Zona Crónica

La increíble y amarga historia del hombre que estuvo obsesionado con tocar músculos masculinos durante 30 años

Por: BBC

¿Qué haría usted si un desconocido lo aborda en la calle y le pide que le deje tocar su abdomen? Esta es la historia de Akinwale Arobieke, un inglés con una obsesión bastante particular.

"¿Sabes si hay algún gimnasio cerca?".

James Vaughan poco podía imaginar lo que seguiría a esa inofensiva pregunta.

Él simplemente iba de camino a su partida de billar, en Garston, un distrito del sur de Liverpool, Inglaterra, cuando lo interceptó un enorme hombre negro.

Debía medir unos cinco centímetros más que él — y eso que con 1,70 metros ya era alto para sus 15 años— y su peso superaba los 120 kilos.

Emergió desde un callejón adyacente, le bloqueó el paso y le pidió después: "¿Puedo tocar tus músculos? ¿Sentir tu bíceps?".

Vaughan, un chico tímido, reservado, sólo en medio de la calle, accedió a la petición. Y el desconocido se asió a sus brazos.

"Fue algo baboso. Me sobó una y otra vez los músculos", recuerda hoy Vaughan, un hombre de 48 años.

Así que cuando llegó a la sala de billar, lo primero que hizo fue contarles lo ocurrido a sus amigos.

"¿No sabes quién es?", le preguntó uno de ellos.

Y es que aquel hombre extraño era más que conocido en el condado de Merseyside.

"Es Purple Aki", Aki el morado.

Era el sobrenombre de Akinwale Arobieke, quien nació en 1961 en Mánchester y pasó su infancia en una casa de acogida.

Un hombre cuya piel era tan oscura que tenía cierto brillo violeta.

Leyenda urbana

Sobre él versaban decenas de historias, todas ellas con un denominador común: le gustaba tocar los músculos masculinos.

Los padres de la región incluso amenazaban a sus hijos con que, si se quedaban hasta tarde en la calle, Aki vendría a buscarlos.

Y aunque sonaba a leyenda urbana, no eran pocos los que la alimentaban, con sus relatos sobre vecinos o primos que se había topado con él.

Así que el cuento no tardó en dar el salto a internet.

En 2008, durante un concierto del festival de Glastonbury alguien levantó una pancarta que decía: "Purple Aki nos acaba de agarrar en uno de los baños portátiles".

La escena se repitió en la edición de 2013 del festival, así como durante los partidos de fútbol del Liverpool y del Everton.

La gente le dedicó canciones y cómics que después colgaron en YouTube.

Y así, Aki se hizo viral.

De tribunal en tribunal

Pero su presencia no sólo ha sido constante en las redes, también lo ha sido en los tribunales.

Sus idas y venidas legales comenzaron en 1987, cuando fue condenado por la muerte de Gary Kelly, un atlético futbolista de 16 años, el 15 de junio del año anterior.

Como a Vaughan, Aki le había tocado los músculos a Kelly en varias ocasiones, incluso los de la pantorrilla, abalanzándose sobre él por la espalda.

Y lo perseguía para ello, cuenta hoy la que fue su novia, Elaine Jordan.

"Aki te la va a clavar. Eres el nuevo chico de Aki", se burlaban de él los otros niños, recuerda.

Así que cuando Aki lo siguió aquél domingo, Kelley — "con el miedo en el cuerpo", tal como lo describió el juez en el Tribunal de la Corona de Liverpool— decidió esconderse donde pensó que no lo encontraría: en la estación.

Pero no tardó en ver llegar a Aki, y en su huida se metió bajo un vagón y tras tocar el tercer riel, murió electrocutado.

Como consecuencia, en mayo de 1987 Arobieke fue condenado a dos años y medio de cárcel por homicidio involuntario.

Aunque apeló la sentencia y en noviembre de ese año tres jueces consideraron que su mera presencia en la estación aquella fatídica noche no constituía un delito.

