Piense esto: ¿cree que podrá soportar los tuits dos veces más largos de los candidatos a las presidenciales explicando sus programas y descalificando al resto de opciones políticas? Dos veces.
Que Twitter naciera como una plataforma que permitía condensar pensamientos y opiniones en 140 caracteres no fue un golpe de suerte, sino una verdadera declaración de intenciones. La palabra procedente del inglés que da nombre a esta red social se traduce como ‘trinar’ o ‘gorjear’, que es el sonido que hacen los pájaros. De ahí se desprende el ‘tweet’, que significa básicamente ‘pio’ (una onomatopeya para imitar el sonido de las aves), y el logo de la compañía, un gráfico de uno de estos animales en su versión más reducida y coloreado enteramente de azul.
Twitter fue creado en marzo de 2006 y se lanzó al mercado hispanohablante en noviembre de 2009. Actualmente cuenta con más de 500 millones de usuarios alrededor del mundo.
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La idea detrás de su creación fue siempre la inmediatez: compartir contenidos e ideas de interés de forma rápida, concisa y breve, muy breve. En otras palabras, Twitter no fue concebido como Facebook o como un blog donde volcar parrafadas de texto capaces de aburrir hasta el más empedernido amante de las letras. De hecho, ese era su gran valor agregado: ver cómo las personas eran capaces de condensar reflexiones complejas en apenas 140 caracteres y, además, hacerlo de forma inteligente y divertida.
Sin embargo, recientemente, sus directivos decidieron dar un vuelco a la esencia de la red social y doblar el número de caracteres hasta los 280. Y, si bien la medida ha sido aplaudido por muchos que desde hace años pedían más capacidad para expresarse mejor, también ha servido para comprobar la cantidad de desocupados que hay en el mundo de las redes sociales que no saben muy bien cómo gestionar tanto espacio extra.
Ejemplo de ello son los que se han dedicado a plasmar la mitad de la Biblia a lo largo y ancho de su cuenta; o los que se han ocupado a hacer listas interminables de nombres de personajes, autores, políticos, nombres graciosos y así sucesivamente; o los que creen que es necesario completar los 280 caracteres aunque ya no se tenga nada que aportar; o incluso los que buscan demostrar que pueden llenar sí o sí 280 caracteres.
¿De verdad era necesario darle a la gente 280 caracteres? Piense en esta pregunta de cara a las próximas elecciones: si las explicaciones de los políticos en forma de hilos interminables de 140 caracteres ya eran un sufrimiento (hay mejores plataformas para exponer un programa político, una iniciativa o un descontento), imagínese ahora hilos infinitos de 280 caracteres.