal, como en realidad lo dije ese domingo en la noche.

–Se ha hablado ya de su posible retiro de la Fórmula Uno. ¿Se ve haciendo otra cosa distinta a lo que hace ahora en los próximos años?

–Yo nací para correr. Tan pronto me siento en el carro quiero estar manejando al límite, manejando tan rápido como pueda y la verdad es que no veo que ese deseo se vaya en los próximos años.

CONTENIDO RELACIONADO

Crónica

Las mujeres en la guerra

Crónica

La marihuana: memorias del olvido

Crónica

La vida sin una pierna

Crónica

Qué se siente ser torturado