Así que Aki quedó libre, y en dos años recibió una compensación de US$46.200, según informaron medios locales.

Y no volvieron a publicar noticias sobre este personaje en años.

Pero a fines de la década de los 90 las anécdotas que involucraban a Aki y el tocamiento de músculos volvieron a circular.

En 1997 el diario Sunday People publicó un reportaje en esa línea.

Y en primera del 2000 lo volvieron a arrestar, después de que Kelly Mullaney llamara aterrorizada a la policía tras verlo merodear afuera de su casa con lo que pensó era una pistola.

Antes, Aki se había acercado a su hermano y le había pedido que le dejara tocarle los músculos.

Por aquello, el 3 de agosto de 2001 lo sentenciaron a 30 meses de prisión por amenazar de muerte.

Y a esa condena le siguió otra de seis años de cárcel en diciembre de 2003, después de que lo hallaran culpable de 15 cargos de acoso.

El juez Edward Slinger también emitió 31 órdenes de restricción que le impedían tener contacto con determinados hombres.

"Es usted un peligro para los hombres jóvenes y su comportamiento es extraño y obsesivo", concluyó el magistrado.

¿Ofensas sexuales?

Aunque salió de prisión en 2006, tras haber permanecido allí dos años y 10 meses, un tribunal emitió contra él una orden para prevenir ofensas sexuales.

Ésta le imposibilitaba tocar o medir músculos en público y hacerlo sin consentimiento en privado.

También le prohibía merodear gimnasios y clubs deportivos, hablar sin propósito con menores de 18, acceder a escuelas y universidades sin permiso, hasta conducir o ir como pasajero en un coche que no fuera un taxi.

La orden fue emitida a pesar de que Arobieke nunca hubiera sido procesado por delitos sexuales, y aunque él siempre negó que tocar músculos le diera placer sexual.

“Tengo un interés inusual por los músculos, por el desarrollo de los músculos y por el potencial de los jóvenes de mejorar su físico", explicó por ejemplo cuando compareció ante el juez en 2008.

Aunque hay expertos que aseguran que lo suyo es una parafilia, mientras otros aseguran que no encaja en ningún perfil.

Sea como sea, en 2009 fue sentenciado a cárcel de nuevo por haber tocado los músculos de un joven en el norte de Gales. Y en 2015 lo volvieron a hallar culpable de un cargo similar.

En mayo de este año, sin embargo, el juez Richard Mansell del Tribunal de la Corona de Mánchester retiró la orden para prevenir ofensas sexuales que habían emitido en su contra diez años antes.

Y también dictó una sentencia suspendida por la muerte de Gary Kelly hacía casi 20 años.

Arobieke está "interesado, hasta obsesionado" con la musculatura masculina, "pero no ha vuelto a tener ese comportamiento intimidatorio que mostraba entre 1997 y 2000 y que lo llevó a ser encarcelado por primera vez", concluyó el magistrado.

"Quiero tener un perfil bajo", dijo por su parte Aki al conocer la sentencia.

Pero eso no parece que vaya a pasar pronto.

No al menos mientras sigan existiendo todos esas pancartas, páginas web y memes sobre su leyenda.

O mientras en los bares de Liverpool sigan sirviendo el ponche Purple Aki, una bebida oscura a base de ron añejo, Cointreau, granadina, fruta de la pasión, naranja, piña y lima.

Créditos de las fotografías: Nick Mattingly / Rex Features / iStock / Mirror Group Newspapers / James Vaughan / Getty Images / Alamy / Ian Pemberton / Aimee Mullin / Mercury Press / David Faulkner / Euan Monaghan/Flickr / Cherrie_Chik/Instagram

CONTENIDO RELACIONADO

Zona crónica

La favela que se aferra al fútbol para combatir la guerra

Zona crónica

La noche que los Clinton lo perdieron todo

Zona crónica

Visita al forense más famoso del mundo

Zona crónica

Desminado con el equipo de mujeres del ejército