Un beso con Shakira lo deja a uno listo.
Nunca nada me había costado tanto, porque ella es bastante recatada. Yo estaba desesperado la primera vez que le di un beso. Llevaba más de tres meses mirando fijamente esos labios sin poderlos probar, hasta que una noche íbamos en mi carro y yo decidí parar en la mitad de la calle y echarme al agua. Tuve que pedirle que fuera mi novia. Luego me acerqué lentamente hasta que mis labios llegaron a los de ella. La espera había sido bien recompensada. Ella sabe a mar, tiene sabor? Los movimientos de su boca son cadenciosos y llenos de ritmo, como los de su cadera. Lo del hormigueo nunca había sido tan real como esa noche. Entre ese y el último beso vinieron miles, de todos los sabores, deliciosos, creativos. Unos pasionales, otros amorosos, casi todos muy largos. Eso sí: nada de espectáculos. El único beso que nos dimos en público fue en El Nogal, cuando le entregaron un premio (algo así como el Prisma de Diamante) y se preparaba para irse por primera vez a una gira de siete meses. Ella se montó en el ascensor con toda la familia. Cuando ya se cerraban las puertas y yo pensaba que ese último beso no iba a llegar, decidió bajarse. Ahí, delante de todo el mundo, me despedí de su boca de anís. Un beso con Shakira es como un cuento de Cortázar: gana por nocáut.